CAPÍTULO V

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Caminaron ambos por el parque, mientras él le contaba como había sido su vida en la academia, de August, de su carrera, de algunos casos.

—¿Y tú? Además de tu vida en ese prostíbulo, ¿qué eras antes?

—Em... —le dijo revolviendo su helado, mirando hacia abajo—. Creí que sabías lo que era.

—¿A qué te refieres?

—Yo soy un androide —pronunció en un tono bajo.

Liam la observó sorprendido ¿Un androide? ¿En serio? Si ella parecía una humana.

—No lo pareces, es decir, es la primera vez que estoy frente a un androide, y tú eres bellísima.

—Gracias —sonrió tímidamente.

—¿Te fabricaron para trabajar allí?

—No, no creo. Yo no sé porqué me hicieron en realidad, cuando desperté, estaba en una habitación con un tipo, que me dijo que me llamaría Lust, y que trabajaría allí.

—Hijos de putas.

—Trabajé casi dos años con ellos, llegué a acostumbrarme a eso.

—¿Te sentías bien siendo prostituta? —le inquirió aturdido.

—Por supuesto que no, pero había aceptado que esa sería mi vida, hasta que mi dueño se aburriera de mi, o me tirara. No sé.

—Quiero saber algo, responde si te sientes cómoda, claro.

—Está bien ¿qué es?

—¿Por qué me elegiste aquella noche?

—Am... No lo sé, te vi sentando allí, sólo, y fui por ti.

—Habían más hombres que también habían entrado antes y después de mi.

—Lo sé, pero tú llamaste mi atención, y que bueno que lo hice —sonrió honestamente—. Gracias a ti, hoy ya no estoy en ese maldito lugar.

—Es gracias a ti también, por ayudarme.

La rubia lo miró, y sonrió una vez más, antes de continuar comiendo su helado. Le gustaba estar con Liam así, simples, siendo ellos mismos.

—Aquella noche, si no hubiera estado en servicio, tal vez... Ese beso no hubiese sido lo único que te habría dado.

Abrió sus ojos sorprendida, sintiendo como los latidos de su corazón se alborotaban dentro de su pecho.

—Eres hermosa, Maddie —le dijo tomándola del rostro con una de sus manos, acariciando suavemente su mejilla—. En serio me gustas —susurró acercándose lentamente a sus labios, antes de besarla.

-o-o-o-o-

Silbó mientras iba subiendo las escaleras, tener una placa le facilitaban mucho las cosas, como ahora para encontrar al idiota de su amigo.

El portero le había dicho cual era el departamento de Madison, y ni siquiera había tenido que decirle el apellido, el cual no conocía. Había bastado con mostrarle su placa.

Tocó timbre, y esperó ansioso a que la muchacha abriera la puerta. Ya quería conocer a esa rubia que le había robado a su cocinero personal.

Es decir, su amigo.

—Hola —pronunció una muchacha castaña, entre abriendo un poco la puerta—. ¿Qué se le ofrece?

—¿Madison? Soy el detective Farrel.

—No, ella no se encuentra.

Arqueó una ceja curioso, y sacó su placa para enseñársela.

—¿Podría hacerle unas preguntas?

—S-Sí, claro —le dijo la muchacha abriendo la puerta.

August observó curioso a la castaña, la cual sólo estaba en ropa interior, con una mascarilla fácil de color gris, y el cabello recogido en un rodete alto.

—Lamento atenderlo de este modo, hace una hora llegué de mi trabajo, y estaba intentando relajarme un poco —sonrió incómoda.

—Dime August —le dijo dándole la mano.

—Clara —Pronunció ella tomándola.

—De acuerdo, hábleme un poco de la señorita Madison ¿de dónde la conoce?

—Ella y yo fuimos obligadas a trabajar en un prostíbulo —pronunció en un tono bajo—. Fuimos liberadas hace un mes y medio aproximadamente.

—Sí, conocía la historia de Madison, pero no sabía que usted también era una víctima.

—Sí...

—¿Ella dónde se encuentra en éste momento?

—No lo sé realmente, cuando llegué ya no estaba. Sólo me dejó una nota que dice que volvería cerca de las cuatro.

Miró la hora en su reloj de pulsera.

—Faltan quince minutos para las cuatro.

—Sí, ella no suele ser muy puntual ¿podría invitarle algo mientras la espera?

—¿Tienes cerveza?

—S-Sí —le dijo desconcertada.

¿Una cerveza?

-o-o-o-o-

—No hacía falta que subieras conmigo.

—Quería asegurarme de que llegaras bien.

Ella miró hacia abajo tímidamente, y el moreno la acorraló entre su cuerpo y la puerta, antes de tomarla del rostro, y devorar su boca.

Si seguía de ese modo, no le llevaría mucho más conseguir lo que tanto deseaba.

Pero una risa estrepitosa, los interrumpió. Un risa que Liam conocía muy bien. ¿Qué demonios hacía él ahí?

Alejó a Madison de la puerta, y la abrió, entrando a la casa y encontrando a August y Clara en el sofá, riendo mientras comían una pizza, y varias latas de cerveza adornaban la escena.

—Liam, hasta que llegas —pronunció poniéndose de pie rápidamente, recuperando su perfil serio—. Te estaba buscando.

—Se nota.

—Así que ella es Madison —le dijo observando a la rubia que entraba.

—¿Hay algún problema? —preguntó preocupada.

—No, no pasa nada, sólo es una visita de rutina —dijo rápidamente Liam—. Y ya nos vamos.

—Sí, claro —se aclaró la garganta el rubio—. Bueno, me alegra saber que ambas se encuentran bien, Clari me ha puesto al tanto de su situación. Le he dejado mi número por cualquier cosa que necesiten. Señoritas, que tengan una buena tarde.

Liam bufó molesto, y salió junto a su compañero del departamento.

—¿Qué diablos fue todo eso, imbécil? ¿Dónde quedó tu maldito profesionalismo?

—No es culpa mía ¿Cómo iba a saber yo que tú estarías por ahí con ella?

—¿Hace cuánto habías llegado? ¿Y tomando cerveza con una víctima? ¿Cómo si fueran amigos de toda la vida? —le preguntó indignado.

—La chica es divertida, además tú quieres follarte a la otra, y yo no te juzgo.

—Es diferente, no puedes actuar de ese modo tan despreocupado, tan poco profesional.

—No, si follarse a una víctima de prostitución, es muy ético y profesional, Liam —pronunció con cinismo.

-o-o-o-o-

Tomó el celular que Clara le había regalado, y agendó el número de Liam. Lo miró por un momento, y se mordió el labio inferior.

No quería molestarlo, pero tenía tantas ganas de escuchar su voz. Tampoco conocía sus horarios de trabajo.

Suspiró, y se acostó hacia atrás en la cama, dejando su celular a un lado. No quería parecer una pesada.

Pero no había dejado de pensar en sus besos...

...

MeekWhere stories live. Discover now