Baile de invierno: el comerciante vs la rosa

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Un mes y dos semanas habían transcurrido desde el tan ansiado y feliz día de la boda, y dos semanas desde que el mayor de los Stark y el mayor de los Potts anunciarán el gran baile de invierno que se daría, el cual se adelantó, debido a los fuertes cambios que estaban experimentado.

Steve y Tony, a pesar de no poder expresar libremente su gran felicidad y a pesar de que tenían que esconder su profundo vínculo la mayor parte del tiempo, vivían felices, compartían lo poco que tenían de su tiempo juntos y planeaban juntos su futuro.

Desde simples detalles, breves almuerzos y encuentros esporádicos en un lugar oculto y bien protegido de los ojos ajenos, todo para ellos significaba algo especial, y siempre buscaban para disfrutar del momento, porque sabían que no era mucho lo que podían compartir.

Con el matrimonio, no solo sus vidas habían cambiado, también lo habían hecho sus horarios, puesto que, parecía que el mundo se hubiese volcado en su contra y no tenían demasiado tiempo para verse.

Otra cosa que cambió en el entorno de Steve, fue la noticia de la futura partida de sus amigos, quienes tendrían que irse a la propiedad de los Stark, por petición de Patrick Potts. Debido a eso, el tiempo que Steve no pasaba con Tony, lo pasa con sus amigos, puesto que la fecha de su partida se acercaba y sabía que su señor era lo suficientemente bastardo como para impedirle viajar a ver a sus amistades.

*****

Más que tener listos los preparativos para el baile de invierno, había algo que inquietaba profundamente a Steve en estos días, y era el presentimiento de una desgracia. Era como un frío que siempre estaba acompañándolo, como una sombra. Todo esto, sumado a su pésimo estado de salud en los últimos días, puesto que había bajado considerablemente de peso, se agotaba con mayor facilidad y tenía náuseas y vómitos en las mañanas, eso sin contar las complicaciones respiratorias que se le avecinaban, debido a la época del año.

No le había dicho a Tony, ni a nadie, puesto que detestaba con toda su alma preocupar a sus seres queridos de forma inecesaria, además, de que cada uno tenía sus propios problemas que resolver, y el no quería ser uno más, por lo que era mejor seguir fingiendo que todo estaba bien y ponerse mejor cara ante la situación.

Últimamente, esa tarea de fingir le estaba costando más de lo normal. De hecho, hubo un día que se desmayó en medio del depósito, contando con la fortuna de que no lo hizo sobre algo que pudiese lastimarlo o sobre alguno de los peligros químicos que ahí almacenaba.

Por más excusas que intentaba poner acerca de su estado de salud, sus seres más cercanos ya no le estaban creyendo; de hecho, Tony le dió un ultimátum para que se hiciese ver de un médico, pero Steve había tratado por todos los medios humanamente posibles de evitarlo.

Más allá de la obstinación, estaba su desmedido temor a recibir una mala noticia sobre su estado de salud, después de todo, los médicos en su infancia y adolescencia no le habían presagiado un buen futuro.

*****

Patrick Potts sonreía abiertamente, mientras miraba los contratos que estaban puestos sobre su costosa mesa, así como la letra de cambio con exorbitantes cifras puestas en el, que harían que el más moral se desviará de su camino con tal de obtener un sustancial porcentaje de la cifra pactada.

Todo le había salido a pedir de bocas. Había engatusado a Howard lo suficiente como para que aceptara soltar el dinero sin ningún remordimiento, y la cantidad que le fue entregada era lo suficientemente alta, como para que le permitiese pagar por la expedición y por el embarque del cargamento, además de permitirle pagar la mayor cantidad de deudas que tenía; después de todo, él nunca dijo que en verdad no planeaba invertir en importaciones. El asunto estaba en que él se quedaría con absolutamente todo y dejaría a Howard viviendo en una mentira y con pérdidas económicas notables.

Pero, lo que verdaderamente lo tenía delirando de dicha era el famoso baile de invierno. De solo pensar en ese baile, una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Ese baile estaba configurado de tal manera que todo ocurriese en pro de su absoluto disfrute y regocijo. Allí planeaba sacarse una a una las espinas que el mugroso jardinero le había clavado desde su maldita venida a este mundo.

Era más que consciente de que el mocoso imbécil de los Stark se lo había follado. Bastaba con ver la cara de idiota que tenía cuando apareció después de aquella tormenta, como para saberlo. Y eso era más que perfecto.

Sin saberlo, el maldito niñato había cavado la tumba para su "amorcito".

Unos golpes en su puerta lo sacaron de su ensoñación, y con voz distraída dió el pase a la persona del otro lado de la puerta.

Uno de sus mayordomos entró con una carta perfectamente puesta en una charola. El pelirrojo la tomó en sus manos, y despidió con un gesto inexpresivo al hombre, quien rápidamente desapareció, por temor al contrario.

Al ver el nombre del remitente, su sonrisa se hizo mucho más amplia, y abrió la carta empezando a leer.

Abraham Erskine estaba agonizando, sencillamente perfecto.

*****

El quince de noviembre estaba llegando a su fin, y Steve terminaba los últimos detalles en los arreglos florales que adornarán el salón, puesto que mañana era el gran día.

Su rostro demacrado era una prueba tangible de su enorme cansancio y su mala condición de salud.

Agradecía infinitamente que Tony no estaba allí para verlo y esperaba que sus tareas llegasen hasta hoy, porque el frío de noviembre y la nieve que había empezado a caer desde el día anterior, amenazaban con empeorar su pésimo estado actual.

Una vez termino los últimos detalles, salió del depósito, sorprendiendose de sobremanera al ver allí parado al mismísimo Patrick Potts.

—buenas noches, mi señor— saludo con apenas voz y con respeto, pero sin sentirlo verdaderamente y meramente por etiqueta.

—Rogers. Vengo para informarle que ha concluido con sus tareas por el momento. Mañana debe ocuparse de poner todo en orden y queda en periodo de receso. Eso sí, debe revisar aunque sea una vez por semana el estado del jardín del invernadero. También vengo para extenderle mi invitación al baile de invierno que se realizará en la gran casa, tengo entendido que ya cumplió la edad mínima requerida para ser presentado formalmente en sociedad, por lo que veo el baile como una oportunidad de que usted conozca a más personas y encuentre a alguien de su interés. Espero que acepte mi cordial invitación y tenga presente que una negativa de su parte será tomada como una severa ofensa para mí— dijo seriamente, extendiendo en sus manos enguantadas una invitación, la cual el rubio tomó con vacilación, sacando una sonrisa astuta del pelirrojo. —le veré allí mañana y le aconsejo que busque algo presentable para ponerse. Toda la alta sociedad del condado estará allí presente— escupió con desdén lo último, antes de dar media vuelta y marcharse con una sonrisa amplia en su rostro.

La suerte estaba de su lado y la partida estaba a su favor.

Steve, por su parte, miró la carta que llevaba impreso su nombre de forma prolija y excepcionalmente bella, y sintió un escalofrío correr por su cuerpo, trayendo un mal presentimiento.

Algo dentro de sí le decía que no debía ir a ese lugar, pero no asistir no era opción. En las palabras del señor Potts había una amenaza velada, y sabía de propia mano lo cruel y déspota que podía ser ese hombre, por lo que era mejor no tentar a su suerte.

Solo esperaba que la fortuna estuviese de su lado.

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Curiosidad...

Steve y Tony se casaron el 23 de septiembre...

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Buzón de preguntas →→[=]

(Cualquier pregunta, menos spoilers)

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Pista...

En este capítulo se mencionan solo dos de las tres cosas malas que le depara el futuro a Steve...

¿Cual creen que sean esas? ¿Cual es la tercera?

Eso es todo... Hasta la próxima

Rosa BlancaWhere stories live. Discover now