- 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒊𝒕𝒓𝒆 𝒖𝒏 -

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—¡Harry, no puedes tomar fotos!

Al instante, Harry bajó la cámara atendiendo a las palabras de su prima. Hizo una mueca y se ganó una risita por parte de ella.

—¿Estás segura?

Ella frunció los labios, tratando de contener otra sonrisa mientras señalaba la pared. En efecto, había un pequeño aviso exhibido justo al lado de la puerta por la que acababan de entrar. Sin lugar a dudas, habían cinco palabras escritas: No se permite tomar fotos, con la imagen de una cámara negra atravesada por una línea gruesa.

Harry hizo un puchero, apagó su cámara y, por si acaso, echó un vistazo a su alrededor para verificar que ningún miembro de la administración lo hubiese visto. Una vez que comprobó que no habían moros en la costa, suspiró lleno de alivio.

Ella fue a pararse a su lado, empujando su hombro con el de ella. Había una sonrisa juguetona en su rostro, incluso sus pecas se reían de Harry.

—No tienes ninguna excusa, ni siquiera estaba escrito en francés, H.

Resopló una risa, sacudiendo su cabeza. No es que fuera malo en francés, eso sí, su prima Ella y sus hermanos estaban por encima de la curva. Habían estado viviendo en Francia por más de una década ya, mientras que el único francés que Harry sabía provenía de la escuela. Quizás, visitar a su familia durante el verano durante los años pasados le había ayudado un poco, no obstante, aún no era fluido. Al menos, él no lo creía.

Oh, cuán pequeño había sido, el joven Harry había llorado cuando su tía —la hermana de su madre y madre de Ella, Ben y Matthew—, había anunciado que se mudarían a un país diferente. Había llorado durante horas antes de que su madre lograra calmarlo. Le había prometido a un Harry de siete años que los irían a visitar y había mantenido la promesa. Cada verano, Harry era lo suficientemente afortunado de ser capaz de visitar a su familia.

Vivían en Indre y Loira, un departamento francés situado en la región de Centro-Valle de Loira. Los veranos eran cálidos, pero lo que Harry más amaba de Loira era la arquitectura de las casas. Eran muy diferentes a las de su hogar. Oh y les châteaux... Dios, los castillos eran la mejor parte. El departamento tenía, sin duda alguna, los mejores castillos del país. ¿Y Harry? Bueno, siempre había amado los castillos.

Cuando tenía seis años, le había declarado a sus padres que él quería convertirse en un amo de llaves. Pero, esperen por esto, uno que trabajara en castillos. Trece años después se encontraba asistiendo a la universidad. Claro está, desde entonces, su elección de carrera había cambiado drásticamente, no obstante, los castillos eran algo que le seguía interesando. Podía mirar una infinita cantidad de documentos sin aburrirse. En algún punto, había empezado a pensar que seguramente había vivido en un castillo, o en varios, durante sus vidas pasadas. Gemma se había reído de sus tontos pensamientos, burlándose de eso.

—Dado que estás tan obsesionado con cocinar, probablemente fuiste un cocinero o algo así. —Y, honestamente, ¿quién sabía? Tal vez Harry había cocinado para familias aristócratas en el pasado.

—Aunque es una pena —dijo Harry, haciendo un puchero otra vez por añadidura—. Este gabinete es verdaderamente fascinante.

Ella resopló en respuesta y ambos se quedaron callados mientras observaban Le Cabinet OrléansPenthièvre. Era la primera habitación a la que podías acceder cuando llegabas a los apartamentos en Orléans. Y, aparentemente, quienquiera que estuviese a cargo de la decoración en ese entonces, había amado usar el rojo.

El fondo carmesí cubría todas las paredes, con cortinas de color rojo oscuro que combinaban sobre la única ventana de la habitación. Las cortinas habían sido separadas, lo que permitía que el gabinete fuera acariciado por la luz solar. El escritorio de madera pulida brillaba particularmente, colocado al lado de la ventana. Lo mismo se podía decir sobre el primoroso piso. Había una pequeña alfombra en el medio de la habitación, con dos sillones de madera y una pequeña mesa ovalada entre ellos. Incluso la araña de luces colgando del techo tenía un toque de rojo.

Can you hear these dreams? (Calling out your name, can you hear them?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora