¿Estás Ahí?

Doctor

Veder cumplió los seis años. Eran vacaciones, por lo que pasaba todo el tiempo con Cydrian. Hasta que llegó "el día".

—¿Adonde vamos, papi? —preguntó el niño castaño, con una sonrisa en los labios.

—Vamos a ver a alguien. Ya lo conocerás. Estoy seguro de que serán muy buenos amigos.

La familia llegó a un enorme edificio, en donde entraron. Subieron por el ascensor y llegaron a una sala de espera muy bonita. El mármol combinado con los detalles en negro le daban un aire de elegancia. Muy particular.

—El doctor os atenderá en un momento. —dijo la recepcionista.

—¿Doctor? —preguntó el pequeño, lleno de curiosidad. —Pero si yo no estoy enfermo.

—Es otra clase de doctor, cariño. —dijo su madre.

—Pasa, por favor. —dijo la recepcionista al niño.

Él volteó a ver a sus padres. Nunca había entrado solo al doctor. Ellos asintieron, en señal de que estaba bien, y así, temeroso, Veder caminó por el pasillo, imaginando mil escenarios. Siempre le habían dicho que no hablara solo con extraños, excepto sus compañeritos y gente que sus padres aprobaran. Éste era uno de ellos, así que, por algo debía ser, pero aún así, siempre daba miedo hablar con alguien a quien no conocía.

Llegó a una oficina. Era grande y tenía muebles tan acolchonados que seguro se sentían como si fuesen esponjosas nubes. Un hombre viejo de lentes, lo recibió con una sonrisa, invitándolo a pasar y sentarse. En efecto, el sillón era muy cómodo.

—Tus padres me han hablado mucho sobre ti. —dijo el viejo, sentándose en otro sillón frente a éste.

—¿Qué le han dicho? —preguntó el niño, curioso.

—Que eres un niño muy activo y alegre, con una gran imaginación. También me dijeron que tienes muchos amigos. Cuéntame sobre ellos...

Fue así que, a partir de ese día, todos los jueves, fueron apartados para tener una sesión con el psiquiatra.