LABIOS FRÍOS

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—Mnh... Kakashi...— Susurró la suave voz en su oído, el chunin bajo suyo.

Todo estaba pasando escandalosamente rápido. Luego de meses de inseguridad finalmente se había armado de valor para buscar al maestro.
Como siempre después de clases, le encontró en su balcón atendiendo su jardín.
Las palabras salieron solas de su boca, se acercó a pasos rápidos mientras las decía, y al terminar estaba frente al moreno, con la cara ruborizada bajo la máscara.
Aguardó un par de segundos que le parecieron horas, entonces Iruka-sensei se levantó del suelo y le enfrentó con cara seria. "¿Tú?" Susurraron sus labios mientras se le acercaba.

Kakashi tragó espeso. Ahí estaba, esa era la mirada de decepción que había querido evitar todo ése tiempo. Suspiró dolido y dio media vuelta dispuesto a marcharse, pero entonces la mano rápida del chūnin le tomó de la manga y le hizo mirarle.

La tímida sonrisa del moreno le sorprendió, y lo hizo aún más cuando se acercó y acurrucó en su pecho dándole un breve beso en el mentón para luego decirle que ya lo sospechaba, porque le había visto todas las veces encima del árbol, escrutándole; y le había extrañado cuando dejó de hacerlo. Enseguida le dio un abrazo fuerte, que por supuesto él correspondió emocionado. Y le besó.

Lo demás pasó rápido.
Quizá demasiado. Al siguiente instante ya estaban enredados entre las sábanas deshechas de la cama de Iruka y él ni siquiera tenía idea de cómo habían llegado ahí. Y no le importaba. Lo único importante para él en ése momento era el cuerpo bajo suyo y los gemidos que hacía brotar de su garganta cada que pasaba sus labios por su cuello. Iruka había resultado ser increíblemente sensible en ésa parte y se estaba aprovechando.
Sus cuerpos se frotaban desesperados sobre la ropa, anhelando más contacto mientras sus bocas se buscaban hambrientas y sus manos empezaban a palpar las formas ajenas. Suspiró de emoción contra el pecho del otro cuando le sintió tocar cerca de su vientre y luego arrastrar la mano hacia abajo, presionando justo sobre su entrepierna. Alzó la vista hacia la del maestro y su sonrojo se le antojó lo más adorable. Mordisqueó sus mejillas con suavidad, sacándole otro jadeo al chūnin que igualmente excitado continuó frotando sobre la tela, quizá tanteando el tamaño que tendría entre las piernas.
Volvieron a besarse, mientras sus manos torpes comenzaban a desvestirse mutuamente y sus deseos volvían a recrearse en la piel del otro, expuesta y caliente al tacto. Unos minutos más y ambos ya estaban desnudos frente a frente, con las respiraciones aceleradas y el corazón bombeando escandaloso en sus respectivos pechos.

Separó las piernas morenas con impaciencia, ya había esperado demasiado.
Bajo él, la mirada castaña accedió, también ansiosa. Unieron sus labios en otro beso húmedo, luego continuaron acariciándose con vehemencia.

El jōnin no podía creerlo, ¡finalmente estaba pasando!
Deslizó sus manos por él suave pecho del instructor, pellizcando ligeramente ambos pezones en él trayecto hacia la zona sur de su cuerpo. Cómo lo había hecho el otro, comenzó a tocarle pausadamente, acostumbrándose al hecho de estar tocando otra masculinidad.
Aún así no se sintió incómodo ni forzado; al contrario, sólo acrecentó su deseo por él chūnin.

—Mmn...— gimió el de la coleta cuando sintió sus manos apretar su sexo de manera especialmente brusca. —Kakashi...— Oírle jadear su nombre le estaba provocando punzadas en su propia entrepierna. No estaba seguro de poder ir tan lento como la situación lo requería. —Vamos, Kakashi— Susurró el moreno, arañando la almohada y recibiendo de nueva cuenta los labios del mayor.

Él jamás había sido tan violento besando, pero es que no podía evitar querer tomar todo del maestro. Bebía de su boca y sus manos le acariciaban con urgencia, queriendo cerciorarse de que realmente lo tenía ahí, bajo
suyo. Tanteó las curvas de músculos en las nalgas generosas y no pudo evitar morderse los labios. Finalmente estaba tocando la piel que llevaba añorando desde aquella tarde lluviosa. Continuó dándole placer con una mano mientras le daba piquitos en las mejillas. El moreno gemía tímido por su toque, buscando más de ese contacto restregándose en la palma como un gusanillo inquieto.

SIEMPRE ESPERÁNDOTE [KakaIru ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora