Capitulo XIII

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—Lady Eleonor, ¿me permite un momento? Deseo hablar sobre mi futuro.
—¿Otra vez? No hay nada que discutir, señorita, a menos que quiera usted hablar sobre la boda.

Candy bajó los ojos para fijarlos en los rayos de sol que bañaban la alfombra verde y dorada de la sala de estar de lady Eleonor.

—No estoy segura... No creo... que pueda casarme con su alteza.

Oyó el tintineo de un par de tazas al caer sobre sus platos.

—Jesús! muchacha, no puedes dejar plantado al duque de Grantchester. —Paulina tiene razón, Candy, el anuncio ya ha sido publicado en todos los diarios, es demasiado tarde para cambiar de opinión......Candy tragó saliva.
—Quizás podemos mantener el compromiso hasta que termine la temporada y luego...
Lady Paulina resopló.
—Si su relación sigue como hasta ahora, señorita, para cuando termine la temporada usted ya estará encinta.
—¡Paulina!
—Pero es verdad, Eleonor. La muchacha no puede mantener puesta la ropa cuando Terry está cerca.

Lady Eleonor miró a Candy con el ceño fruncido.

—En eso Paulina tiene razón, Candy. Has permitido a mi hijo tomarse algunas escandalosas libertades.

Todo el cuerpo de la joven ardía de vergüenza.

—Lo siento. Nunca fue mi intención...
—Oh, no te disculpes, estoy segura de que Terry fue extremadamente persuasivo.
—Extremadamente.
—¡Paulina! —Lady Eleonor volvió a mirar a Candy—. Lo importante aquí no son tus, eh... actividades con Terry, querida. Aunque no hubierais hecho otra cosa que hablar del clima, igual deberías casarte. El compromiso se ha hecho público. El escándalo que se desataría arruinaría tu reputación.
—Si ya no estuviera arruinada por sus escandalosas actividades en el Paradise Park —interrumpió lady Paulina.

Lady Eleonor suspiró.

—Está ese asunto, y no creas que la «flor y nata» lo olvidará, Candy. Un compromiso roto os pesará a Terry y a ti por el resto de sus vidas.
—¡No puede ser tan malo!
—Sí, me temo que sí puede serlo. —Lady Eleonor dio una palmadita en el sitio junto a ella en el sofá—. Ven a sentarte y lo discutiremos racionalmente, estoy segura de que no es más que un caso de nervios prenupciales.
—Cuesta entender que la muchacha tenga nervios prenupciales, Eleonor, después de aquel interludio en el estudio de Terry.
—¡Paulina, no estás ayudando! —Lady Eleonor se volvió para sonreírle a Candy—. Es natural que te sientas ligeramente agitados en esta etapa, querida.
—¡Bah! ¿Ligeramente agitados? Terry está tan agitado que apenas puede abotonarse los pantalones.

Lady Eleonor lanzó una mirada furibunda a lady Paulina y luego se volvió hacia Candy.

—De verdad, querida, yo nunca había visto a Terry tan interesado por una joven. Se apresuró a proseguir antes de que Lady Paulina pudiera deslizar alguna palabra—. Y en Inglaterra es mucho más cómodo ser duquesa que institutriz o enfermera, como la esposa de Terry tendrás dinero y una buena posición.
—Y muchos hijos. —Lady Paulina miró fijamente a la joven por encima de su taza—. Es obvio que Terry no te produce repulsión, de modo que ¿cuál es el problema?

Candy se encogió de hombros. ¿Cómo podía decirles a estas damas que no podía soportar casarse con un libertino? Jamás lo entenderían.

Lady Eleonor se inclinó hacia la joven y le tocó el brazo.

—Si has tenido una discusión con Terry, querida, es necesario que se reconcilien. Me temo que los hombres rara vez dan el primer paso para la reconciliación, eso es tarea de la mujer.

Lady Paulina asintió con la cabeza.

—Si lo dejas en manos de Terry, Candy, quizás el problema nunca se resuelva.
—Pero...
—No, Candy. —La voz de lady Eleonor era firme—. Debes casarte con Terry. Así que si hay un malentendido, hablaré con él.

Inesperada Compañera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora