Capítulo 35

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A los dos días Natalia se encontraba en su habitación, aburrida. Llevaba un gran yeso que le cubría el brazo fracturado. Debía de esperar un mes para que se curara ¡Gracias Joan-pito-corto!. Por suerte, sus amigas que la habían visto ayer, le contaron que después del incidente expulsaron a Joan del colegio durante una semana y que recibió una gran reprimenda de la entrenadora. También le contaron con gran detalle la pelea que había tenido con Alba, en la cual la rubia le gritaba que era un idiota como unas cien veces. Eso mejoró su día al máximo, el cual era un asco, ya que estaba sin hacer nada. Respirar no contaba como una actividad. Solo podía pensar en la rubia, y para se sincera, también en como estarían las cosas en la escuela. Sus pensamientos también viajaban a las dos rubias que adoraba, las Reche la tenían hundida. Su brazo dolía si se daba un golpe o lo sacudía. Así que ella no podía moverse mucho.

Ya era por la tarde y sus amigas debían de quedarse en el entrenamiento de Nora. Entonces Alba también debería de estar allí, se lamentaba ya que quería ver a la rubia. En verdad, quería ir a la escuela, pero su madre era una paranoica. (Todas en general)

Leyó varios libros durante las últimas horas, pero la aburrían, vio la televisión, e intentó hacer cualquier otra cosa que no requiriera utilizar su brazo. Gracias a Dios que era el izquierdo, sino estaría completamente inútil. Ya era casi de noche cuando llegó su mamá y la saludó, su padre y ella estaban abajo en la cocina mientras Natalia seguía encerrada.

Natalia estaba terminando de usar el ordenador, y llevaba uno de los audífonos, cuando escuchó el timbre. No le prestó mucha atención, ya que debía de ser una visita para su madre. Seguía viendo unos vídeos en YouTube cuando escuchó la voz emocionada de su madre.

-¡Cariño, es para ti!- dijo con voz alegre y Natalia frunció el ceño, quitándose los audífonos.

-¿Para mi?- preguntó gritando, para hacerse oír.

-¡Si, es una amiga tuya!- dijo aún a gritos y Natalia se extrañó, una sonrisa se estuvo en sus labios ¿Podría ser Marilia?

-¡Ya voy!- exclamó, divertida, sabiendo que Marilia subiría igual. 

Pero si fuera ella ¿Su madre no le diría como siempre? Digo, ella solo tenía tres amigas.

-¡Tómate tu tiempo cariño, yo le muestro la casa a Alba!- dijo Clara riéndose mientras Natalia se caía de la silla. (¡ALERTA ROJA!)

-¡¿Quien?!- gritó alarmada, agradeciendo no haberse golpeado el brazo, y salió corriendo por la puerta.

-¡Alba, cariño! ¿No escuchas? ¡Me la llevare un rato!- dijo su maligna madre mientras Natalia corría por las escaleras.

Natalia prácticamente saltó los escalones y quedó de rodillas frente a la entrada, con el cabello alborotado. Llevaba unos shorts de lana y una camiseta holgada par dormir. No era la mejor vestimenta para dar saltos mortales.

Se levantó lentamente, ayudándose con la barandilla, hizo una mueca por su brazo, y se encontró con su madre mirándola con desaprobación. Pero sus ojos se clavaron en la rubia de la puerta. Alba vestía una falda y una blusa muy linda mientras mostraba a Natalia una sonrisa tímida y sus ojos miel brillaban con diversión.

-Natalia, debes tener más cuidado con tu brazo. No quieres volver al hospital ¿Verdad?- advirtió su madre, al notar el rubor en el rostro de su hija, observó como miraba a la rubia y aplaudió ¡Era la chica de la cual su bebita estaba enamorada!

-Perdona, mama, es que... Alba ¿Qué... bueno, qué haces aquí?- preguntó levantándose mientras se rascaba la cabeza y torcía el cuello.

-Yo quería visitarte. Para saber si seguías viva, claro- respondió la rubia con una sonrisa tímida mientras miraba con adoración a la pelinegra, eso no le pasó por alto a Clara. (Las mamás los sabes todo)

Rivalidad - AlbaliaWhere stories live. Discover now