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Tony gimió cuando Steve salió de él otra vez, presionando suaves y húmedos besos sobre su espalda, su columna vertebral

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Tony gimió cuando Steve salió de él otra vez, presionando suaves y húmedos besos sobre su espalda, su columna vertebral.

Era más de media noche, o eso parecía.

Estaba temblando, se sentía caliente, sentía su culo mojado alrededor de la polla de Steve, ésta caliente y gruesa, aún dura, mientras se deslizaba hacia atrás y fuera de él, tan fácilmente. Tony enterró la cara en su brazo, lloriqueando, y gimió de nuevo cuando Steve se enterró en él, de un empuje, duro.

Se sentía ardiente por todas partes.

Llevaban haciéndolo en el lecho, antes de dormir; era la mejor forma de preparar el sueño, se agitaban y se agotaban tanto, que el sueño era profundo y placentero.

Apenas había sido un día agotador, con trabajo usual, y el sexo al menos una vez al día. Steve siempre tenía tanta energía.

La polla de Tony se balanceó, erecta, de un lado a otro, por la fuerza incontenida de Steve al penetrarlo otra vez, y otra vez, y de nuevo.
Stark lloriqueó, gritó, aún ronco, rudo, glorioso. Rojhaz también estaba jadeando.

—¡Dormir!

—¡Silencio!

—¡Vayan al bosque!

Tony se quedó sin aire cuando escuchó las quejas de otros salvajes fuera de su tipi, muy cerca a donde ellos estaban, su rostro se calentó mucho del bochorno. Pero Steve no se detuvo, siguió embistiéndolo con vigor, como si no pudiera parar.

La zona donde se habían asentado tenía en su mayoría familias o parejas viejas, pocos eran matrimonios recientes como el de ellos.

Steve se encorvó hasta pegar sus labios en el oído izquierdo de Tony, éste arqueando su espalda, facilitándole la cercanía, él aún trataba de contener su voz, pero no podía. El calor y la presión del pene de Steve, insistente contra su próstata, sin parar, lo tenían colapsando.

—Contrólalo... por favor —jadeó Steve, en su oído, sin dejar de embestir.

Pero Tony seguía gimiendo sonoramente, así que Steve cubrió su boca con una de sus manos, buscando no lastimarlo, amortiguando los sensuales sonidos que emitía su omega.

Stark se dejó domar, irresistible, tampoco quería que Steve se detuviera, y agradecía que sus incontrolables jadeos fueran menos ruidosos ahora.
Rojhaz resoplaba con fuerza cerca de su oído, de vez en cuando besándole el hombro o succionando parte de la piel de su nuca.

Tony sabía que eso le dejaría marcas rojizas, pero no importaba.

Steve aceleró sus embestidas, aumentando el golpeteo de sus bolas contra la estirada entrada de Tony, por un momento, ambos temblaron de anticipación, y el omega se liberó del agarre del alfa, y gritó contra las mantas del lecho, abriéndose, sus piernas sin fuerzas, sus músculos tensos y cansados.

The Wild Alpha I Fell in Love [with]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora