Pasaron dos semanas de toda nuestra amistad, nuestra compañía y demás cosas. Hace más o menos tres días Edward ya no hablaba con nosotras, no sabía si era porque había hecho nuevos amigos o algo así, pero me intrigaba.
Preparé mis cosas lo más rápido posible y salí, encontré a Abbie en el camino, pero aún se negaba luego de todos estos días a decirme lo que pasaba. Espera, esto son ¿CELOS? Mierda, sí.
Si, era eso. Edward y Megan hablando. Mierda. ¿Cómo puedo sentir esto? Ay, hay un cosquilleo en mi estómago y duele, molesta. Estresa. Es como la segunda o tercera vez que siento eso en la semana al verlos charlar.
- Iré al baño un rato, espérame – dijo Abbie corriendo
- Está bien – sonreí
Pasé lentamente mirando a todos, nunca me había fijado en ellos, ahora lo hacía, pasé más rápido cuando llegué junto a Edward y Megan, Edward me miró, lo sentí, pero ignoré.
- Hola pequeña Avril – dijo Abbie
No podía decírselo, se reiría de mí, obviamente.
- Hola – dije fingiendo una sonrisa
- ¿Viste? – chismoseó
- ¿Qué? – pregunté haciéndome la desentendida
- Edward hablando con Megan – comentó incrédula
- No, ¿dónde? – mentí
- Para allá, pasaste justo frente a ellos, ¿qué tan despistada eres? – preguntó confundida
- Lo siento, a veces demasiado – dije haciendo una cara de pena
- Lo que sea, si yo fuera tú moría de celos, siendo sincera – rió
- ¿En serio?
- Posiblemente – se encogió de hombros
- Mierda, ¿para qué finjo? Si los vi – dije tapándome la cara
- Es raro, aun así, no viene a hablarnos – dijo – ¿El idiota decide cambiarnos o qué? – cruzó los brazos
Esto no puede estar pasando, solo veía que hablaba con ella en esos momentos. Idiota. No sabía por qué me estaba sintiendo mal.
En toda la clase no me dirigió la mirada, ni la palabra, esto era raro, me estaba molestando y frustrando, ¿por qué nos deja? Maldito idiota, pero... lo amo.
- ¿Qué tal si paso por tu casa hoy a la tarde? – preguntó Abbie
- Claro, no hay problema – dije mirando hacia donde se encontraban Edward y Megan
- Préstame atención – dijo agarrando mi cara – No puedes dejar que eso te controle
- Está bien – bufé
- Mira... hablé con él, te ama, tú le amas, se aman, ¿entiendes? – rodó los ojos – Estaría loco si te dejara ir, eres la chica más perfecta que conozco, claro por eso eres mi mejor amiga – dijo tirando su pelo hacia atrás – Pero, mira, recién se conocen, no puedes dejar que esto te controle, hay personas que solo están destinadas a conocerse y nada más pero hay otras que necesitan separase para darse cuenta de que necesitan estar juntos – dijo, suspiró – Y tú necesitas de él – asintió con la cabeza y la abracé
- Abbie, es por eso que te amo tanto, amiga – sonreí apretándola en el abrazo y luego me soltó
- Prométeme que, si es que algo llega a surgir de aquí, no te dejaras llevar por los momentos malos, quizás no siempre estaré contigo ni seré la persona correcta para aconsejarte, pero de todos modos me hablas y te escucharé, siempre – sonrió
- ¿Por qué te pones cursi? – pregunté riendo
- Nunca lo fui, quiero ver que se siente – se encogió de hombros
- Y ¿cómo se siente? – curioseé
- Feo, basta de esto – dijo y se apartó de mí
- Es lindo que al fin muestres este lado tuyo – le dije tentándole
- Nunca recuerdes este momento, PROMÉTELO – dijo mirando sus uñas
- Está bien, trataré – reí
Estuvimos así todo el santo día, Abbie se había puesto melancólica y no estaba segura si era por esto. Dios, me estaba estresando con esto, pero veo que le importa.