Día 3: MinKuri (Mink x Clear)

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Con Curiosidad:

Era tarde por el Distrito Sur de Midorijima, un profundo cielo azul marino era poblado por incontables astros, hipnotizándolo mientras calaba su pipa suavemente. En ocasiones, Mink solía pasearse por aquellas tierras inhabitadas, colmadas de desechos y oscuridad durante la noche, para apreciar el cielo estrellado, le traía nostalgia y de alguna forma le otorgaba paz. Pero específicamente esa noche, no podía estar del todo tranquilo, alguien lo seguía. No era tan tonto como para bajar la guardia en lares tan peligrosos aún si sólo estuviese paseando, había notado su presencia hace unos cuantos minutos, el sujeto no hacía nada, sólo le seguía el paso a una distancia considerable, en silencio. El moreno no puso iniciativa, más bien esperaba que el tipo saltara primero para contrarrestar, pero luego de media hora seguía sin haber una respuesta, cansado de que no le dejaran fumar en paz, paró en seco.
-Sé que estás ahí, deja de jugar y dime qué quieres -su gutural voz hizo eco en el vacío de la noche.
-¡W-waaah! -oyó un cuerpo caer detrás de sí, volteó y una figura blanca acaparó su visión -. ¡L-l-lo siendo muchísimo! ¡No era mi intensión molestarlo! -se excusó con el nerviosismo brotando de sus poros.

Esa primera impresión no había sido para nada buena. El tipo traía un sobretodo, botas y guantes blancos, al igual que su cabello, jeans grises, una bufanda amarilla y entre lo más extravagante de su apariencia, estaban un paraguas transparente y una máscara anti-gas que cubría todo su rostro.
-¿Qué es lo que buscas aquí? Me molesta que me sigan.
-¡No, no, no, no, no! ¡No tengo malas intenciones! ¡Yo sólo tenía curiosidad sobre usted!
-¿Ah? -Dejando de lado el paraguas y la máscara, el hombre era algo aterrador. ¿Curiosidad? Mink sentía que perdía el tiempo.
-¿Te gustan las estrellas verdad? -mientras más hablaba, más raro parecía -.Noté como las mirabas antes, -se acercaba a pasos lentos con el paraguas abierto en su hombro -yo creo que son hermosas, son brillantes e inalcanzables, a menudo vengo aquí a contemplarlas ya que en lugares oscuros se ven mejor -¿De qué estaba hablando tan de repente? -. No es la primera vez que lo veo, hace unos cuantos días lo descubrí viniendo aquí siempre a la misma hora, a mirar el cielo estrellado como yo. Al principio no le di importancia, pero mientras más asistía, más curiosidad tenía sobre usted, no parece el tipo de persona a la que le guste pararse a observar las estrellas, por eso hoy decidí seguirlo para toparme con su rumbo, aunque fui descubierto -rascó su nuca avergonzado -. Realmente lo siento, no era mi intención molestarle.

Bueno, al parecer no tramaba nada más allá de su extrañez por naturaleza, el mayor suspiró y fue a sentarse sobre una viga oxidada postrada en el medio del camino.
-Como sea -siguió calando su pipa con los párpados cerrados, el tipo no mostraba amagos de retirarse.
-¿Puedo... sentarme junto a usted? -preguntó por lo bajo, avergonzado.
-Haz lo que quieras -. Su presencia en cierta forma lo perturbaba, no parecía humano. Lentamente, el hombre albino guardó el paraguas en uno de los bolsillos de su sobretodo, y se posicionó junto a él en la viga; ambos alzaron su vista al vasto cielo estrellado.
-¿Puedo hacerle una pregunta? -. La risueña voz del hombre rompió con el calmo silencio.
-¿Qué? -expulsó el humo por su nariz algo irritado, sin dirigirle la mirada.
-¿Por qué es que siempre viene aquí a mirar las estrellas?
-Para relajarme -respondió seco.
-¿Usted sufre mucho estrés?
-Esas son dos preguntas.
-¡Lo-lo siento! -el hombre calló finalmente, redirigiendo su vista al cielo.

Era un hermoso panorama, el volumen de la ciudad se escuchaba lejano, no había luces de la vía pública que se filtraran por allí, salvo por la luna llena que resplandecía justo sobre ellos.
-Disculpe..., -la tranquilidad fue nuevamente arruinada por el susodicho -¿Le molesta si canto un poco?
-¿Cantar?
-Si. En este tipo de ocasiones, cuando sale la luna y el ambiente se colma de paz, me gusta acaparar el aire con una suave melodía, ¿Está eso bien?
-Repito: haz lo quieras.
-Lo tomaré como un sí -. Sorprendentemente alegre y mientras tarareaba, desajustó las correas de su máscara, de forma que quedara suelta lo suficiente como para descubrir su boca, aún sin mostrar la otra mitad de su rostro. Mink lo observó de reojo, logró apreciar dos simpáticos lunares bajo la comisura de sus pálidos labios en el medio de la penumbra. Se preguntó por qué tanto esmero en ocultarle su rostro.

Entonces, una dulce voz comenzó a sonar.

El moreno se sorprendió, no es como si nunca hubiese oído a un cantor prodigioso, pero no se esperaba semejante peculiaridad por parte del albino, además, había algo en su voz que otras no tenían, no sabía identificar bien qué era, pero sí tenía la certeza de que no era nada malo; nada que sonara así de hermoso podía ser malo.

Regresó su mirada al cielo, el fuego de su pipa se había consumido, la dejó colgar entre sus dedos mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por la dulce canción del contrario. De alguna forma, aquella combinación entre tiempo, lugar y circunstancia, le hizo dar una pequeña regresión a recuerdos de su infancia. Su madre, solía cantarle también; no tenía un profesional manejo de los acordes como aquel tipo, pero aún así su voz era apacible y tranquilizadora, casi somnífera; siempre lo ayudaba a calmarse cuando la ansiedad lo azotaba, a él y a varios otros miembros de su aldea, su mamá representaba un brote de paz para todos sus cercanos, en especial para Mink, aquello era... un bonito recuerdo.

La canción terminó gradualmente y con ella, su divague. Abrió sus ojos como si le pesaran, ¿Acaso le había dado sueño? Un minuto más y abría caído dormido, eso no podía ser posible. Mientras tanto, el tipo raro parecía avergonzado, tomó las correas de su máscara para ponérsela otra vez.
-Me llamo Mink -luego de un corto silencio, antes de que siquiera pudiera comenzar a ajustar la primera correa, el mayor habló -. ¿Y tú?
Impactado e increíblemente feliz por el repentino interés del castaño en él, armado de valor y alegría, se quitó la máscara, observando con sus orbes rosa pálido la fuerte mirada turquesa del contrario.
-Clear. Me llamo Clear, Mink-san.
-Clear..., canta esa canción una vez más.

Con Peligro de Ser Vistos:

-¡Mi-Mink-san!
En las profundidades de un sucio y desolado callejón, dos cuerpos ardiendo en deseo se unían una y otra vez en las penumbras, con el ferviente peligro de ser encontrados a mitad de pleno acto -. Miink-sa-¡ah! ¡Tan... profundo!
-Si no bajas la voz..., harás que nos descubran. Recuerda que esto fue tu idea -. El pequeño Clear no supo por qué, pero un rato después de salir a caminar junto al mayor por las calles nocturnas de Midorijima, su cuerpo comenzó a actuar de forma extraña. Mink no le había tocado un pelo, y sin embargo, el contrario se moría de apetito sexual, una cosa llevó a la otra y de alguna forma terminaron cogiendo en un callejón.
-¡L-lo siento! Es que... ¡Mgh! ¡Es... demasiado! ¡Ah! -de manos contra la pared, podía sentir el fornido pecho del mayor presionar su espalda mientras lo embestía de manera casi salvaje. Sostenía una de sus piernas en el aire para tener mejor acceso a su cavidad, la cual se contraía a su alrededor cada vez que rozaba un punto clave en el interior de Clear. No hacía mucho que habían comenzado y Mink tenía que poner todo de sí para no venirse gracias a los apretones que le brindaba el contrario, definitivamente ese tipo no era humano -. ¡Mink-san! ¡Espere..., vo-voy a-! -en cuanto oyó esa oración sin terminar, salió de él tan repentinamente que le arrancó un jadeo desesperado y, antes de que pudiera siquiera quejarse, le dio media vuelta, volvió a tomar una de sus piernas y se enterró en él con violencia. Un grito extasiado fue cubierto por la boca del moreno, quien ya se veía venir esa reacción. Una serie de estocadas el doble de fuertes que las anteriores llovió sobre Clear, quién ahogaba su voz en la boca contraria, pues tanto era el placer que ni aunque quisiera podría contener su voz por voluntad propia. En sus partes bajas se sentía húmedo y caliente, sonidos de chapoteos hacían eco en el callejón, alterando los sentidos de ambos.
-¡D-deten-gase...! ¡Yo... Yo me...! -no pudo terminar la frase antes de que el control de su cuerpo cediera y terminara sobre el abdomen de Mink, quien, al recibir semejante presión en su miembro por culpa del orgasmo de Clear, se dejó ir en su interior; no había tenido un sexo así de bueno en mucho tiempo.

Ambos emitían jadeos exhaustos mientras permanecían estáticos, recuperándose del mar de sensaciones que los había arrasado hace segundos, el mayor levantó la vista al mismo tiempo que el contrario, Mink se sobresaltó al ver en los ojos del albino unos corazones rozados justo en el centro de sus orbes.

-Mink-san... Quiero hacerlo otra vez...

30 DÍAS DE MULTISHIPP (DRAMAtical Murder) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora