Palabras que duelen

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La sala se quedó en silencio. Los demás amigos de William no dijeron nada, tan sólo siguieron cenando. Yo parecía escuchar aun el eco del portazo. 

Entendía a William: siempre había estado encerrado en su palacio, haciendo su vida simple. Entendía también el dolor que debía tener por dentro. No obstante, también entendía a sus amigos: ¿era esa la vida para un príncipe de veintitrés años?

Me dirigí a la cocina a llevar los platos sucios y por un pequeño ventanal vi a William dirigirse a los establos. Bajé las escaleras y vi a todas las criadas cuchicheando sobre lo que acababa de pasar. 

— Hacía tiempo que no lo veía así. 

— Es un amargado. Va a morir solo. 

— Si yo fuera él...

No soportaba a la gente que juzgaba a los demás. Era cierto que William tenía una posición privilegiada, pero tenía la sensación de que nadie se esforzaba en entenderlo. Nadie lo escuchaba. Así pues, ¿quién podía ser feliz?

— Marie, vengo en un momento — anuncié —. No encuentro mi colgante, creo que me lo he dejado en la bolsa del establo. 

Salí de la cocina y me dirigí hacia el establo. No sabía bien qué hacía, pero desde luego escuchar a los demás cotilleando, no. Hacía mucho frío. Vi a William en la cuadra de Éclair. 

— Hola — saludé. Me di cuenta de que en aquel momento, William podría regañarme por no estar dentro. No lo hizo. 

— Hola — saludó. Su tono era seco, como siempre. Me pregunté si algún día lo vería reír. 

— Éclair siempre es un buen recurso donde acudir cuando estás triste — comenté. Me sentí estúpida, pero William esbozó una sonrisa. 

— No estoy triste — respondió. 

— ¿Puedo hacerle una pregunta?

— Ya la ha hecho. 

Reí con una carcajada. Me pareció verlo sonreír. 

— ¿Qué es lo que le hace tanto daño?

La pregunta pareció incomodarle. Sabía que estaba siendo demasiado atrevida, pero necesitaba llegar a él de alguna manera. Era un caparazón duro con corazón debajo. 

Suspiró. 

— Señorita Céline, usted y sus preguntas innecesarias. 

— Siento molestarle, pero tan sólo intento entenderle. 

Su rostro se volvió duro. Parecía que todo le molestara: evitaba hablar de sus sentimientos a toda costa. Pensé que era muy difícil vivir así: ¿No se sentía amado? ¿Cómo no podía ser feliz, teniéndolo todo?

— Le agradezco su empatía, pero no necesito ayuda. 

Hubo un silencio incómodo. William seguía acariciando a Éclair, que parecía aún un poco tenso. William abrió la boca y parecía un poco más relajado. 

— ¿Usted qué opina sobre el baile que mis amigos han organizado?

No me esperé aquella pregunta. Abrí los ojos y vi que estudiaba mi expresión. Se pasó la mano por la barba; estaba cansado. 

— No creo que mi opinión sea de mucha importancia — me daba miedo su reacción. William era duro y repentino, y temí que su carácter chocara contra mis opiniones. 

— Le he hecho una pregunta, señorita Céline — se había apoyado en la pared. Ya no acariciaba a Éclair, y la tenue luz que entraba por la ventana creaba unas sombras en su rostro que remarcaban su cansancio. 

— Creo que debería estar contento por celebrar un baile. Es una oportunidad para conocer a nuevas personas... y de salir de su rutina diaria. Tan sólo es un baile. A todo el mundo le gustan los bailes. 

— Entiendo — me sorprendió que dijera eso —. Pero, ¿usted ha ido a algún baile, señorita Céline? 

Su respuesta fue como un jarro de agua fría. No sabía a qué se refería. La verdad era que tan sólo había asistido a los bailes que hacían cada año en la aldea, pero, aun así, ¿se estaba riendo de mí?

— No entiendo a lo que se refiere, señor William, pero sí que he asistido a un baile — las palabras me salieron con rabia, enfadada por el hecho de que me menospreciara. Él se acercó a mí. 

— Tenía entendido que la gente del pueblo... 

— La gente del pueblo somos tan normales como usted, señor. No nos haga tontos, porque no es así — salí de la cuadra y me dirigí a la puerta principal del establo. Oí unos pasos detrás de mí, pero eché a correr. 

— Señorita Céline — llamó William 

Pero entré en el palacio y me fui a trabajar. 


El mar entre nosotrosWhere stories live. Discover now