Solo por una noche

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James Potter, de dieciséis años, caminaba por el ala de invitados de su casa, en dirección a la última puerta de la izquierda. Tocó, y después de haber escuchado un conocido gruñido entró y se lanzó sobre la cama próxima a él. A la chica de dieciséis años que se encontraba recostada perezosamente en dicha cama no le hizo mucha gracia.

—Potter, —Marlene gruñó entre dientes— Tienes cinco segundos para sacar tus sucios zapatos de mi cama. Tu madre me va a matar si ve esto.

—Tú sabes, Mar, hemos sido amigos desde pequeños —James hizo un puchero y se hundió aún más en la cama—. Se podría pensar que usarías mi primer nombre en algún punto.

—Sí, podría pensarse —Ella frunció el ceño hacia él, fingiendo estar ofendida—. Pero eso sigue sin explicar por qué tus zapatos siguen sobre mi cama.

James puso los ojos en blanco, frunció el entrecejo y rodó sobre su espalda, ignorando el segundo comentario.

— ¿Ella sigue siendo amiga de Quejicus?

—Voy a asumir que estás hablando de Lily, porque tú siempre hablas de Lily¸ —Murmuró Marlene, colocando un mechón de su largo y rubio cabello detrás de su oreja, y bajó el libro— y no lo creo. La última vez que hablé con ella, dijo que nunca le iba a dirigir la palabra de nuevo.

El rostro de James se iluminó, mientras imaginaba todos los posibles escenarios entre él y Lily. Cada situación terminaba en lo mismo: Ella precipitándose a sus brazos, y James el magnífico y guapo ganador. Marlene vio la expresión del rostro de su amigo y rápidamente tomó la oportunidad para golpearlo en el estómago.

— ¡OY! ¿QUÉ DEMONIOS? —James gimió, mirándole.

Ella dejó salir un largo y pesado suspiro, y empezó a golpearlo con cariño repetidamente.

— ¡No quiero ver esa expresión en tu cara! Sé lo que estás pensando, y ya no quiero más. ¿Me escuchas? No más escenas de "Conseguir a Lily".

— ¿Qué tiene de malo que me guste Lily?

—Oh, no lo sé, —Marlene empezó, secamente— ¿Tal vez el hecho de que a ella no le gustas?

—Ella tiene razón, ya sabes —Sirius interrumpió mientras entraba a la habitación, usando nada más que una toalla alrededor de su cintura.

Marlene miró mal a Sirius mientras este secaba su cabello con otra toalla. Solo Sirius podía entrar a una habitación casi desnudo y no sentirse avergonzado. James, por lo menos, hubiera tenido la vergüenza de ruborizarse, a pesar de las indecencias saliendo de sus labios. Sirius estaba más allá de cualquier decencia. En los meros tres días que Marlene había estado de visita, él apenas había usado ropa, en un intento de molestarla. Entre eso y los muchos y fallidos intentos de James de hablar de Lily, Marlene estaba empezando a reconsiderar una segunda visita a James.

—Okay, —Marlene suspiró, arrugando su rostro con irritación— James, te amo. Te amamos; pero honestamente, Lily es una causa perdida. Ella es una de mis mejores amigas, de verdad lo es, pero cuando se compromete a algo... Realmente se compromete a eso. Y siendo franca, tiene muchas razones para no gustar de ti, así que... ¿Por qué no vas a besuquearte con Emmeline? —Intentó ella— Ella es tierna, ella es... limpia. ¿Por qué no?

Sirius dejó salir una risa que sonó como un ladrido. — ¿Acabas de decir que ella es "limpia"?

—Hey, Black, —Marlene le dio una mirada letal, con sus grandes ojos azules— ¿Por qué no vas a tu habitación a ponerte algo, mientras los chicos grandes tienen una conversación?

The Rise and Fall of the Stag and the Doe (Jily)Where stories live. Discover now