Capítulo XVII

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Juego de Roles

Charlie Reed volvía a entrar en el mini-auditorio, sonreía. Se acercó al profesor Oliver Wigner, quien seguía en el escritorio de la tarima arreglando unos papeles.

Había pasado más de un mes desde que Charlie atendiera al viejo docente. Charlie había asumido que el haber estado contando sus cosas había influido. Los clientes no quieren saber de tus problemas; además en aquella oportunidad no se pudo nunca poner duro o correrse, para así demostrarle a aquel viejo que disfrutaba de sus encuentros. Los clientes quieren creer que ellos son lo mejor que han tenido esos putos que contratan, estar duros y correrse mientras los follan era una prueba tangible de eso que deseaban imaginar.

Cuando el viejo lo llamó para que lo viera en la universidad, aclarando que estaba dando una asignatura nueva y por eso había estado muy ocupado, pero que no dejaba de pensar en él, Charlie se alegro. No había sido su culpa, y el miedo de perder un buen cliente era realmente una angustia. Una vez que se corría la voz, no hacían faltas muchas explicaciones, otros se sumaban y pronto tendría una estampida que lo dejaría sin entradas.

—Pensé que no te gustaran los juegos de roles, —dijo Charlie, mientras extendía sus manos e intentaba acomodar la corbata suelta del docente.

—Señor Reed, que falta de respeto, que cree usted, comportándose como esas alumnas que actúan melosas esperado que yo voy a tener consideración y no las voy a reprobar por ser, además de brutas, también unas arrastradas putas.

Charlie, soltó la corbata del hombre mayor y se puso serio.

—Por favor profesor, necesito su ayuda, si repruebo este curso pierdo la beca y tendría que dejar los estudios, —lo dijo casi llorando.

—Eso debió pensarlo antes, yo puse claras las reglas del curso al inicio de la clase, quien no ha aprobado la mitad de la asignatura a mitad del curso, bueno simplemente ya no tiene nada más que buscar aquí.

—Por favor profesor, mire aún no ha publicado las notas, nadie sabe que, ... bueno usted entiende, —miro Charlie el piso y puso cara de niño arrepentido.

—¿Y qué sugiere usted que yo haga para cambiar su situación?

—Pensé que podía mandarme algún trabajo complementario, darme alguna labor extracurricular, algo que de alguna manera compense y me ayude a alcanzar un mínimo para poder continuar en el curso.

—O sea que usted quiere cacao gratis. Sí yo lo ayudara que garantía tengo que otros en su situación no vengan a llorar también; entonces tendría que elaborar, mandar y corregir cuántos trabajos nuevos para ayudarlos a todos; y como quedarían aquellos que si estudiaron y entregaron sus tareas a tiempo; usted entiende las implicaciones de lo que me pide señor Reed.

—Yo pensaba en algo más privado profesor, un trabajo en su casa, ya sabe, ...

—¿Qué está usted sugiriendo señor Reed?, y tenga cuidado con sus palabras, lo que sugiere puede implicar apertura de un expediente y al final su expulsión de la institución.

—Bueno yo pensaba en alguna pasantía, todos los profesores tienen pasantes y ayudantes que usan para corregir trabajos, pasar notas, transcribir ensayos, esas cosas...

—Esas cosas, como usted dice, las hacen alumnos que cumplen con dos condiciones que usted no tiene. La primera es que están finalizando la carrera, esto es que están casi graduados, saben lo que se espera de ellos y es como una preparación para el mundo laboral; y lo segundo que son buenos estudiantes, lo mejor de lo mejor. Usted entiende que no cumple con ninguna de esas condiciones, es apenas un novato de primer año, y por lo que veo, de pésimo rendimiento. Como puede ver y entender, usted ni siquiera califica para algo así, si le soy sincero, —dijo el profesor muy seriamente, mirando al chico.

Obligado - Serie: Étoile Producciones - 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora