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—Esto, esta pequeña piedra de plata, tiene mucho valor allá lejos, de donde venimos —señaló Tony, tomando la plata en forma de piedra, botada en el río

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—Esto, esta pequeña piedra de plata, tiene mucho valor allá lejos, de donde venimos —señaló Tony, tomando la plata en forma de piedra, botada en el río.

No era un río hondo ni grande, era una de las tantas ramificaciones de uno más importante, seguro, o algo similar, pero el agua era cristalina, aunque había encontrado un trozo de plata primitiva acumulada en la costa, mojada por el movimiento de las ondas en el agua; era bastante deducible que no era muy frecuente encontrar una, sobre todo, diferenciarlas entre las tantas piedras claras. Era un pequeño trozo perdido, lejos de su yacimiento. Claro, que aquí no tenían idea de su valor, y Tony apostaba que quizás ni siquiera se habían interesado en el material.

—Es solo una piedra que parece brillar un poco más que las demás.

—Pero tiene propiedades que las piedras comunes no tienen. Éstas se derriten, y de eso puedes fabricar muchas cosas.

Steve lo miró curioso por unos segundos, antes de concentrar su atención en la piedra. A la luz del sol brillaba nacarada, plateada, pero parecía desprender polvo plateado cuando la frotaba mucho contra sus dedos. Nunca había visto nada similar en el pasado, ni siquiera las pepitas de cobre eran así. Ellos habían aprendido a tallar el cobre golpeando las pepitas con piedras grandes, calentándolas durante un tiempo.

—Te creo. —Fue lo que Steve dijo.

—Dime donde nace el río, ahí hallaremos más.

—No lo sé con exactitud. Pero no es cerca.

—Entonces averiguémoslo.

—Está muy lejos, Tony... No es prudente-

—Por favor... —Últimamente, esa pequeña frase lograba cosas increíbles a favor de Tony.

Y cuando vio a Steve resoplar, supo que pronto conocería la fuente de plata.



Recordó esa pasada situación, justo en ese momento, cuando trataba de tomar agua del río; sus pies ardían, calientes, adoloridos. Habían caminado a paso rápido casi toda la noche; aunque en realidad, Osborne había tirado de la cuerda sobre su tórax, y por temor a que eso resultara mal para su cría, se vio obligado a seguir el ritmo desconsiderado.

Tenía mucho sueño, estaba cansado, y no había comido bien, apenas unas bayas al paso, y él necesitaba más, mucho más, esto no estaba bien, nada bien.
Tony necesitaba dormir, y comer algo decente, además de que su cuerpo se empezaba a sentir incómodo al estar lejos de Steve.

—Necesito dormir, Osborne —reclamó Stark, aún con sus manos atadas y mojadas en el río.

—No puedes darte ese privilegio, omega, puedes resistir.

The Wild Alpha I Fell in Love [with]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora