Capítulo 21

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En la segunda parte le correspondía sacar al equipo rival.

Les dirigí a cada uno de los cinco chicos que habían decidido que me querían como capitán una mirada cómplice.

El plan era simple: les quitábamos el balón con toda la velocidad de la que fuéramos capaces e impedíamos al resto de nuestros compañeros ponerle un pie encima, si lo hacían empezaría una guerra interna entre nosotros, y debíamos evitarlo aunque nos atacaran por ello. Porque nosotros no les responderíamos, pero entre ellos podrían hasta lesionarse.

Carrie hizo el pase inicial a Ronny, el delantero más próximo a ella, y este empezó a moverse por el campo como una centella.

— ¡Izzy! ¡Mantente donde estás! —grité mientras cubría a un centrocampista enemigo.

Ronny intentó pasarle, pero se dio cuenta de mi presencia y miró a su alrededor buscando otro compañero. Por desgracia para él, todos estaban cubiertos.

Fue entonces cuando Izzy aprovechó aquello para quitarle el balón... O más bien lo intentó.

El delantero hizo una finta con envidiable agilidad y siguió su camino sin inmutarse por el vano esfuerzo de mi compañero.

Sin ningún problema sobrepasó a la defensa y al portero y marcó otro gol.

— ¡Ronny! No acapares toda la diversión para ti solo —gritó Carrie haciendo un puchero.

— Tranquila. ¡A la próxima te toca a ti!

Dylan comenzó el juego la siguiente vez. Intentamos aprovechar aquella ocasión para avanzar por el campo rival pero, una vez más, nos quitaron el balón y marcaron.

Y así la siguiente vez. Y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente... hasta que el marcador marcó un diez a cero.

Desde luego nos estaban ahorrando el trabajo de evitar confrontaciones; algo bueno había que verle a aquella situación que arrastraba nuestro orgullo por los suelos.

— Queremos un cambio de jugadores —dijo Dave antes de que volviéramos a sacar de centro.

— ¿Qué cambio? Si no hay nadie en los banquillos.

— Quiero ocupar la posición de portero, Zeke será ahora delantero.

Todos nos sorprendimos por aquello pero, sobre todo, sentimos algo de esperanza. Tal vez Dave no fuese tan buen portero como su amigo; tal vez tuviéramos una oportunidad, por pequeña que fuera, de redimirnos en aquel partido.

Hice un gesto de ánimo a mis compañeros y estos asintieron, con las ganas de luchar recuperadas.

Esta vez, en lugar de pasar a Rhona como había estado haciendo el resto de las veces, Dylan me pasó a mí.

Recibí el balón y corrí por el campo prestando atención en todo momento a la posición de mis camaradas.

— ¡Que te crees que vas a pasar!

Saturn lanzó una segada con toda la intención de rematarme el tobillo. Pero esta vez yo ya me esperaba algo así. Chuté la pelota hacia arriba y salté para interceptarla con el pecho y devolverla al suelo.

Seguí corriendo. Y durante la carrera pude oír los comentarios de los centrocampistas que se acercaban a mí:

— ¿Acaba de intentar robarle el balón alguien de su mismo equipo? Esta vez se ha visto claramente que lo ha hecho a propósito, ¿pero qué les pasa?

— No es nuestro problema. Si se hacen la zancadilla ellos solos, mejor. ¡Vamos a por él!

Entre los dos cargaron contra mí.

Querido amigoOnde histórias criam vida. Descubra agora