Inesperada Compañera

Capitulo III

Candy intentaba sopesar su situación mientras caminaba de regreso al Paradise Park con Terry, nunca antes un hombre (Tom no contaba) le había prestado atención, y ahora tenía a Terry, indudablemente el hombre más guapo que había conocido, diciéndole que quería casarse con ella.

Pero no, Terry no era un hombre cualquiera, era un duque, una especie completamente distinta, un noble Británico que no dudaba en quitarse la ropa y meterse en la cama con uno extraña que había encontrado allí....Obviamente era un avezado seductor.

—Maldición!

La exclamación entre dientes de Terry arrancó a Candy de su ensueño, eso y sus pasos cada vez más rápidos, se apresuró para no quedarse atrás.

—¿Qué sucede ?
—Mi primo James, causando problemas.
—¡Bastardo! —Una muchacha de cabello rubio, que tenía un ojo amoratado e hinchado estaba de pie en el patio de la posada gritándole al demonio de cabello negro que venía en la diligencia la noche anterior—. Hice lo que querías. No tenías por qué golpearme.
¡Judy! —Otra chica salió corriendo de la posada—. Judy, ¿estás bien?
— ¡Mira lo que mehizo, Natalie! Mira lo que le hizo a mi cara....Natalie abrazó a Judy y miró furiosa a James.
—Judy es una buena muchacha, señor, no debería usted haberla golpeado.
—¿Así que es una buena muchacha? Pues como ramera deja mucho que desear. —James asió de la muñeca a Natalie y la atrajo hacia sí—. Veamos si tú vales lo que pagué.
—¡James! —Terry se interpuso entre ellos—. Suelta a la muchacha.
—¿Por qué? ¿Es una de tus favoritas? -Los nudillos de James se pusieron blancos y Luisa jadeó dolorida....La mirada fría se fijó en Candy, deslizándose lentamente desde su cabello, por el canesú, la cintura y las caderas, el contacto de esos ojos le hacía escocer la piel....Soltó a Natalie, quien se desplomó sollozando en brazos de Judy.

—¿Quién es la mujer que te acompaña, Terry?

Candy pensó que Terry no iba a responderle, por lo prolongado del silencio que se hizo entre ellos.

—Señorita Ardley, mi primo James Grantchester. —Parecía pronunciar cada palabra a regañadientes—. James, la señorita Ardley, de Chicago.
—¿Chicago? Un poquito lejos para ir en busca de diversión, ¿no, Terry?
—¡James! La señorita Ardley es la prima del conde de Westbrooke.
—¿En serio? Compartimos un coche desde Londres, ¿no es así, señorita Ardley? Albert debe quererla tan poco como Terry a mí para traerla en la diligencia común.

«El odio se arremolina alrededor de este hombre como las moscas sobre una pila de excremento», pensó Candy... y le contestó con voz firme:

—Mi primo no sabía de mi llegada.
—Ah, una sorpresa, espero que a Westbrooke le gusten las sorpresas, supongo que se alojará en su casa, ¿verdad? .....Qué suerte tiene Albert.
—Candy se quedará en Grantchester House.

Una de las finas cejas negras se elevó.

—¿Aja? Qué hospitalario de tu parte, Terry, abrir tu humilde hogar a extraños. —Hizo una breve reverencia burlona—. Disfrute su estancia en Grantchester House, señorita Ardley, quizás nuestros caminos vuelvan a cruzarse.

Candy exhaló un suspiro de alivio cuando James desapareció.

—Oh, su alteza —dijo Natalie, haciendo una rápido reverencia—. No sé que habríamos hecho si usted y la señorita no hubiesen aparecido, ese señor es el diablo en persona.
—Lo sé, Natalie. —Terry lanzó una mirada a la otra muchacha—. ¿Cómo fue tu amiga a liarse con él? Creí que todas ustedes sabían que tenían que evitarle.
Natalie asintió.—Sí, lo sabíamos, Judy es nueva en el oficio, sabe......
Judy salió de detrás de Natalie.
—-Mi madre está enferma, su alteza, y tenemos niños que alimentar, necesitábamos más dinero. —Volvió a mirar a la otra muchacha—. Natalie me prometió un cliente fácil.
—-Shhh!, Judy. —Natalie le lanzó una mirada preocupada a Terry.
—Bueno, tú lo prometiste, Natalie.
—Y si hubieras esperado como se suponía que lo harías, habrías tenido lo que te había prometido.
—¿Y cómo iba yo a saberlo? Tú dijiste que esperara a mi lord,
—James no es ningún lord, boba.
—Parece un lord.