Él... y sólo él podría ser mi calma...

121 8 2
                                    

Melendi le levantó a la fuerza para echarle de allí, mientras me dirigía una apacible mirada enunciando

- Mi amor voy a sacar la basura, algo que debía haber hecho desde el principio

Cuando Adrián volvía a estar de pie, Melendi le empujó de nuevo, en cuanto pisaron la calle mi chico cerró un poco la puerta, creo que pretendía evitar que yo le escuchará pero le oía igual, amenazas y más amenazas en eso se basaría nuestra relación

- Pensaba que no podías ser más miserable y todavía me sorprendo de que sí... pero te lo advierto a mí humíllame, ódiame, insúltame... lo que quieras, sin embargo, a ella la dejas, no te acerques, no la ofendas, no la molestes y por tu vida no intentes tocarla ni agredirla, porque no respondo de mis posibles actos, y... y esto (enmudeció por unos segundos, fue un silencio roto por un golpe que parecía un puñetazo y después algunos suaves quejidos y creo que hasta un escupitajo) es por lo de esta noche, porque a Malú... a mi chica tú no la llamas zorra y menos le levantas la mano, así que ahora si quieres corres a denunciarme porque me importan una mierda tus acusaciones

El sonido de la cancela del jardín dio paso otra vez a una intervención de Melendi que preguntaba agitado

- ¿Dónde tienes las llaves? devuélvemelas ya... ¿qué haces? ¿pretendes pegarme? ¿buscas que te dé otra hostia? no me hagas registrarte porque terminas como en nuestro último encuentro

Me sentía al límite del colapso, la dificultad que me abordaba a la hora de respirar lograba angustiarme... necesité liberarme... expulsar fuera cada gota de rabia y desilusión, en la que Adrián me había asfixiado... comencé a vociferar sin preocuparme de las consecuencias que este gesto supondría para mi garganta, únicamente deseaba gritar... gritar repetitivamente hasta desgastarme... hasta desaparecer... hasta vaciarme... hasta que el dolor me hiciera enmudecer...

- ¡Qué te jodan cabrón! ¡qué te jodan! ¡me das asco! ¡me das mucho asco! ¡qué te jodan imbécil! ¡qué te den por culo

Melendi entró en casa y clavándome sus preciosos pero tristes ojos de preocupación, caminó despacio acercándose a mí, tanteando mis reacciones a su proximidad... sin embargo, yo continuaba con mi desahogo

- ¡Eres un desgraciado! ¡ahhhhhhhhhhh! ¡te odioooooo hijo de puta! ¡te odio! ¿cómo pude creerte...? ¿cómo pude quererte...? te... te o... te odio...

Mis palabras se fueron apagando, se rompió mi voz porque mis frágiles emociones se quebraron... no aguanté... la presión que sufría mi cuerpo era insoportable, consiguiendo transformar cada letra en lágrima y cada lágrima en tormento... un tormento que me estaba destruyendo... culpa, decepción, frustración... una amalgama de impresiones algunas incluso irreconocibles, que debilitaron mis piernas... las fuerzas me abandonaron, rindiéndome de rodillas en el suelo... pero ni siquiera sentí el golpe al caer... perdí la mirada en un punto determinado que no logro recordar sencillamente por mi grado de abstracción, mis ojos observaban sin embargo no veían... tan sólo lloraban de forma desconsolada nublándome la razón y cualquier percepción.

Melen dejó la cautela y se lanzó efusivamente sobre la tarima también, antes de tocarme se pronunció cerca de mi oído

- Soy yo cariño, soy yo... (sus manos se apoyaron en mis hombros por detrás e inconscientemente mis músculos se tensaron) y estoy contigo (sus brazos se deslizaron por los míos tímidamente hasta que me rodearon por completo) tranquila por favor... no me hagas esto (sus labios se asentaron en mi nuca empezando a depositar tiernos besos, aunque sabía que era él, mi anatomía temblaba) no soporto que estés mal, te quiero ¿lo sabes verdad? (notaba como cada vez me comprimía contra él con una mayor intensidad)

- (Me esforcé por responder en una encarnizada guerra contra mí misma) Me... Melendi necesito estar... estar sola... (le pedí sollozando)

- No, lo siento, no me marcharé aunque me lo supliques, porque lo único que necesitas es que te mimen (besó mi cuello) que te cuiden (besó mi espalda) que te amén (besó mi pelo)

¿Cómo podía tener a un hombre increíble junto a mí y a la vez sentirme tan miserable? sus ofrecimientos eran tan atenuantes, sus labios tan reparadores, el calor de sus brazos tan humano, su cariño tan real... que por segundos lograba olvidar, sin embargo, las lágrimas que seguían rodando por mi piel, me recordaban el motivo de su presencia volviéndome a clavar el puñal, dañándome doblemente porque Adrián consiguió lo que pretendía... su propósito era hacerme sufrir y... y lo estaba cumpliendo... lo había cumplido... Malú objetivamente tocada... oficialmente hundida... literalmente destrozada en vida...

Melendi buscaba ser mi sosiego por eso en cuanto mi llanto arremetió con más insistencia e intensidad, obligándome a taparme el rostro con las manos para ocultarme, él volvió con su antídoto... con su voz profunda de tono afable y suave

- Shhhh... ya está cariño, ya está... no llores por favor... (acarició mi cabello con delicadeza) porque te confieso que eres la mujer más linda del mundo, pero también la persona más fuerte que conozco y un gilipollas no va a poder contigo jamás, no le des el gusto

- ‎La única gilipollas soy yo... dos años perdidos al lado de un hombre para él que no he sido nada, nada... (alcé el volumen) permití que me tocara y me besara... me entregué a un cabrón que ni siquiera me respetaba... dos malditos años... malgastado tiempo perdido... no me lo perdonaré nunca... qué imbécil fui, qué tonta e inútil joder, soy lo peor... (golpeé mi frente varias veces intentando hallar desahogo)

- No te martirices así (afirmó tajante sujetando mis muñecas) tú no eres la culpable... ven aquí conmigo (me tomó por la cintura forzándome a sentar y después de que él repitiera ese mismo gesto, me deslizó por el suelo hasta que mi espalda se contuvo en su pecho y mi mejilla descansó sobre su hombro)

¿Amigo? (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora