Cap. 36

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Narra Agoney

A: a ver...
R: es un poco...
Gl: ay, díganme ya algo que me están poniendo de los nervios.

Reímos por su comentario y me mira fijamente.

Gl: díganme ya qué es.
A: pues...te presento a tu cuñado.
Gl: ¿Qué? No entiendo.

Le miro sonriendo mientras muevo la cabeza de un lado a otro.

A: que ahora ya es verdad todo lo que digas sobre nosotros.
Gl: ¿Qué? Ago, no entiendo nada, dime las cosas claras.

Miro a Raoul, el cual se está aguantando la risa desde el comienzo de la conversación.

R: que somos novios.
Gl: ah, ya lo sabía.

Raoul y yo nos miramos con los ojos como platos y miramos a Glenda, quien no para bde reír.

Gl: es muy obvio, se nota que se quieren, por como se miran...y además cada vez que se miran son como niños con juguetes nuevos; les brillan los ojos.
A: ¿En serio somos tan obvios?
Gl: sí, desde que me dijiste lo de que él iba a hacer una fiesta tenías una voz de enamorado...

Miro a Raoul, que me mira con la cara mas tierna que he visto nunca y ladea la cabeza.
La verdad es que mi hermana tiene razón. Desde que le vi pensé que era muy guapo, pero luego me di cuenta de que es mucho más que un cuerpo increíble. Me ha demostrado mucho más que ninguno de mis exnovios y eso que lo conozco desde el viernes, y eso es lo que me encanta de él.

De repente Glenda empieza a pegar pequeños golpes en mi hombro.

Gl: ¡Ago! ¡Tierra llamando a Ago! ¡Despierta!
A: perdón, perdón...
Gl: ¿Comemos?
R: ¡Sí, sí, por favor!
Gl: hijo, como tengas las mismas ganas para comer que para otras cosas...

Glenda empieza a reír como una loca mientras va hacia la cocina. Raoul me mira rojo como nunca antes lo he visto. Empiezo a reír yo también al ver su cara y me acerco a él para rodearle con mis brazos.

A: ven, vamos a la cocina.

Agarro su mano y lo llevo hacia la cocina. Al llegar me siento en una silla y suelto su mano. Él no tarda ni un segundo en sentarse a mi lado.

Glenda nos pone delante un plato de macarrones para cada uno y se sirve el suyo para después sentarse enfrente de nosotros.

Gl: que aproveche.
R: gracias.

Mientras comemos, Glenda no para de mirarnos, cosa que a Raoul le pone muy nervioso.

Terminamos enseguida de comer.

R: bueno, yo me voy a ir ya...
A: quedate...quedate un rato ¿No?
R: no hace falta, adiós, mañana paso a recogerte para ir al instituto, ¿Vale?
A: claro...

Se levanta de la mesa y le acompaño hasta la puerta principal. Allí me acerco a él lo máximo posible y junto nuestros labios. Él responde con una caricia en mi mejilla y abre la puerta.

R: adiós Mickey...
A: adiós lobito, hasta mañana.

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