11. Por si te hace falta

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Maratón final, parte 1

Ojalá os guste<3 y perdón por actualizar tan tarde.

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Subía las escaleras, como cada vez que llegaban los 16 de una gala. De un paseo, de grabar canciones los viernes. De los ensayos del plató en cada domingo. 

Abrió la puerta. Eso lo solía hacer Noemí, o Mamen, o Manu, o cualquiera de los profesores.

La entrada seguía igual. Estaba dispuesto, preparado psicológicamente para ver allí a Alba Reche, a Natalia, a Famous, Julia, Sabela, Miki, a Marta, Marilia, Carlos Right, Noelia y a todos los que estaban todavía en la academia. Quizás sería lo lógico.

Le hubiera gustado ir a visitarlos.

Pero no. En la puerta se los encontró a ellos. 

A 15 niños que jugaban con música, tiraban aviones de papel por las ventanas, lo hicieron todo aquel febrero y no lo volvieron a hacer más.

En el sofá, Cepeda y Roi tocaban las guitarras y hablaban con él. Debía ser el día de camera man.

Roi le había prometido meterla en su disco, el que probablemente nunca llegaría a escuchar.

En la mesa, Aitana, Ana, Miriam y Amaia comían y hablaban de cosas cotidianas. Agoney, Raoul, Mireya y Ricky llegaban más tarde. Seguro que Thalía, Marina, Juan Antonio y Mimi estaban en los lavabos. Seguro que Nerea estaba intentando hacer vientre y todos la estaban esperando a la puerta del lavabo para celebrarlo con ella, incluído Alfred.

Seguro que Cepeda estaba en el box. Roi y Ana comían lentejas en la terraza. Aitana bailaba sola y cantaba al volumen que quería en la sala de ensayo. Amaia le miraba mientras tocaba el piano.

Tuvo el valor de salir de su ensimismamiento y encaminarse a la sala de ensayos. Hogar de los pases de micros. El pasadizo secreto y oculto entre el mundo real y su refugio, la sala del piano.

Los dos reencuentros. Simultáneos. Los abrazos, los chillidos, la alegría, camina, da un paso al frente y respira.

City of Stars, No puedo vivir sin ti, What about us, La Bikina, Heaven, Tu Canción, Shake it out, Maldita Dulzura, Miedo, La Revolución Sexual, A quién le importa...

Saltos coordinados, como si lo hubiesen ensayado. El abrazo final.

5 minutos y 34 segundos en brazos de esos 15 niños que jugaban con música.

Que volaban entre notas musicales, que le sirvieron de puente colgante, que le llevarían de nuevo a ese febrero, para volverse a levantar.

Si solo hiciese falta eso, lo harían, al igual que él lo haría por ellos.

Y es que en la sala del piano, se lo decía.

No solo estaban Ana, Roi y Amaia.

Estaban todos.

"Por si os hace falta estaré aquí.

Siempre.

Porque me iré, de eso estoy seguro, más yo que nadie. Pero no podré evitar llevarme conmigo cada uno de los momentos que pasé a vuestro lado estos tres meses. 

Y por favor os lo pido, recibid muchos premios Nobel, de lo que sea. Y llenad estadios enteros, sed portada de lo que queráis, pero nunca centro del corazón. Con mayúscula.

Porque me iré, de eso estoy seguro, pero solo estaré a un par de versos de metros de vosotros.

Porque si os sentís solos, y no vaya nadie a vuestros conciertos, cosa imposible, solo necesitaréis poner esta canción, o eso espero.

Pensad que yo siempre tendré un hueco para volverlo a intentar.

Y vosotros también.

Solo coged aire y volved, volved a esos noventa días en los que hicimos más música que en toda nuestra vida.

Calladlos a canciones. Porque la música sí que sabe hablar.

Soñad, siempre, chicos. Y apuntad bien alto.

Os veré en cada paso que deis en el camino.

Sois 15 genialidades. Y quién no lo sepa ver, está ciego.

Os quiero".

Ellos sonreían, ausentes y presentes al mismo tiempo. Y Alfred seguía cantando, mientras él, el de verdad, salía de la habitación, abandonaba la sala de ensayo dedicando una última mirada a Noemí y Manu, acariciando la puerta al salir y observando con una sonrisa el cartel de cerrado por vacaciones.

Bajó. Miró la ventana.

¿Era acaso posible?

Los 15 sonreían a través del cristal. Ninguno lloraba.

Pero agitaban las manos, conscientes de lo que estaba sucediendo, conscientes de que se estaba marchando.

- Coge aire y vuelve - articularon sin palabras cuando Alfred se estaba dando la vuelta para irse. Le quedaba un último sitio que visitar. 

Dos personas de las que despedirse.

Y una. 

Pero esa una tenía escrito en la palma de la mano con tinta invisible lo que debía hacer.

Y Alfred sabía que lo haría.


Destrózame (Almaia)Where stories live. Discover now