22: Culpable

641 95 22
                                    

Tres largas semanas ya habían pasado, y el pueblo de Marley se estaba preparando como nunca. A los voluntarios se les enseñó técnicas básicas de supervivencia, los soldados fortalecían su capacidad y destreza para el combate. Todo se estaba llevando a cabo de manera rápida y eficaz, teniendo en cuenta el plan de los líderes de la futura revolución.

—Entonces cuando llegues, tienes que contactarte con él, eso lo primero —indicaba la pelirroja—. Enviaremos una postal dentro de unos días, pidiendo hora y lugar en el cual se reunirán. Recuerda, no le digas tu verdadero nombre, podría confundirte con algún encubierto de la corte y no queremos eso, cualquier nombre o apellido que puedan relacionar con Armin podría meternos en problemas.

Mikasa asintió.

—No nos queda mucho tiempo, pero lo demás ya lo sabes. Él te ayudará a guiar a los Erdianos, y si tienes miedo, puedes usar esto —Sobre la mesa colocó una pequeña caja blanca con un listón encima. Lo acercó a la azabache y dejó que esta lo abriera, encontrándose en el interior con una mascarilla blanca, la cual cubría su rostro desde la nariz hasta la frente, como la usaba aquel tirano. Inmediatamente esto le trajo recuerdos, y por un momento pensó en negarse a usar tal cosa, ya que eso solo le hacía alusión a la persona que más aborrecía en la faz de la tierra, pero pronto comprendió, que lo necesitaría, y que, si no lo usaba, probablemente pondría en riesgo toda la misión. Incluso cortó su larga cabellera, limitándola solo a una melena. Levi le aconsejó que lo hiciera, pues este podría causarle problemas a la hora de entrar en batalla.

—Lo... lo haré —respondió ante el regalo de la mayor.

Sabía que su participación dentro de la misión era importante. Ella sería la persona que comenzaría la revolución desde adentro, teniendo un tiempo de un mes para poner al pueblo Erdiano en contra de su rey, y así darle el paso libre a la muchedumbre Marleyana, la cual entraría por la frontera que daba directo a la ciudad de Verdammt para así no perder más tiempo. El plan era claro, lo habían repasado más de siete veces junto a Jean y Levi, ahora solo faltaba ponerlo en práctica.

Mikasa a pesar de su gran convicción, temía que las cosas no fueran a salir como todos esperaban. Estaba sumamente agradecida con Jean y con Petra, por ayudarlos a ella y a su hermano con esta noble causa, por acogerlos en su palacio y por brindarles la ayuda que tanto necesitaban, pero ella necesitaba volver a su país, a sus tierras, al lugar que la vio nacer, y si esto salía mal, eso jamás sucedería.

—¿Estás bien?

—Lo estoy.

—Mientes.

La menor de los Ackerman levantó la cabeza confundida. La pelirroja se acercó y tomó sus manos entre las suyas.

—Tranquila, confío en ti. Y todos aquí lo hacen, Jean, tu hermano. Los voluntarios que tú misma has guiado hasta aquí y a quienes conmoviste con tu historia —Sonrió. Transmitiendo nada más que tranquilidad y seguridad—. Podrás con esto, porque eres tú, y porque esta lucha no le corresponde a nadie más que tú.

Y era cierto.


───╯ °✧° ╰───


—Bien, repacemos esto una vez más. Mikasa nos estará esperando con el joven en la frontera, y cuando nosotros lleguemos con nuestras tropas y los voluntarios iremos directamente a Verdammt, sin perder más tiempo. Lo más probable es que esté rodeado por soldados, y no sabemos si estará preparado para recibirnos, la idea es que no, pero con todo lo que acontecerá sería casi inevitable que se corrieran rumores.

—¿Y el retrato? —preguntó la pelirroja.

—Aquí está —dijo Mikasa, poniendo sobre el mesón un cuadro de tamaño medio. En él se podía apreciar un concepto artístico que ella misma había pintado: se podía ver a Armin con su ropa habitual, la capucha de siempre y esa característica máscara que había usado desde su llegada a este mundo—. No será difícil encontrarlo, pero teniendo en cuenta que ninguno de nosotros jamás ha visto su rostro no podremos fiarnos. El único punto que tenemos a favor es que sus ojos son grandes y de color, ya no recuerdo bien si eran azules o verdes, pero siempre mantenía una mirada fiera. En fin, dudo mucho que haya alguien más parecido a él en ese palacio. Pequeño y menudo de tez muy blanca, y probablemente rubio.

Flor Del Mal | EreminWhere stories live. Discover now