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Tony nunca se había imaginado, en toda su vida, que alguna vez escalaría, de verdad

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Tony nunca se había imaginado, en toda su vida, que alguna vez escalaría, de verdad. De hecho, hasta la sola idea le resultaba agotadora.

Sin embargo, ahí estaba, terminando de subir cuesta arriba. La altura no era mucho problema, de hecho no era tanta, pero habían ido a caballo lento toda la bendita mañana hacia ese lugar.

Aunque Tony tenía que admitir que la vista era impresionante, las águilas volaban incluso más alto que eso, y el aire cálido batía sus cabellos cortos; a su lado yacía Steve, sonriéndole para darle ánimos, también escalando cuesta arriba. Los músculos bronceados de su brazo y espalda brillaban con el sol y el sudor perlado del esfuerzo; Tony tenía que dejar de verlo así, porque si se distraída, caería.

No era la única pareja escalando, eran cerca de diez parejas más cuesta arriba. Otra cosa de las tradiciones salvajes de la zona, una especie de iniciativa para las parejas jóvenes que no tenían más de dos estaciones juntas.

La pareja guía era relativamente joven, ambos a mediados de sus treintas, ya estaban arriba del risco.

Tony no sabía para qué era esto, pero tenía que seguirles la corriente, en todo caso. Además, Steve parecía feliz de participar, y si él estaba feliz, no podría ser malo.

Había una cascada a unos diez metros de donde escalaron, no era escandalosa ni nada, de hecho era la desembocadura de un río que de seguro conducía territorio dentro, y la caída alimentaba un río tan pacífico, que incluso alguien creería que no tenía ninguna corriente que lo moviera.

Steve llegó primero, y lo ayudó a llegar a la cima con una mano. Lo primero que hizo al estar arriba, fue ver el paisaje desde allí, el aire tibio abrumó todos sus sentidos, le dio la ventisca fresca en el rostro.

Y a excepción del hilo grueso de río critalino y el camino que lo escoltaba, todo lo que se extendía era verde, de muchas gamas de colores, como si un artista hubiera combinado sus mejores paletas y las hubo matizado en escala de verdes oscuros, el bosque era alto y largo, con desniveles rocosos y espacios verdosos planos, había muchos pinos; desde ahí también se escuchaba el sonido de varias aves silvestres, incluso un águila pequeña los acompañó todo el trayecto, antes de continuar cuesta arriba, de donde se escuchaban algunas águilas chillar en lo alto.

Tony solo podía ver todo el paisaje, tranquilo, bailando lento al ritmo del viento.
No había nada en el panorama que a Tony no le hubiese gustado plasmar en su mente para recordarlo siempre.

Steve besó su frente y juntos fueron a la ronda de parejas que estaban ahí presentes. Par a par, con las piernas cruzadas, había un espacio un poco más notorio entre cada par, y esperaron a los demás que aún faltaban llegar.

Ya eran poco más de dos meses en Roanoke, y Tony estaba orgulloso de su avance en el dialecto, podía comunicarse decentemente.

La pareja guía, era un par alfa-omega muy tradicional que les habló de algunas cosas de la convivencia diaria. De los futuros bebés que tendrían, Tony se puso tenso durante esa parte del discurso, y del significado de la iniciación.
Les pintaron una línea roja en la frente, cada par se tomó de las manos, y luego hicieron una especie de meditación para comunicarse con la naturaleza... o algo así, cerraron sus ojos, y la pareja guía seguía y seguía hablando, acerca de la naturaleza, de la fertilidad, del ciclo de la vida.

The Wild Alpha I Fell in Love [with]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora