4-Detrás De Escena

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Corrió a su habitación con el rojo en las mejillas, ignoró completamente a su hermana diciendo que era algo tarde para llegar de la escuela, cerró la puerta mientras se sujetaba el pecho y antes de explotar con un grito, se tiró a su cama para apretar una almohada contra ella desahogando su voz. Cuando al fin terminó pudo dejar de esconder su sonrisa para pasar sus dedos con delicadeza por sus labios, cerrando los ojos para poder revivir el recuerdo.

“Naruto-kun” – Se dijo a si misma, en voz baja, como si fuera un secreto placentero mientras que su pecho chocaba contra la tela del cubre almohada.

Esa tarde había sido inolvidable.
Habían tomado la ruta laga hacia la casa Hyuga, nada de lo que ella misma pudiera arrepentirse cuando significaba pasar tiempo junto al rubio. La conversación era bastante casual, se ponían al corriente de su situación a lo largo de los años.

Uzumaki sonreía relatando las historias sobre como se metía en problemas pero sus amigos, la gente que él apreciaba e incluso aquellos que no llegaban a acercarse del todo con él empezaron a sacarlo de apuros. Hinata solo contemplaba esa mueca alegre que hacía sus ojos rasgarse mientras caminaban, no sabía cuantas horas le había escuchado pero estaba fascinada por las anécdotas del chico; su corazón le dolió un momento, de sorpresa.

“Lamento haberme perdido tanto, prometo compensar el tiempo.” — Dijo como disculpa la ojiperla, enseguida consiguió una respuesta, casi como inercia por parte del otro.

“Lo mismo digo, debió haber sido difícil para tu padre, Hanabi, tú... Debí haber estado ahí para protegerte.” —Ambos de detuvieron en seco, Naruto había bajado la guardia. Se maldijo a si mismo por delatarse de esa forma y enseguida se giró para ver el rostro ruborizado de la chica perla.

“G-gracias por haberte preocupado por mi, en verdad, lo aprecio desde el fondo de mi corazón.” — le expresó de la forma más sincera y sin tartamudeo, algo que sorprendió a ambos.

Naruto era alguien muy fuerte, pero el cariño era su debilidad más grande. Hinata era alguien que había ganado un lugar en su corazón, quizá era el momento indicado para hacérselo saber. No esperaba una respuesta, su corazón era tan sincero que confesarle el amor que tenía era suficiente para él, sólo que le temblaban las piernas; se maldijo nuevamente para tomar coraje.

“Hinata, desde que te fuiste estuve pensando. Sé que es difícil de creerlo pero es así.” — Ella Soltó una pequeña risa, retomando el camino, estaban a pocos bloques de su casa y debía apurarse antes de que su valentía se la llevaran los pasos, contaba cada uno de ellos, empujando su evidente vergüenza por lo que haría.

“Aquellas veces en las que te defendí, me sentí como un héroe. Mientras crecimos pude sentir tu mirada sobre mi, buscándome entre la gente y creí que solo era admiración hasta que te fuiste; fue entonces cuando yo empecé a buscar tus ojos.” — Cerró los ojos para poner su brazo delante de ella, deteniendola nuevamente, sólo necesitaban doblar la esquina para llegar al hogar de la Hyuga, necesitaba un poco más de tiempo.

“¿E-eh? Y-yo, no sé que responder a eso. L-Lo lamento.”— Sonó algo descorazonador al principio, pero si ella le negaría algo, lo haría de forma apropiada. Él sabía que Hinata era algo complicada a la hora de expresarse y saltar a conclusiones no ayudaría a ninguno.

“Yo quería decirtelo, desde que te fuiste buscaba tus ojos, quería encontrarlos casualmente vagando por mi rostro. Necesitaba que estuvieras ahí, porque aún si nadie esperaba algo de mi tú siempre me veías hacia arriba, no quería fallarte. No quiero hacerlo, así que mejore; quería merecer tú mirada aún si sólo fuese un momento.” — Hinata estaba paralizada con una expresión de asombro, sus ojos bien abiertos y su palida piel empezaba a enrojercerse como antes. Naruto temía que se desmayara si no acababa rápido.

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