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Emily se detuvo en una esquina y prendió un cigarrillo, le dió una calada y acomodó su cabello cubriendo el moretón en su mejilla; su anterior cliente había sido muy violento.

Aunque era poco a lo que le esperaba.

Suspiró sintiendo el frío viento de una Australia invernal correr por su cuerpo, erizando sus pezones, haciéndolos notar en ese traje de «puta barata».

Un auto aparcó en frente de ella, y miró al conductor.

— ¿Qué necesitas?—. Le dijo tirando su cigarrillo y pisando éste.

— Tengo otro trabajito para tí, apuesto que te va a agradar—. Le dijo Ricky.— Sube, vamos—.

Ella relamió sus labios y abrió la puerta, metiéndose en el automóvil de su jefe y cerrando la puerta tras de sí.

— Espero no me hagas perder el tiempo—. Le gruñó mirando la ventana.— Él último fue un hijo de puta—.

— Pero te fue bien, no te quejes Cherry Blossom—. Le dijo divertido.—. Hasta quiere volver contigo—.

— Pues yo no con él—. Se cruzó de brazos.— Que se pudra por mí—.

Ricky soltó una risilla y aparcó en frente de la gran casa.

— abajo—. Quitó los seguros para niños y Emily salió por la puerta.

— ¿Aquí vive? ¿Cuántos tiene? ¿76?—. Le cuestionó intrigada.

— De hecho...—. Ricky no terminó de hablar cuando la enorme reja se abrió dejando ver al segurata.— Tiene 25—. Susurró, el de seguridad les echó una mirada y se hizo de un lado dejándolos pasar, una vez adentro Ricky tocó la puerta, Emily se quedó detrás, dando la espalda, viendo los enormes y bellos jardines de decoración, que, admirablemente, estaban perfectamente cuidados.

— Uh, si, diez días por cien grandes—. Dijo Ricky y entonces Emily salió de su trance, se volteó a ver a su jefe alarmada.

— ¡¿Diez días?!—. Chilló casi.

— Calma, la mitad será para ti, además...—. Dejó de hablarle cuando la voz del cliente sonó.

— Tranquila nena, te gustará—. Emily lo miró por primera vez desde que llegó y no quiso irse, era el hombre más jodidamente sexy de todo el puto mundo;
Casi metro ochenta y cinco, piel ligeramente morena, lampiño, ojos oscuros que derretían a cualquiera, facciones rasgadas pero calientes, espalda ancha y un ardiente cuerpo, se lo quería follar ahí mismo.

Ella asintió y siguió las órdenes, metiéndose dentro de la casa, se despidió de Ricky y miró al hombro misterioso.

— ¿Cuál es tu nombre nena?—.

— Emily Rachelle, aunque Cherry Blossom para mis clientes—. Le dijo relamiendo sus labios.— ¿Y el tuyo?—. Levantó la vista.

— Calum Hood—. Se acercó a ella y la acorraló contra la pared.— aunque tú me llamarás Daddy—. Susurró contra su oído dándole escalofríos.

— ¿Qué quieres decir con eso?-
—. Le preguntó sintiéndose húmeda.

— Mira amor, haremos un trato, aunque no te conviene conmigo, porque yo soy el diablo, y será un pacto que te puede llegar a disgustar—. Lamió su cuello.

— Quiero hacer ese pacto, así me cueste el alma—. Gimió casi, mordiendo su labio.

— Pequeña, no sabes lo que acabas de hacer—. Rió con malicia.

•Dirty Daddy•→ «Calum Hood, CTH»Where stories live. Discover now