Capítulo 5: Eros

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"¿Que sientes cuando me ves? Miedo, odio, dolor, amor... un sentimiento vibrante y descolocado que surge de las palmas de mis manos y viaja en tus dedos y en tus ojos, que provoca tempestad en cada lugar que analiza tu mirada, tempestades microscópicas e invisibles que nadie contempla más que yo. Le llamare erotismo. Esa exuberante sensación cuando contemplas arte. Cuando te contemplo a ti, musa. Ángel pintoresco, de alas despeinadas. Ese frio termino que se atribuye a observar genitales sin gracia ni belleza. Erotismo no es ver a una mujer sin ropa.

Erotismo es ver arte. Es entender que, o quien es arte.

Es un cosquilleo, en el cuello; es una sonrisa de lado, remorderte los labios de la emoción y no saber contenerla. Eso es erotismo.

Y tú, mujer, erótica... necesito contemplarte un poco más."

La primera carta de tantas que Arthur le escribía a esa mujer. A lo que otros le dirían un par de ojos bonitos, aunque para él era un universo entero caminando y bebiendo.

A veces se decía a si mismo que si tan solo supiera leer... podría conocer a un hombre diferente que el que veía cada martes y finde semana. Vería a ese hombre que sabe entender lo que siente o aparenta saberlo y le daría la confianza de que en sus brazos ya nunca volvería faltarle nada.

Pero ese era solo un hombre contenido en letras, que ella aún no entendía. Pero cuando las entendiese le daría sus cartas, como un ejército de letras al cuidado de la reina y el vería su sonrisa mientras las leyera. Aunque aún no llegase ese día.

Para formar una palabra completa necesitáis varias combinaciones, la mayoría son letras en pareja que forman grupos. Luego cuando las reunís y ordenáis, forman sonidos. —ella se concentraba en el lápiz mientras Arthur hablaba y veía las letras, que eran garabatos en grupos, como pequeños símbolos. —Ahora, para formar la palabra necesitáis silabas o parejitas. Las parejas necesitan dos clases de letras: una debe ser consonante y otra vocal. Como un hombre y una mujer, un negro y un blanco y un activo y un pasivo. Un contraste, cosas distintas que encajen.

—¿Como un pene y una vagina? —dijo ella determinada y él rio un poco por lo directo del comentario.

—Si, algo así—dijo en medio de una risa, rosando a lo infantil.

—Vale, de eso si entiendo—ondeando su bandera de puta—¿y si una de esas letras no tiene una pareja?

—Pues puede ir sola. Cuando os digo "somos tu y yo" ese "y" es una palabra completa pero solo es una consonante, está sola, sin pareja.

—Pero puede tener pareja esa letra?

—Si, pero perdería su significado y sería reemplazado por otro, mira: "y" es una palabra; "yo" también es una palabra, pero totalmente distinta.

—Como las personas...—dijo en medio de un susurro.

—¿Qué dices?

—Como las personas... estamos solos y significamos algo. Y cuando estamos con otros, significamos algo distinto.

—¿Significamos? Habláis de que nos comportamos diferente.

—Algo así, sentimos, pensamos y somos diferentes. Tú me hacéis diferente. —Arthur se sonrojo. —porque contigo no tengo miedo...

—¿Puedo besarte?

—Deberías hacerlo. — y antes de que el siquiera se percatase ella impulso sus labios en contra de los suyos tomándolo de las mejillas, perdiéndose en la primera vez en 5 años que volvía besar a una mujer... de esa forma. Candentemente y de forma volátil, fortuita y suave a la vez. Tiernamente, encontrándola a ella entre cada roce.

...

—¿Puedo sentarme junto a vos elegante caballero? —Génova estaba avanzando con las clases, a pasos gigantes con mucha voluntad y entusiasmo. Tenía 15 y devoraba cada lección como una niña de 6 que comprende el mundo por primera vez.

Ese día se habían citado en un parque, en la mañana, a la hora que tocan las campanas de la iglesia y la noche aún no se despide. Ella se aburría del mismo olor, pero no de la misma compañía, por lo que pidió que expandieran su imperio a más allá de un bar, y a más de la noche. Él dejaba de ser un sujeto raro a un hombre de los que ves en traje en la mañana y a los que les sonríes dulcemente más que por coquetería. Dejaba de ser un miembro con sentimientos a un hombre de verdad, de los que hablan las canciones y las leyendas románticas.

—No juguéis conmigo señorita, no confunda mis intenciones, soy vuestro maestro. —les divertía jugar de esa manera, como si pudiesen ser enamorados... como si ella fuera una chica común que caminará diariamente con ese precioso vestido amarillo con detalles en azul. Como si luego fuese ir a la escuela en vez de ir a vender algo de hierba. —Espero hayas practicado, Génova. —su dulce nombre entre sus labios.

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⏰ Last updated: Nov 20, 2018 ⏰

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