Capítulo 4

10.7K 377 18
                                    

Violet

— Dime por favor que no te vas a comer eso — le dije a Barbie mientras arrugaba la nariz y hacía una mueca.

— Algunas tenemos que ganarnos este tipazo — respondió mi amiga mientras se llevaba un buen bocado de espinacas a la boca.

Debido a que su madre era una diseñadora de moda, Barbie lograba participar en muchos de los proyectos y desfiles que ella organizaba, para eso, debía cuidar su alimentación y su aspecto. Seguía una dieta bastante estricta que cumplía a rajatabla, excepto que hubiera chocolate blanco de por medio, era su perdición.

— ¿Y qué tal en tu casa nueva? — me preguntó Jade.

Hoy llevaba el pelo recogido en una cola de caballo perfectamente puesta, sin ningún pelo asomando salvaje. Con el coletero de color azul marino, su pelo castaño se veía más claro de lo habitual. Incluso pude percatarme de que iba algo maquillada, cosa poco habitual en ella.

— Muy bien, me estoy adaptando genial — respondí.

Solo había pasado una semana desde que me había mudado a casa de Mary y Bob, y la verdad, había sido menos duro de lo que me esperaba.

Todas las clases del último curso me tienen lo suficientemente entretenida como para no pensar en lo mucho que echo de menos a mi madre, al menos durante el día. Por las noches, siempre intentamos hablar durante unos minutos, para mantenernos al día de nuestras nuevas y diferentes rutinas, lo que me resultaba, a veces, bastante raro.

Mary y su marido han sido muy amables conmigo hasta ahora, incluso se ofrecieron a llevarme al estudio donde tomo las clases de baile, el cual ahora me queda un poco más lejos.

Mientras estoy contando a mis amigas cuánto me gusta mi habitación nueva y cómo planeo decorarla, observo a Jade, está distante y mirando continuamente hacia el otro lado del comedor.

Sigo la dirección de su mirada hasta llegar a una mesa redonda del fondo de la cafetería. Allí se sienta el equipo de soccer del instituto. Veo a algunos lanzándose trozos de patatas entre ellos, pero cuando mis ojos recaen en aquel chico pelirrojo que está leyendo un libro y tomando notas, mis pensamientos encajan.

— ¡Neal Torres!

Las palabras me salen en un tono más alto del que pretendía y algunas niñas de las mesas cercanas se giraron para mirarme. Cuando vi como las mejillas de Jade se sonrojaban, no necesité confirmación por su parte, sabía que estaba en lo cierto.

— Espera — intervino Barbie, quien ya había terminado su asqueroso plato de espinacas — ¿Neal es el chico secreto?

Desde que empezamos las clases, Jade nos había tenido en ascuas sobre un chico nuevo al que había conocido en una de sus clases, pero no había querido decirnos su nombre. La única pista que nos había dado era la clase en la que coincidían, Física II.

Era una pista poco concluyente y, además, no sabíamos ni el número de alumnos que asistían a esa clase. A pesar de nuestras insistencias, el profesor de Jade no había querido darnos la lista de estudiantes que cursaban aquella asignatura, simplemente recibimos una carcajada por su parte cuando le explicamos el verdadero motivo de nuestro interés.

— Si tuvierais las mismas ganas de estudiar, seríais las primeras de vuestra promoción — nos había contestado, pero no obtuvimos ningún resultado.

Solamente conocía a Neal de vista, lo había visto jugar un par de veces al soccer y ahora, sabía que cursaba Física II con Jade. Era un chico bastante alto, de piel morena y la mandíbula cuadrada. Tenía el pelo corto y siempre iba con él algo despeinado.

— Desembucha — decimos al unísono, disfrutando de la reacción de Jade mientras se revuelve en su asiento, nerviosa.

Siempre ha sido la más tímida de las tres, la más reservada. Eso lo ha heredado de su padre, un importante ingeniero que se relaciona con poca gente y quien solo confía en su mujer y en su hija.

— Bueno, nos conocimos en clase de física, el me pidió los apuntes un día y nos hemos sentado juntos desde entonces, pero solo somos amigos — añadió rápidamente al final de la explicación.

— Amigos de momento — completó Barbie, la más extrovertida de las tres, mientras le guiñaba un ojo.

El timbre había sonado y teníamos algo más de cinco minutos para volver a nuestras clases. El tema de Neal fue el centro de toda nuestra conversación hacia las taquillas.

— Deberías hablar con él e invitarle a salir — dijo Barbie — o hacer lo que hagan los empollones, ir a la biblioteca, por ejemplo.

Jade era una de las mejores alumnas del instituto, era presidenta del consejo estudiantil y había asistido a un montón de competiciones de debate. Neal, por lo que contaba Barbie, también era buen estudiante.

— Juega en el equipo de Derek, así que sé bastantes cosas de él — nos explicaba —— es un buen partido para ti.

— Le pediré salir cuando Violet se lo pida a Kendall.

Puse los ojos en blanco y comencé a caminar hacia nuestra clase, pero me lo impidieron.

— ¿Y bien?

Me encogí de hombros, sin decir nada.

— Es nuestro último año de instituto, si no hacemos locuras ahora, ¿cuándo?

— Eso te ha quedado muy poético, Barbie.

Había pasado demasiado tiempo enamorada de Kendall, yo misma sabía que no era real, que era imposible, pero por mucho que lo intentaba, no podía evitar que apareciese continuamente en mi cabeza.

— Tengo un poco de amor propio, no pienso arrastrarme ante ningún chico — contesté.

— Bien por ti — aplaudió Barbie mientras se reía como una niña pequeña, tenía una sonrisa preciosa, su madre se había gastado mucho dinero para conseguirla a base de aparatos y blanqueamientos.

El segundo timbre había sonado, señal de que solo quedaban tres minutos para regresar a nuestras aulas. Jade fue la primera en abandonar el grupo, su clase quedaba mucho más lejos que la nuestra, y comenzó a andar con una de sus amigas de la clase de debate hacia otro pabellón.

Entonces lo vi.

Kendall Evans. Era alto, aunque tampoco demasiado, y delgado. Los huesos de su clavícula se dejaban entrever levemente por debajo del cuello de su camisa blanca, que se fusionaba con su piel poco morena. Era rubio, con el pelo corto y brillante. Levanté la vista hacia sus ojos, eran verdes claro, capaces de hipnotizarte. Sus rasgos eran suaves, era atractivo y sin duda él lo sabía.

— Vuelves a babear — me susurró mi amiga al oído.

Me mordí el labio mientras pensaba en las palabras que había dicho Barbie hace apenas un momento. Por mi cabeza, se paseó una idea que hasta ahora no me había planteado, pero era el último año, y si no había existido hasta ahora para él, probablemente ya no lo haría.

Di unos pasos hacia delante, esquivando a unas cuantas personas que se dirigían a sus clases, yo también debería irme a la mía.

— Hola, Kendall — dije justo al tiempo que pasó por delante de mí.

Me tembló un poco la voz, pero recé para que no se me hubiera notado demasiado. Me mordí de nuevo el labio inferior y sonreí levemente.

Desvió su mirada hacia mí sin ni siquiera girar la cabeza y enseguida volvió a mirar al frente.

Resoplé y relajé todos mis músculos, efectivamente, no existía para él.

— Por ahí se ha ido tu amor propio — escuché decir a Barbie antes de que se estallase en carcajadas.

La vida da muchas vueltas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora