Pesadillas

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Todo estaba oscuro no recordaba algunas cosas ni por que se encontraba tirado en aquel frio suelo no podía creerlo había caído tanto, se paro y como si de la nada la luz arraso con la oscuridad dejando ver enormes arboles verdosos y arbustos con algunas bellas flores, el canto de los pájaros era molesto y solo se empeñó en avanzar.

-hum ¿este lugar? -dijo mirando que tan familiar era todo el bosque se estremeció y los arboles crujieron dejando alzar una gran mansión a lo lejos con algunas risas siendo muy familiar para él ya que desde su lugar podía ver aquel balcón donde siempre se sentaba a leer cada mañana- ¿estoy en casa?

Era estúpido decirlo pero ahora confiaba más en su intuición que en nada más, había sentido una punzada en su cabeza que lo puso a alerta no sabia que pasaba pero estaba seguro de que uno de sus hijos corría peligro estaba más que seguro no podía explicarlo y se levanto de repente de la mesa mirando a su esposo el azabache que se mantenía a lado suyo.

- ¿sucede algo Tsuna? -cuestiono su amigo y guardián de la lluvia parado detrás de la silla de su esposo que estaba más que preocupado y es que el castaño tenia los ojos bien abiertos y parecía ido.

-¡¿Judaime que sucede?! -hablo preocupado la tormenta ya le bastaba con estar nervioso por una mocosa ahora estaría preocupado por su jefe y amigo.

-Los niños -hablo mirándolos como si hubiese descubierto el mayor secreto escondido.

- ¿Tsuna? -no comprendía ni si quiera su esposo captaba la idea hasta que su cerebro comenzó a trabajar y una vaga idea paso por su mente.

- ¿Qué sucede con los mocosos? -hablo su recién llegado tutor que entraba con pistola en mano y su típico sombrero ocultando su mirada seguido de un lambo algo cansado el cual tomo asiento en el lugar de Emma ya que se lo había cedido.

-Y-yo ...-miro a todos y se volvió a sentar- ¿pueden recordar cuando los niños viajaron al pasado? -ante esa pregunta todos se quedaron congelados era algo revelador pero cual sería la respuesta.

La joven nube conocido como Tsubaki se encontraba en el jardín o mejor dicho bosque que pertenecía a su hogar la décima mansión vongola al mirarla sonrió feliz de poder volver pero algo lo detuvo.

-Tsubaki -se escucho una voz tan suave y poco audible como brisas suaves del verano al escuchar su nombre se giro para quedar de frente con lo que lo había llamado.

Sus ojos se abrieron como platos al encontrarse con aquellos ojos otoñales tan cálidos que siempre lo despertaban con ternura todos los días desde que había llagado al mundo y esa piel tan suave y blanca que poseía a la que había añorado desde el momento de su partida, el cabello sedoso y suave que siempre por alguna razón sentía que olía a dulces galletas todo eso estaba frente a el a la orilla de un risco y sin darse cuenta el bosque ya no existía.

-¡¿mama?! -llamo el chico para salir corriendo hacia su progenitor e intentar alejarlo de la orilla.

-Tsubaki -volvió a susurrar extendiendo sus brazos hacia el azabache para luego dejarse caer al vacío donde el sonido de las olas se escuchaba tan fuerte como el rugido de un león.

- ¡Mama! -grito llegando por fin a la orilla encontrándose con que el cuerpo de su madre reposaba lleno de sangre sobre una roca y sin vida sus lagrimas no se hicieron esperar no podía creerlo estaba muerto y de la nada el océano se lo había tragado- ¡mama! -gritaba desconsolado tirado en el suelo mas enojado consigo mismo por no poder salvarlo.

-Tsubaki-ni -llamo otra voz a su espalda no quería voltear estaba muy dolido y no quería verla a ella no lo haría- ¿Dónde esta mama? -pregunto inocente y eso destrozo el corazón del azabache no podía contarle y tal vez aquello no era real no no era real pero el dolor si lo era.

La pequeña VongolaWhere stories live. Discover now