Mi Desolado Anti - Héroe

Cap -5-

Katsuki no se había dado cuenta, al menos no del todo.

- Que patético resultaste, Deku. - Pronunció divertido el rubio. - Mira que recurrir a esta clase de cosas. - Pronunciaba burlón, observando divertido a ambos niños, y luego a quien llamaban 'Mami'. - Lo único que no me cuadra, es porque te dicen 'Mami'. - Lo observo repentinamente, sin ningún atisbo de humor, para luego formar una sonrisa cargada de ironía. - Pareciera que tu los pariste.

Ambos niños no podian hacer más que abrazarse entre ellos, estando lo más cerca posible de su mami, y el peliverde tras el cristal, ya no podía reaccionar.

Toda la carga emocional, que en ese pequeño lapso de tiempo, desde que lo habían capturado, cargaba, le había dejado completamente desprevenido, incluso con sus propias reacciones.

Demostrando una mueca bañada en sorpresa y temor, como si no hubiera esperado que se enterarán, de un secreto bien guardado, tan pronto.

Provocando una reacción confusa en el rubio, como si fuera una especie de efecto dominó.

¿Qué diablos?

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Patético.

Tan patético.

Las lágrimas caían furiosas por mi rostro.

Mientras golpeaba fuerte, y frenéticamente el vidrio.

No, no, no.. ¡No de nuevo!

- ¡DEJALOS EN PAZ!, ¡NO LOS TOQUES! - El peliverde gritaba, desesperado, muerto del miedo, pero no por el mismo, por supuesto que no. Observando como el rubio reaccionaba, luego de la sorprendente respuesta, en las facciones del encadenado, y les quedaba viendo a sus bebés, para luego tornar su rostro en una expresión furiosa, tomarlos de forma brusca de un brasito a cada uno, y arrastrarlos hacia la única puerta de salida, la cual estaba cerca de Aizawa. - ¡BAKUGO! - Terminó por gritar, desde lo más profundo de su garganta, con la ansiedad de su instinto a flote, y sin dejar de golpear el vidrio.

Provocando con ello que, el héroe subterráneo de cabellos negros, se apurara en seguir al número uno, no queriendo ver más esa clase de reacción en el peliverde de cabellos algo largos.

Les fallaste.

Se los llevaron.

Que patético.

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Apretaba entre sus manos sus cabellos, tirando y jalando, muerto del miedo, y la rabia, hacia si mismo.

Sus hijos estaban metidos en eso, por su única culpa.

Si tan sólo de joven no hubiera escuchado a ese muchacho de cabellos grisáceos.

Si tan sólo presa del abandono no lo hubiera ido a buscar.

Si tan sólo, roto por dentro, no hubiera aceptado la propuesta.

Si tan sólo, cansado de todo, no hubiera matado por primera vez.

Si tan solo no se hubiera unido a la Liga.

Si tan sólo no hubiera vivido como una mísera rata.

Si tan sólo su madre no se hubiera enterado de todos sus secretos.

Si tan solo la Liga no lo hubiera sabido.

Si tan sólo no hubiera salido de misión aquél día.