tres

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La mañana siguiente de la puesta de largo de Marina fue incómoda

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La mañana siguiente de la puesta de largo de Marina fue incómoda. Todos nos encontrábamos desayunando, pero nadie hablaba. Al terminar me dirijo rápidamente a mi habitación sin decir una palabra.

–¿Puedo pasar? —Marina se asoma por la puerta y asiento.

–¿Qué pasa?

–¿Me acompañas a visitar a Samuel? Necesito hablar con él. —Me da una mirada de súplica.

–Está bien.

Tomo mi teléfono y salimos de la habitación. Nos movemos por los pasillos sin hacer ruido. Una vez afuera tomamos el auto, yo manejo mientras Marina me indica por donde debo ir.

Al estacionarme, la pelirroja me agarra la mano antes de siquiera moverme.

–Se que lo que ha hecho el hermano de Samuel no ha sido correcto, pero Samuel no tiene por qué pagar los platos rotos.

La observo sin comprender muy bien qué quiere decirme.

–Marina, lo sé. No estoy del lado de Guzmán, lo que ha hecho pasó el límite.

Bajamos del auto y caminos hasta la pequeña entrada. Miro a mi alrededor antes de adentrarnos completamente al edificio. Llegamos al piso y, al ver que Marina no se mueve, toco el timbre. La pelirroja se agacha a amarrar su zapatilla y le doy una mirada extraña, no la tiene desamarrada.

Siento que la puerta se abre y mis ojos dan con un torso desnudo, subo la mirada y me encuentro con el hermano de Samuel, que me mira de pies a cabeza con un cigarro entre sus labios. Siento que Marina se levanta y se pone a mi lado.

–¿Está Samuel? —Marina pregunta.

El moreno se mueve para dejarnos pasar sin despegar su mirada de la mía. Entramos y le doy una rápida mirada a la casa. Marina cierra la puerta detrás de nosotras, no puedo evitar quitar mi mirada del cuerpo del chico.

–Que si está Samuel. –Vuelve a preguntar Marina.

–Está sobando. —Se pone una camiseta mientras contesta.— Se ha pasado toda la noche abrazadito al váter.

Le hace una seña a Marina hacia una de las habitaciones y esta camina hacia ella. La puerta está cerrada, pero ella entra y la cierra detrás de ella.

–Dice que es por la resaca. Pero yo creo que es por el pánico de volver a ese colegio de mierda. —Dice mirando la puerta por la que ha entrado Marina.

Carraspeo con una media sonrisa. Este hombre no tiene pelos en la lengua. Se acerca a la tabla de planchar y alzo mis cejas al ver lo que hace.

–Samuel puede volver, Guzmán no va a abrir la boca. No le conviene. —Sus ojos me escanean curiosos.

–Muy bien, ¿alguna cosilla más? —No puedo irme sin Marina, así que lo miro obvia.— ¿Un café, un agua, una cerveza?

Me siento en el sofá cercano mientras continúo mirando a mi alrededor.

𝐄́𝐋𝐈𝐓𝐄; ɴᴀɴᴏWhere stories live. Discover now