Resistir.

Capitulo 10

Omnisciente.

Llego a lo que había sido su casa desde que esa mujer la recogió viviendo días de infiernos y dolor aún más grande que los que vivía en la casa donde nació, los maltratos habían sido desde el primer día de vida, jamás habían parado durante veintiún años, era un delirio tener que soportar cada día tanta mierda. Cuando decía que nunca había sido feliz nunca lo había sido de verdad, era un fenómeno que todos creían tener derecho de maltratar y humillar cada vez que podían porque nadie jamás se tomaba un segundo para pensar en como ella se sentía, cuantas veces deseo poder tener una vara mágica y cambiar su vida, pero eso era imposible porque esa vida era la que merecía.

Lauren se camino hacia la cocina donde el polvo se había acumulado llegando a uno de los cajones con las lágrimas cayendo por su rostro sin parar, no había dejado de llorar desde que salió de la casa de los Cabello, no podía dejar de pensar en las palabras de las personas que se supone que deberían amarla y apoyarla, pero eso jamás iba a suceder e iba a tomar el consejo que ellos le dieron esa noche. Debía hacerles el favor a cada una de las personas de ese pueblo por más que le costara, por más que le iba a doler pero estaba tan cansada de ser ella, de ser una mierda de persona, de tener que cargar cada día con el peso de solo ser ella, de ser un fenómeno de mierda asquerosa que nunca nadie iba a querer en la vida, excepto Sofia ella era la única persona en su vida que había valido la pena.

Pero incluso a ella debía hacerle ese favor de desaparecer, porque ella no debía querer a un fenómeno, no debía ser su amiga porque no lo merecía, no merecía nada de nadie, ella solo debía morir para hacerles el favor a todo el mundo. Era una mierda, un asco de persona, no iba a servir nunca para nada y debía de dejar de ocupar oxigeno, solo era una maldita pesadilla en la vida de cada persona, ella no quería seguir viviendo tampoco.

Se había rendido, ya no podía seguir aguantando nada más, quería por alguna vez tener paz, sentirse segura de sí misma, y sentir amor verdadero, amor que Sofia había entregado en esos días, al menos supo lo que era sentir abrazos. Pero no lo merecía, debía morir, debía desaparecer porque así todos iban a estar mejor, todos iban a ser felices, ella no servía para nada en esa vida.

Abrió uno de los cajones tomando el cuchillo para buscar una de las botellas de Vodka que Maria había dejado antes de morir, eso haría tener la valentía de enterrar el cuchillo en su cuello para así morir, esa era su única opción, sabía que iba a ser muerte instantánea y que no iba a ver posibilidad de reanimación, aunque para ser honesta consigo misma. ¿Quien vendría a hacerle reanimación? Nadie. Estaba segura que luego de su huida de la casa Cabello una celebración se debe haber montado, quizás eso era lo que ellos querían conseguir, de esa manera sacarla de sus vidas y claro que lo habían logrado, porque estaba segura que todo eso había sido planeado para que se fuera de la casa de una manera más sutil.

Iba a morir sola, nadie iba a darse cuenta de su muerte porque a nadie le importaba lo que sucedía con ella, quizás harían una celebración cuando supieran que se había quitado la vida, por fin la fenomeno del pueblo se había marchado de sus vidas para siempre, por fin había dejado de fastidiar. Ya no iba a ser la molestia para cada uno de ellos, iban a ser completamente felices, a nadie le importaba quizás a la pequeña Sofia pero ella no merecía a alguien como Lauren, ella iba a olvidarse de su existencia que era lo mejor para todos.

Abrió la botella caminando hacia lo que era su habitación tan desgastada y un basural donde el frío se colaba cada día por los hoyos que habían en las paredes, algo tan miserable como ella lo era. Se deslizó por la pared bebiendo el líquido que quemaba su garganta sin parar pensando en cada momento de su vida sin dejar de llorar, recordando como había sufrido tanto, como había soportado tanta mierda en su vida, las golpizas hasta casi desfallecer, cada cosa que vivió llegaba a su mente, el nunca recibir alguna muestra de afecto, un aviso de que todo iba a mejorar, nada, siempre estuvo sola.