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—Pero yo sí.

Aubrey siente que su corazón da un enorme brinco. Y trata de retener cada sensación que quiere florecer dentro de ella. Killian sabe que ella está reteniéndose, se mantiene serio y da un paso más hacia ella.

—No es cuestión de si quieres o no, debemos cortar esa conexión ya. —la voz de Aubrey es firme.

—¿Por qué?

—No es bueno para ti. Además, si me hacen daño, tengo que curarme por mi propia cuenta. Puedo hacerlo.

—Lo sé.

—¿Entonces? —Ella suena irritada.

—No lo sé. —se encoge de hombros.

—No tengo tiempo para estas cosas. —bufa, y se voltea, entrando a la casa de su amiga. Killian le sigue.

—Ellos no están aquí. —él frunce el ceño.

—¿Por qué sigues aquí? Vete. —dice ella, examinando la casa.

—Quiero estar contigo. No te veo desde hace mucho tiempo, sabes.

—Nos vimos en La Arena. —dice ella, indiferente, caminando hacia la cocina.

—Aubrey. —él toma la mano de ella y la detiene. — Te he extrañado. —la mira a los ojos cuando ella se voltea hacia él.

—Yo no. —su voz tiembla.

—Aubrey... —acerca su rostro al de ella, mirando fijamente sus ojos. — No me importa que estés con ellos, mis sentimientos son los mismo.

—¡Tú mataste a Malcom! —grita en la cara del chico.

—¡Porque no iba a dejar que tú murieses! —él eleva la voz también, pero suspira tratando de controlarse— Sabes que La Arena extrae tu último aliento aún si te hicieron un rasguño. No. Lo. Iba. A. Permitir.

—No era tu asunto, Killian. —susurra.

—Tú eres mi asunto.

—¿Qué? —dice, indignada y sin entender.

—Es mí culpa que tú estés involucrada en esto. —admite, suspirando con culpa— Si te pasa algo... me muero si te pasa algo.

Aubrey guarda silencio, sintiendo su corazón latir a mil por hora y su barbilla empieza a temblar suavemente. Siente que los muros que construyó a su alrededor para mantener a Killian lejos, empiezan a caer. Uno por uno.

—Y sabes que no puedo morir. Soy inmortal. —una sonrisa aparece en su rostro— Pero si te pasa algo, de verdad me moriré. —la sonrisa llega hasta sus ojos.

—Eres un idiota, sabes. —Aubrey empieza a sonreír también.

—Pero este idiota nunca te dejó de amar. —su mano acaricia la mejilla de Aubrey.

Killian se acerca más a ella y sigue sosteniendo el rostro de ella con su mano. Aubrey está sorprendida, porque ni siquiera sabía que él la amaba de esa manera. Ella lo mira casi hipnotizada y por inercia, se acerca a él también, dejando una pequeña brecha en ellos. Aubrey se pone en puntas, llegando hasta la mejilla de Killian y planta un suave beso ahí. Killian la mantiene cerca, y él se agacha un poco hacia ella por la diferencia de alturas, tomando su rostro con ambas manos y haciendo contacto visual. Poco a poco cierran la brecha, hasta que sus labios conectan y ambos sienten electricidad en sus cuerpos, provocando escalofríos.

Se besan suavemente sin importarles el caos que hay entre ellos dos y sus familias. El ritmo del besó acelera y Aubrey coloca sus brazos alrededor del cuello del Hijo de Luna, y él envuelve sus brazos en la cintura de la Hija del Sol. Se besan apasionadamente, como si fuese el último beso que habrá entre ellos dos y lentamente terminan, jadeando y suspirando. Se necesitaban tanto el uno al otro. Él reposa su frente sobre la de ella y toma su mano.

—No importa dónde estés, con quién estés, yo siempre, Aubrey, siempre te protegeré. Sobre todas las cosas. —Promete en un susurro.

—Te amo.

Tras darse unos besos más, ella se aleja y cae en cuenta en el lugar en el que está y del por qué.

—¿Dónde están las personas que vivían aquí? —le pregunta a él mientras observa la habitación de Adele. Todo está intacto, la cama, el escritorio, todo. —Parece que viven aquí, pero no hay nadie. No hay signos de vida. Y en está casa, siempre había por lo menos una persona.

—No hay nadie aquí arriba. —vuelve a asegurar.

Killian cierra sus ojos y su piel empieza a brillar. De pronto, en la cerámica del suelo, el rastro de unos pasos aparecen, brillando.

—Sigamos el rastro. —ordena Killian.

Aparecen muchos rastros de pisadas. Killian sigue el rastro, y Aubrey le sigue. El rastro de pistas sigue hasta llegar a la azotea. Aubrey siente que su corazón se saldrá de su pecho por lo preocupada que está. Killian abre la puerta de la azotea lentamente y toman los escalones, entrando más a la azotea. Todo está lleno de el material mocoso y cuando Aubrey observa el lugar, un gemido de dolor sale de ella y rápidamente cubre su boca. Sus piernas tiemblan y sus ojos se llenan de lágrimas. Killian la mira y luego mira lo que ella está observando.

Adele se encuentra envuelta en tela de araña. Todo su cuerpo, colgado del techo de la azotea. Y solamente parte de su rostro está descubierto.

Aubrey se lanza hacia ella y en un momento de desesperación, con sus manos y uñas empieza a rasgar la tela de araña. Las lágrimas salen de sus ojos y caen como correntadas sobre sus mejillas. Adele era la única persona que había estado con ella cuando nadie más lo estuvo, es su amiga de infancia y la aceptó en su familia aún cuando Aubrey no tenía una. Y no cabía en su pecho esa escena.

—Es mi culpa... Lo siento mucho... lo siento... —lloriquea, tratando de sacarla de ahí.

Killian, al verla así, siente su corazón morir. Y al ver que ella no puede quitar la tela de araña y lo único que se está haciendo es daño, porque sus manos y uñas empiezan a sangrar, se acerca a ella por detrás y la abraza, mantiendo los brazos de ella pegado a su cuerpo. La sostiene fuerte contra su pecho y ella sigue llorando y su cuerpo está temblando. Poco a poco, él la toma por los hombros y lentamente la voltea. Ella se limpia su rostro y mira directamente su pecho, sin querer conectar las miradas. Sabe que si lo mira a los ojos, empezará a llorar otra vez. Él acaricia su mejilla y aún si ella no le mira a los ojos, él sí lo hace.

—Tranquila, todo está bien. Déjame quitar la tela. Déjame hacerlo. ¿De acuerdo? No te dañes más, por favor. —su tono de voz es tan suave, que Aubrey solo asiente con la cabeza y se aleja un poco.

Killian se detiene frente al cuerpo y empieza a mover sus manos de manera circular, hacia adelante y hacia atrás, balanceando su cuerpo de acuerdo al movimiento de sus manos. Crea una enorme capa de color plateado sobre el cuerpo y la deja caer sobre el cuerpo. La capa cae sobre el cuerpo y en cuestiones de segundos, la capa cae al suelo, trayendo consigo la tela de araña. Rápidamente se abalanza sobre el cuerpo, que cae en sus brazos. Su piel está pálida y sus labios sin color.

—Ha muerto... —susurra Aubrey, al ver el estado su amiga.

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⏰ Last updated: Dec 07, 2018 ⏰

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Son Of The MoonWhere stories live. Discover now