Kyle Hemmings es un aventurero irlandés, que decide viajar a Sudamérica y conocer "el fin del mundo". El único lugar a dónde jamás se hubiera planteado ir, si no fuera por las ocurrencias de Chase, su gran amigo.
La travesía sería sencilla, pasaría...
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Al día siguiente, Lautaro se levantó y se acercó a la cama de su hermano. Sonrió al verlo abrazado a Kyle. Su rostro feliz a pesar de estar dormido. Había recuperado aquello que amaba, que lo hacía ser el mismo. Sin decir una palabra, se arregló su ropa y salió a alimentar a los animales.
Unos minutos después, Kyle despertó, sintiendo algo tibio en su mejilla. Tocó aquella superficie suave. Resultaba inverosímil, estaba de vuelta en ese lugar que le había robado su corazón. Llevó su mano desde el pecho de Marcos hasta su boca, tocando el labio inferior, el cual, estaba algo hinchado por las fuertes mordidas que le había dado. Volvió a acariciar el rostro y el cabello de Marcos, quien, lentamente abrió los ojos, respirando profundamente.
― Buenos días, niñita.
― Buenos días.
Kyle sonreía completamente obnubilado por la imagen del que estaba a su lado, se preguntaba si Marcos podía ver esa expresión en su rostro.
Ninguno de los 2 recordaba completamente la noche interior.
La intensidad después de 6 meses de amarse y no poder tocarse los había hecho actuar prácticamente sin control. Había sido puro instinto, pura necesidad, concretar en el otro todas las fantasías e inventar nuevas. Ahora, llegaba el momento de dar un paso más allá.
― Marcos...
― ¿Sí?
― Quiero que conozcas a mi hermano.
El moreno tragó saliva, su rostro cambió a uno de profundos nervios
― Me estás jodiendo...
― No, claro que no, quiero presentarte a Paul.
― ¿Ahora?
― Sí, ¿hay algún problema? — Kyle se sintió confundido — ¿Qué pasa? ¿Sigues sin decidirte a estar conmigo?
― No es eso, es sólo que...
― ¿Cómo te atreves a hacerme dudar? — agregó el rubio con algo de molestia y miedo —. Moriría si no me aceptas, no es un juego, quiero que ...
― Te amo Kyle, como jamás pensé que iba a amar a alguien.
Marcos interrumpió el ataque de pánico del irlandés.
― Soy yo el que tiene miedo, no sé lo que tu hermano puedas pensar de mí, o de Lautaro. No es una situación tan fácil.
― Es sencilla, nos amamos, y eso me basta, ahora dime ¿es suficiente para ti?
Marcos acarició la espalda de Kyle y lo abrazó fuertemente, queriendo fundirse en el mismo cuerpo.
― Siempre fue suficiente para mí, sin embargo, sabía que no podía retenerte y obligarte a vivir y amar como yo lo hago.
