Capítulo 9

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Aun cuando Cranston se marchó y sabíamos que Eduardo venía en camino, nadie dijo nada. Todos estábamos en shock. No solo por acabar de ver al temerario Cranston, sino porque insinuó saber que la Comunidad estaba allí. Fue entonces que por primera vez en mucho tiempo me sentí vulnerable. Cuando llegué a la Soledad, solté un gran suspiro porque supe que todo estaría bien, que allí estaríamos seguros. Aún después de descubrir que Cranston le exigía tributo a cambio de protección. Pero en ese momento, eso desapareció, me sentí desnudo en medio del bosque a plena noche.

- ¿Cómo lo sabe? –preguntó Laura por fin- ¿Cómo lo sabe?

- No puedo saberlo...seguramente solo lo dijo...coincidencia –tartamudeó Halston.

- No, él lo sabe –respondió Anderson- Tenemos un Judas en casa.

Aún no podía creerlo.

- Pero ¿quién? –preguntó Vanessa asustada.

- Bueno, al menos sabemos que no está aquí presente –susurró Anderson pensativo.

- Podía ser cualquiera –murmuró Alex.

Laura lo miró pálida.

- Más de tres mil habitantes y podría ser cualquiera.

No, no era cualquiera. Sin pensarlo más, seguí mi corazonada y salí corriendo de la habitación. Todos me gritaron para que me detuviera volviera, sobretodo Anderson que estaba más enojado que asustado, pero en ningún momento me detuve. Seguí corriendo aún al salir de las oficinas, por los pasillos de la Soledad poco concurridos por la hora. No tarde mucho en llegar al apartamento que hacia una semana estaba vacío. Me encontré con la puerta abierta y no dude ni un momento en meterme dentro lo que solía ser un pequeño consultorio dental.

Me encontré a Derek y a Roque tomando el desayuno en su pequeña sala improvisada, ambos me miraron confundido.

- ¿Qué quieres? –me regañó Derek.

- ¡Hola, amigo! – saludó Roque.

- ¿Dónde está Vic? –pregunté agitado dejándome llevar por mis emociones.

Antes de que alguno pudiera responder, vi a Vic salir de una de las puertas en la pared. Empalideció al verme para luego correr hacia la cocina del fondo y escapar por la antigua salida de emergencias. Sin pensarlo corrí tras de él, no sin antes tomar un cuchillo de la cocina. Llegué a un largo y aparentemente eterno pasillo de paredes grises y lámparas tristes. Eran los túneles que conectaban todos los locales con las salidas de emergencias.

Miré a ambos lados tratando de averiguar a donde había huido Vic, pero no demoré mucho en averiguarlo pues pude escuchar sus pasos yendo hacia la derecha. Lo perseguí y rápidamente llegué a las escaleras de servicio, me asomé y pude ver a Vic un piso abajo.

- ¡Alto! –le grité tan fuerte que el chico se espantó y tropezó.

Baje a su posición con una velocidad sorprendente, llegando a él antes de que pudiera ponerse de pie. Lo tomé por los hombros y lo golpeé contra la pared enfadado. Noté que el chico estaba pálido, sudando y temblando. Sentí un extraño placer al darme cuenta que me temía a mí y a lo que pudiera hacerle, me hizo sentir fuerte. Lo miré a los ojos, aunque él se esforzaba por apartar la vista, esperando ver alguna respuesta, algo que confirmara mis sospechas, él era el espía. Él arruinaría todo. No pude evitar que se me cruzara por la cabeza a la Soledad en llamas con Vic riendo junto a Cranston.

- Eres tú –lo acuse muy seguro de mí mismo.

- ¿De qué hablas? –me preguntó asustado.

- No engañas a nadie, desgraciado –estaba muy enojado.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now