Capítulo 46

482 73 9
                                    

Estábamos de vuelta en el canal del río preparando la Caravana para el viaje. Por el silencio que reinaba la ciudad pude deducir que las protestas habían terminado por el momento, lo que era una buena señal. Significaba que no tendríamos problemas para llegar con la cerca. Observé el cielo, pensando que la Soledad estaba bajo esas mismas estrellas, sin saber que un ataque se avecinaba. Me preocupaba no llegar a tiempo para salvarlos, ya estábamos muy retrasados. Con suerte apareceríamos a tiempo para la batalla.

Alex ya se encontraba al volante preparándose para conducir toda la noche, Jafet estaba revisando el motor junto con unos mecánicos de la resistencia mientras Alan se aseguraba que la enorme pipa que habían traído para nosotros no tuviera problemas al momento de suministrarnos. El resto estábamos cargando los suministros que nos habían donado, cosa que terminó siendo fácil, pues no eran demasiados.

Luego de terminar me reuní un momento con Rawvanna para contarle todo lo que había pasado con Derek, pronto se nos acercó Nicole acompañada de un sujeto a quien no habíamos visto antes. Su piel era oscura como la noche, bastante alto y muy bien parecido; de cabello rizado bastante corto, casi calvo. Vestía como si estuviera a punto de irse de campamento a las montañas, por lo que adiviné de inmediato sus intenciones.

- Él es Gregor Winn -lo presentó Nicole-. Él estará a cargo del grupo de resistentes que ira con ustedes.

- Encantado -saludó con una pequeña reverencia.

- ¿Cuántas personas son? -preguntó Rawvanna.

- Cincuenta y cuatro – respondió el Gregor.

- Esperamos que haya algún problema...

- Para nada -negué de inmediato-. La invitación fue honesta.

- Pero tienen que saber que no iremos directamente a Cuba -mencionó Rawvanna apenada- primero...

- A la Soledad -completó Gregor-. Nicole me contó los detalles, parece que lucharemos contra el infame Cranston.

- Solo si no llegamos a tiempo -me apresuré a mencionar.

- No importa, si ese es el precio que hay que pagar para ir con ustedes...los acompañaremos en batalla también...

- Gracias -respondió Rawvanna con una sonrisa incomoda.

- Gregor, seguirás ordenes de estos chicos... ¿de acuerdo?

El hombre rio.

- No será un problema, no seremos una carga.

- Bien, está decidido entonces. Él los guiará hacia el sur, ahí se encontrarán con nuestro contacto y él les dejará salir de la ciudad.

- Gracias, de nuevo -insistí-. Es una lástima que no pueda acompañarnos.

- No se preocupen...

- Es raro encontrar personas tan amables en el fin del mundo -admitió Rawvanna.

- Nunca pierdan la fe -sonrió la mujer.

Luego de despedirnos, nos reunimos con Jafet en la puerta de la Caravana.

- ¿Quién era él?

- Cincuenta resistentes vendrán con nosotros.

- ¿Cincuenta? -se sorprendió Jafet-. ¿Es egoísta si me preocupo porque seamos demasiados?

- ¿Qué quieres decir? -pregunté.

- No hemos hablado mucho de ello, pero hay que enfrentarlo. Los papeles que tenemos...no son nada seguro.

- ¿No crees que deberíamos volver a la Soledad?

- No, me gusta el plan, me agrada y lo apoyo. Pero soy consciente de que es...complicado. No creo que añadir a tantas personas lo haga más fácil.

- Te entiendo, pero la carta fue muy específica...y no decía un límite -respondió Rawvanna.

- En el último censo éramos casi tres mil en la Soledad, no creo que cincuenta más hagan una gran diferencia -admití.

- Además, que mejor forma que viajar acompañados de un pequeño ejército – Rawvanna se encogió de hombros.

Jafet iba a replicar cuando algo lo detuvo, hizo una mueca y señaló detrás de nosotros. Cara venía a encontrarse con nosotros. Cuando me giré de nuevo, ambos chicos habían desaparecido dentro de la casa rodante.

- Hola -saludó Cara algo tímida.

- Hola... ¿te decidiste ya? ¿Vendrás con nosotros?

Vanessa llegó corriendo desde adentro.

- ¡Cara! ¿Si vendrás?

La chica miró al suelo unos segundos, armándose de valor para tomar su decisión.

- Me voy a quedar.

- ¿Qué?

- Gracias por la oferta, pero...no puedo abandonar la ciudad, no así. Tengo que encontrar a Amanda...si, no lo digan. Sé lo que piensan, pero no me importa. No dejaré de intentar...ella haría lo mismo por mí.

- De acuerdo, te entiendo -dijo Vanessa antes de correr a rodearla con un abrazo-. Gracias por todo...nos salvaste la vida.

- Ustedes salvaron la mía -murmuró con la voz cortada-. Era lo menos que podía hacer.

Cuando por fin se separaron, yo también le di un abrazo a regañadientes. Me sentía incómodo, apenas conocía a la mujer. Pero nos había ayudado, mucho, y eso era suficiente.

- Buena suerte, chicos -nos dijo-. Sé que lo lograran...manténganse juntos, es así como se sobrevive a esta mierda.

Nos separamos.

- Jode al régimen por nosotros -le dijo Vanessa.

- Lo prometo, cuenten nuestra historia allá afuera. Que sepan lo que sucede aquí.

Los resistentes que nos acompañarían no tardaron en aparecer. Salieron en fila india por el misterioso desagüe y abordaron un par de viejos autobuses. Entre el grupo había niños, mujeres y hombres de todas las edades, desde pequeños de unos diez años, hasta una pareja de ancianos. Todos los que eran relativamente jóvenes, traían armas consigo. Por un momento comencé a preocuparme de que estuviéramos llevando a esas personas a un destino fatal como lo hicimos con Vic. Traté de no pensar mucho en ello y mantener la esperanza.

Primero arrancaron los autobuses llenos de resistentes, luego Alex puso en marcha la caravana detrás de ellos. Me asomé por la ventana y vi como Nicole, Cara y compañía se despedían de nosotros con un gesto. Antes de alejarnos lo suficiente, antes de desaparecer en la lejanía pude leer los labios de Nicole. Sonreí y le respondí sin importarme que no pudiera oírme.

- Viva la resistencia. 

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now