Alí

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Con solo mirar su acta de nacimiento ya se sabía que Alí no era un chico igual a los demás. La ambigüedad de su nombre hacia que la gente siempre se preguntara si se trataba de un hombre o una mujer. Desde cuando estaba en el colegio y sus profesores pasaban lista, hasta cuando creció y llamaban de los bancos a ofrecerle tarjetas de crédito: ¿estará el señor..a Alí?

Pero eso nunca fue un problema; al contrario, le gustaba ser diferente, sobre todo porque algo dentro de él le decía que en realidad lo era. Y no se equivocaba.

Alí Cifuentes Caballero creció en una familia de clase media al sur de Bogotá acompañado de sus papás y su hermana mayor. Sus parientes no eran tantos, si se comparan con algunas familias colombianas, aunque varios de ellos podrían llegar a ser tan intensos que harían como por veinte.

***

Difícilmente exista una persona más sociable que él, muchos podrían decir que jamás ha conocido la soledad. En su colegio siempre fue líder, todos seguían sus pasos, copiaban sus ideas y querían estar cerca: era divertido, inteligente y sarcástico, tres cualidades que lograban atraer nuevos amigos en cada lugar en el que estaba

Sus dudas comenzaron cuando llegó a los 13 años. Tenía un amigo en el colegio que era muy particular, a su corta edad no le importaba comportarse de una manera demasiado afeminada: se pintaba las uñas, compartía mucho tiempo con las niñas y se unía a sus juegos delicados. A Alí jamás le pareció un problema que Daniel fuera así, al contrario, le molestaba un poco cuando alguno de sus otros compañeros lo llamaba "maricón".

Y es que Dani había sido su compañía desde que se cambió de colegio, desde el primer día encontraron temas en común y su amistad, aunque no trascendía los salones de clase, se fue fortaleciendo. Cuando la adolescencia apareció y las hormonas se alborotaron, todos en el salón comenzaron a tener pareja y poco a poco a hablar de sus experiencias sexuales.

Los niños se sentaban en grupos a contar sus historias con las niñas, hasta Daniel tenía algo para compartir. Alí nunca quiso inventar una, le parecía un desgaste hablar de algo que no conocía, sobre todo porque ni siquiera había dado su primer beso aún, entonces  prefería desviar la atención hacia sus otros compañeros.

El problema era que a Alí jamás le había gustado nadie, pero después de esas charlas comenzaba a sentir curiosidad, se imaginaba a sus compañeros teniendo sexo y le encantaba. Un día Rodrigo, uno de los tantos que llamaba "maricón" a Daniel, le contó que le había empezado a crecer vello púbico en su zona íntima, Alí, que siempre fue disimulado, le dijo que no le creía solo para retarlo y que él le mostrara, pero a Rodrigo no le pareció prudente hacerlo en el salón.

- Vamos al baño y le muestro, le ordenó mientras se miraba el paquete.

Rodrigo salió del salón y bajó al baño echando un vistazo hacia atrás para comprobar si Alí lo seguía, pero no fue así. La verdad es que era más fuerte el temor que sentía, no quería que su compañero se diera cuenta de sus deseos, prefiera que las cosas se dieran más natural y así evitar que también le pusieran el rótulo de "marica" a él.

Los días fueron pasando y en una aburrida clase de artística Daniel le mostró a Alí que estaba teniendo una erección, las risas incómodas y pícaras aparecieron y Alí decidió mandar su mano para tocar lo que estaba viendo, era muy grueso y jamás había sentido alguno diferente al suyo. Mientras tapaban con una maleta, Daniel dejaba que Alí tocara su pene por encima del pantalón y en cuestión de segundos ambos estaban erectos.

La situación se repitió un par de veces más y Alí comenzó a ver a los hombres de manera diferente, le gustaba observar a sus compañeros mientras presumían sus abdominales o el pantalón del uniforme les apretaba más de lo normal; sin embargo, nunca quiso ir más allá. Lo mismo sucedía con sus amigos del barrio, a quienes dejó a un lado por empezar a juntarse con gente un poco más grande.

***

El tiempo pasaba y mientras todo su entorno ya había tenido tres parejas mínimo, Alí continuaba soltero y sin haber besado a nadie. En ese momento comenzó a sentir la necesidad de inventar amores falsos; en el colegio hablaba de su novia del barrio, y en su conjunto mentía sobre una enamorada en el salón.

Cuando tenía 15 estaba jugando fútbol en el parque y Francisco, su papá, lo vio corriendo de una manera que no le gustó para nada, al llegar a la casa comenzó a imitarlo de manera exagerada, para él su hijo estaba corriendo muy femenino y eso no estaba bien. Desde ahí Alí comenzó a notar que sus movimientos eran muy finos y recordó cómo le decían a su amigo en el colegio cuando se comportaba así, de manera que decidió empezar a controlarlos.

Inconsciente o no trataba de ser más masculino a diario y empezó a interactuar con una chica del otro salón. Ángela era una mona flaca de ojos claros que destacaba por su inteligencia y capacidad para hablar, tenían muchas cosas en común. Las charlas en los pasillos se trasladaron al chat, las redes sociales y el teléfono fijo, eran horas y horas de historias e intercambio de ideas que hicieron que Alí se enamorara.

Era la primera vez que le ocurría y no sabía cómo expresarlo, sus amigos se empezaron a dar cuenta y apenas le preguntaban, él prefería negarlo aunque era demasiado obvio. Ángela no le era indiferente, parecía corresponderle y eso Alí también lo tenía claro, pero no se animaba a pedirle que avanzaran en la relación y fueran novios.

Se dedicaban canciones, hablaban en los descansos, se escribían cosas bonitas y se querían demasiado. Cuando alguno de los dos faltaba al colegio o tenía problemas, el otro de inmediato se preocupaba. Ya era hora de decirlo, no valía la pena esperar un minuto más sin lanzarse a besarla, entonces Alí se animó. Pero antes de que ocurriera el destino se atravesó y Ángela decidió decirle algo a Alí. 

- Oye, te voy a confesar algo que me he estado guardando pero creo que lo debes saber.

En su mente Alí imaginó que no existía un momento más perfecto en la tierra, pues ambos estarían pensando en declararse al tiempo, pero su felicidad no duró mucho.

- Me gusta Daniel, y creo que se lo diré hoy,  soltó Ángela dejando totalmente impactado a Alí.

Sí, Daniel, justo ese mismo que ya conocemos en esta historia.

- Pero él es gay, fue lo único que pudo decir Alí mientras salía de la conmoción.

- Pues sí, pero yo siento que yo lo puedo cambiar, hacerlo reflexionar. 

Alí, orgulloso como siempre decidió disimular. 

- Dale, entonces me cuentas cómo te va, debo hacer unas cosas, buena suerte, se despidió.

En el fondo estaba seguro que a Daniel le gustaban los hombres y claramente le iba a decir que no a Ángela, pero el hecho de que ella se lo confesara significaba que no estaba interesada en él.

Al día siguiente Alí y Daniel se encontraron en el patio del colegio.

- Ya sabes lo que pasó, ¿no? Le dijo Daniel.

- No, de qué me hablas, replicó Alí ya sospechando lo que se venía.

- Ángela y yo estamos saliendo, se me declaró ayer y ya somos novios.

Un silencio incómodo se apoderó del lugar y el corazón de Alí, por primera vez, estaba roto.



IndefinidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora