"Imagino tanto la muerte que ya es como un recuerdo
¿Es aquí donde me alcanza, de pie, unos cuantos pasos frente a mi?
La veo venir, ¿Corro, o disparo, o la dejo pasar?..."
"¿Cómo un bastardo, huérfano, hijo de una prostituta
y un Escocés, dejado en...
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El barco había llegado. Estaba pisando el suelo de aquella nueva tierra. Finalmente había llegado.
. . .
1776. En la ciudad de Nueva York.
Se escuchaban los galopes de los caballos que tiraban de los carros donde iba las personas adineradas, a diferencia del un joven caribeño de diecinueve años de edad, un inmigrante, quien había logrado entrar a la universidad de Princeton como un estudiante privado.
La plaza estaba llena, había decenas de personas por montones, las cuales te hacían casi imposible el poder avanzar a donde sea que te dirigieras, aunque nuestro protagonista no tenia idea de a dónde ir primero, ni tenía la certeza de la dirección que debía tomar.
En unas horas anochecería, debía comenzar a buscar un lugar donde pasar la noche. Regresó por el camino que tomó, había visto un lugar aceptable para su cometido, pero entonces, en aquella plaza a lo lejos de la gente, divisó un sujeto que se recargaba en una pared con un libro en manos, y podía estar casi seguro de saber quién era aquel hombre.
Sin dudar un segundo, se arrojó a la multitud empujando a las personas que se interponían con su objetivo.
El hombre de traje violeta se separó de la pared y comenzó a caminar a dirección contraría al caribeño, aun sin despegar su mirada del libro. Entró en pánico el chico, el hombre estaba alejándose cada vez más y él aun no salía de esa multitud.
-¡SEÑOR!!!- gritó fuerte el chico.
El hombre detuvo sus pasos y junto a muchas personas que pasaban dieron un brinco por la magnitud de la voz. Y antes de que retomara su camino, el caribeño castaño se colocó frente a él para no dejando lo pasar.
-Perdone me- se disculpó el inmigrante mirándolo nervioso- Pero, ¿es usted Aaron Burr señor?
El otro sujeto fruncía el ceño molesto de que le interrumpieran su paso.
-Eso depende, quién pregunta?- cerró su libro en manos prestando le un poco más de atención al otro.
- Oh, claro, por supuesto señor- se enderezó mejor e hizo una leve reverencia, cosa que le pareció algo extraña a Burr- Soy Alexander Hamilton, señor, a su servicio estoy, lo estuve... ¡BUSCANDO A USTED!- se acercó aún más al otro.
- Ya tengo nervios...- dijo algo incomodo de la cercanía, pasándolo de largo y volviendo a caminar.
-¡SEÑOR!- gritó nuevamente, caminando a su paso aunque este no volteara a mirarle- Escuche su nombre en Princeton y estaba buscando un curso acelerado de estudio cuando tuve un mal entendido con un compañero suyo. Creo haberlo golpeado- el otro abrió un poco más los ojos- Es algo borroso señor, creo que manejaba las finanzas y-