Alí llegó al lugar y encontró que Cristobal había chocado su carro contra una de las columnas del parqueadero. La parte delantera estaba sumida contra el concreto y él estaba en el interior tocando su cabeza en una actitud que mezclaba el dolor con la borrachera. Como la ambulancia no llegaba, los vigilantes lo ayudaron a pasarlo a su carro para llevarlo de inmediato a un hospital.
Durante el recorrido no se escuchó una sola palabra dentro del carro; sin embargo, Alí volteaba a mirarlo constantemente para asegurarse de que siguiera consciente. Al llegar, el doctor de la familia lo reconoció y comenzó a hacerle preguntas de rutina, le pidió a Alí que llamara a Victoria o a los papás para avisarles, pero Cristobal lo miró con disimulo suplicándole que no lo hiciera.
La verdad era que no tenía muchas opciones, si no lo hacía él, lo haría el médico y luego tendría que dar explicaciones, entonces llamó al papá porque no se atrevía a hablar con Victoria. No pasó mucho tiempo antes de que el doctor saliera a decirle que no se trataba de nada grave y que luego de suturar una herida y ordenarle unos exámenes ya podría regresar a casa.
El papá llegó a la clínica, Alí le contó lo que había pasado omitiendo el detalle de por qué su hijo había salido tan alterado de la oficina y queriendo manejar su carro cuando había tomado, eso era algo que solo le correspondía explicar a Cristobal. Juan Roberto le agradeció por su ayuda y le pidió que llevara a su hijo de regreso a casa porque él estaba muy nervioso para manejar y había preferido tomar un taxi.
En ese momento Cristobal salió del consultorio y vio que su padre estaba allí cuando él había pedido lo contrario, pero antes de que dijera algo Alí intervino...
— Llamé a tu papá porque pensamos que era algo más grave, la sangre a veces es un poco escándalosa.
— Papá, no era necesario que vinieras, respondió Cristobal intentando ignorar lo que decía Alí.
— Claro que sí hijo, nos asustamos mucho, qué bueno que estás bien. Victoria quedó preocupada y te está esperando en casa, Alí te llevará porque yo no traje mi carro.
La cara de confusión y enojo de Cristobal no se pudo ocultar, pero prefirió no continuar hablando, se despidió de su padre y bajaron al sótano para irse. Nuevamente el silencio fue el protagonista y solo hasta que ya iban llegando al apartamento Alí tuvo que decir algo...
— Tarde o temprano se iba a enterar, en el parqueadero del edificio está tu carro estrellado y tu cabeza rota, no entiendo tu molestia.
— Usted sabe que mi disgusto no es por eso, refutó Cristobal de manera cortante.
— ¿Entonces?, replicó Alí buscando poner el tema sobre la mesa para intentar aclarar todo.
Cristobal se quedó callado y se bajó del carro, Alí no aguantó, se saltó los protocolos y sin esperar respuesta alguna le dijo...
— Fresco que fue un error mío, una confusión que no volverá a pasar. Yo creo que podemos seguir trabajando normal como adultos y evitar esas actitudes tan de mierda como la que está teniendo. Qué se mejore pronto y nos vemos después.
Dio un giro contundente y comenzó a caminar hacia su apartamento de la forma más digna posible. Unos pasos más adelante Cristobal lo alcanzó, jaló su brazo y le pidió disculpas.
— Venga, perdóneme, usted me está ayudando y yo me estoy comportando como patán. Gracias por llevarme al hospital, le dijo mientras lo miraba fijamente.
— No, todo bien, ya pasó. Borrón y cuenta nueva. Mañana nos vemos, respondió Alí fingiendo que nada le importaba.
Antes de que se diera la vuelta Cristobal agarró su cara tan fuerte como pudo y acercó sus labios hacia los de él y lo besó, fueron cinco segundos de juntarlos sin comenzar ningún movimiento adicional. Por un lado, Alí estático con los brazos abajo y los ojos abiertos y Cristobal con los ojos cerrados y sosteniendo sus mejillas con determinación.
Entonces así como empezó, también terminó. Cristobal se separó, y sin decir más, se dio la vuelta y se marchó hacia su casa.