Capítulo III

13 0 0
                                    

Son las 5:07 AM. No he podido dormir. Aún no sé cómo hacer para llegar hasta la ubicación que me envió Elena. Ya tengo todo lo que necesito en mi mochila, la encontré en el armario de mis padres cuando tuve oportunidad de salir de mi cuarto mientras todos dormían. Guardé ropa, bocadillos, mi diario, mis audífonos y mi celular. No pude encontrar el arma de papá porque al parecer la cambió de lugar. Pero sí encontré una navaja, la tengo en mi bolsillo.

No sé si ir a pie o usar el auto de mi madre. Estoy decidida en ir, pero una pequeña parte de mí tiene miedo, angustia, preocupación. No sé cómo puedo aguantar tanta presión, desearía tener ayuda en esto, después de todo tengo planeado salvar a todos.

Afuera hace frío así que me vestí con una blusa abajo, un suéter, una chaqueta, un pantalón y unas botas de invierno. Sé que estamos en otoño, pero la temperatura de aquí es muy baja. Respiro profundo y salgo de mi habitación. Todo está muy calmado. Camino tratando de no hacer ruido hasta la entrada. A un lado de la puerta, en una mesita, están las llaves del auto de mamá. ¿Las tomo o no? Es que no soy buena conduciendo... al diablo.

Las tomo, abro la puerta y salgo. Ya estoy afuera, no puedo rendirme. Camino hasta el auto de mamá y cuando estoy a punto de meter las llaves para abrir la puerta, alguien me llama.

—¿Señorita Camilleri? —Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea— ¿Qué hace usted a estas horas de la noche?

Oh, es el señor Albert, un vecino madrugador.

—No es algo que sea de su incumbencia, señor Albert.

—Usted no es de salir a estas horas, debería llamar a tu padre —intenta avanzar hasta mi casa pero yo me pongo en frente suyo, evitando que pueda pasar.

—¿Usted siempre fue así de metiche? —Frunzo el ceño— No tengo tiempo para esto, o se va y me deja en paz o... —saco mi navaja y se la muestro—Habrá serios problemas. ¿No quiere volver a casa con la pierna apuñalada, verdad?

Con ojos aterrorizados, da media vuelta y se va apresurado. Obviamente no le iba a hacer daño, sólo quería que me deje en paz.

Siento que mi teléfono vibra, lo saco del bolsillo de mi mochila y veo que es una llamada de Elena, ¿Por qué me llama a esta hora?

—¿Elena? —Atiendo.

—Alissa... no... —no entiendo nada, la llamada tiene mala señal, se escucha todo cortado—¡Ellos...! ¡Aquí!

—Elena, no te oigo. Habla más fuerte.

—¡Ya saben lo que quieres hacer! —Exclama seguido de un grito desesperado. Escucho cómo pide ayuda y sigue gritando. La llamada se corta.

—¡¿Elena?!

Corro hasta el auto de mi madre y entro. Enciendo el motor y empiezo a conducir en dirección a la casa de Elena siendo guiada por el GPS. Algo le pasó, algo muy grave. ¿Ya saben de mi plan? ¿Cómo pueden... ?

Oh no.

Acelero aún más, no quiero creer que se la llevaron a ella también, no puede ser posible. Intento llamarla de nuevo pero me muestra que su número no está disponible. Demonios.

Tomo un atajo que me llevará más rápido hacía allí, la casa de Elena no queda muy lejos ni muy cerca. Por suerte no hay autos que me estorben a estas horas, porque es más que seguro que ya habría chocado con alguien.

Reviso el GPS para ver cuánto me falta. Sólo dos calles. Para ser una de mis primeras veces conduciendo, no estuvo mal. Ya veremos cuando tenga que conducir junto a otros autos.

—Aquí es —murmuro mientras estaciono el auto en la calle de enfrente.

La casa se ve extrañamente tranquila, no hay ninguna señal de que haya pasado algo.

Área restringidaWhere stories live. Discover now