Una vida de casados y con 5 hijos..
Una relación perfecta que da un giro horrible en la vida de Kim Namjoon...
¿quién dijo que él Alfa tiene que ser el Infiel siempre?
NamJoon era un limpio y puro cristal, ¿se merecia eso?
ㅡ ㅡ ㅡ ㅡ ㅡ ㅡ ㅡ ㅡ
Historia...
NamJoon abrió sus ojos, logrando así ver borroso por unos instantes.
Al poco tiempo pudo distinguir un esa voz que lo nombraba era de su jefa, quien se encontraba frente a él.
ㅡSe - señora Chang, ¿q-que-.ㅡNamJoon quizo levantarse en eses instante pero la mano de la señora Chang (su jefa) se lo impidió.
ㅡNiño! No hagas esas cosas, debes de descansar ¡¿sabes lo que me costó traerte Hasta aquí?!ㅡ la señora Chang suspiró. ㅡno podría hacerlo otra vez, ya estoy grandeㅡagregó.
NamJoon rió en lo bajo, debió de ser muy difícil moverlo a él, por su físico.
ㅡesta bien, esta bien.ㅡ NamJoon regresó al sofá.
La señora Chang era muy amable.
ㅡQuédate aquí, llamaré a un doctor.ㅡ
NamJoon la detuvo. No se quería aprovechar.
El no tenía dinero como para pagar a un médico y tampoco dejaría que la señora Chang gaste su dinero en él.
ㅡno hace falta, sólo fue por cansancio.ㅡ sonrió.
La señora Chang lo miró por unos segundos.
ㅡbien, vuelve a casa, si vuelve a suceder irás al hospital ¿bien?ㅡ preguntó extendiendole la mano.
NamJoon le estrechó la mano extendida.
ㅡbien.ㅡ
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
SeokJin estaba ansioso.
Su panza comenzaba a crecer muy lentamente, pero era peligroso.
No quería que él se diese cuenta.
Había convencido al niño que se hospedaba en su casa de que no le dijese nada a NamJoon.
Pero había sido muy difícil tapar los golpes con maquillaje, esta vez.
Jin había salido de la ducha.
Sus pasos lentos resonaban en aquella solitaria habitación.
Su andar se detuvo frente al gran espejo que se situaba a un costado.
SeokJin deslizó su bata de baño.
Sabía que podría atrapar un resfriado luego, pero no lo consideró.
Comenzó a ver su cuerpo a través del espejo.
En su abdomen habían quemaduras de cigarro. Al igual que en sus muslos.
En sus muñecas se reflejaban las marcas de aquellas dos cadenas que tanto odiaba.
La impotencia se apoderó de él, al recordar esos pequeños fragmentos de lo sucedido.
