6. Lágrimas del cielo

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Ese día en el departamento no se supo nada de Mista, lo cual representaba un nivel de preocupación en todos... en especial con "mamá Bruno" como Giorno había escuchado de la boca de Fugo. Se veía al joven de corte melena caminando de un lado al otro mientras Abbacchio le soltaba alguna frase que intentaba apaciguar la inquietud que estaba sintiendo; sin surtir efecto alguno, a decir verdad. Era un escenario cómico de cierto modo, si no fuera porque Giorno tenía clavada la mirada penetrante de Narancia, que parecía conocer todo el embrollo que había pasado en su habitación por la mañana, y lo posterior a eso.

Pasó de ser gracioso a convertirse en un ambiente tenso del que el rubio quería escapar.

Sin realizar ningún ruido, Giorno comenzó a desplazarse lentamente hacia su habitación en un intento de no parecer sospechoso; pero vamos, a nadie le puede parecer inocente esa actitud. Estaba a un paso de la escalera cuando sintió la voz como un trueno detrás de él:

—Giorno Giovanna, no tendrás algo que ver con esto, ¿verdad? —Abbacchio lo miró fijamente, causándole un escalofrío al peliclaro.

Abbacchio parecía odiar al nuevo por alguna razón, y esta era la oportunidad perfecta para tirarle la bronca encima. Por suerte, uno de los talentos de Giorno era mentir:

—No, para nada.

«Vaya mierda de mentira.» pensó. No tenía ganas de voltear para evitar el terror que infunde la cara del albino. Ya había visto ese rostro con facciones molestas una vez que había retado a Mista por tomarse todo el jugo del cartón y guardarlo vacío; estaba endemoniado. Realmente era una expresión que no le gustaría volver a ver.

—No confío en ti. —espetó al dar por finalizado aquel breve intercambio de palabras

Por un poco más Giorno sale corriendo de la escena, para recargar su peso en una pared del pasillo y darse un respiro, el cual no duró mucho, porque al segundo de haber pestañeado, sintió otro tipo de presión en su cercanía. Esta vez no era agradable; con el rabillo del ojo pudo alcanzar a ver que la mirada penetrante de Narancia, antes sobre su cuerpo, ahora se había convertido en un arma blanca a menos de 1 cm de su cuello.

—¿Quién mierda te crees que eres? ¿Eh? —dijo, a medida que la navaja acortó más la distancia con su arteria yugular.

—¿Q-qué estás haciendo? —tartamudeó el rubio, intentando zafarse.

—No te hagas el estúpido, Giorno. Mista nunca se había comportado así hasta que de casualidad llegaste tú.

—¿Y eso te da motivo para querer asesinarme?

—Es motivo suficiente. Mantente lejos de él. —sentenció, a la vez que el filo de la hoja ya había conseguido hacer una pequeña herida, más abajo del pescuezo, de la cual corría un hilo de sangre. —O vas a tener que arreglar las cosas conmigo.

Esta fue su última interacción con Narancia, concluyendo su dramático encuentro con un, valga la redundancia, dramático escape.

¿Podía pasarle algo más en ese día?

«¿Qué relación tenía ese loco con Mista?» llegó a cuestionar. Era absurdo pensar en que una persona te puede gustar sin ni siquiera conocerla, pero este era un tonto caso, específicamente de Giorno, quién solo parecía idiotizado en aquellos ojos oscuros que conseguían llevarlo a la galaxia más lejana y flotar en lo infinito del universo. A esta altura, ya no podía negar que Mista despertaba un lado que ni él mismo conocía y un sentimiento que jamás pensó que sería digno de vivir: el amor.

Bajó su mano hasta uno de los bolsillos de su traje color mar y extrajo un delicado pañuelo con el que, deslizándolo por su cuello, pudo ir borrando los restos de la sangre que había perdido por medio del pequeño corte. Al instante, comenzó a sentir fuertes murmullos en la planta inferior, seguidos de un fuerte portazo que lo hizo saltar en su lugar.

«¿Sería Mista?»

Descendió las escaleras con rapidez para encontrarse a Bucciaratti a punto de estallar y a Abbacchio abrazándolo por la espalda, descansando su cabeza en el hombro del contrario.
Fugo se ubicaba en uno de los sillones, mirando la escena con una expresión de ternura entremezclada con tristeza. El único al que no pudo divisar fue a Narancia.

No había mucho que pensar, seguramente el lío que había escuchado hace unos segundos era una disputa entre el pelinegro y el menor, donde el último salió por la entrada, dejando que Bruno se quedara hablando solo.

El calor de la hoguera al fondo del comedor mantenía tibio el helado ambiente, y a los integrantes de la sala, hasta que el silencio fue quebrado por un fuerte trueno acompañado de una repentina, pero intensa lluvia.
Por alguna razón, esto bastó para que Bruno se quebrara como una galletita, aun siendo contenido por el peliblanco, cuyos ojos destellaron cierta furia al encontrarse con los de Giorno. Este último, quizás por instinto, decidió abandonar el viejo departamento a su suerte; pensando en que quería proteger al joven de ojos oscuros, así como Leone protegía a Bruno.

Pensó en Mista, como quien piensa en una cálida tarde de verano y en el cariño suave de una madre.

Debía encontrarlo, debía protegerlo. Más bien, debía mantener unido al grupo; atribuyéndose la culpa de haber arruinado "una familia".

En el exterior, el viento rugía furiosamente, empapando entero a Giorno, despeinando sus dorados cabellos, y dificultando cada paso que daba. La cantidad de agua que descendía del cielo formaba una espesa niebla húmeda que encajaba perfectamente en el cielo negro y los relámpagos azules de aquel diluvio. La figura del joven se desvanecía entre las calles tormentosas de la ciudad, en busca de algo que no conocía...

...de alguien, quién seguramente no lo esperaba.

En algún bar de Nápoles. 20:24pm.

La pobre iluminación, que brindaban esos viejos focos, concordaba perfectamente con el ambiente sucio y triste de aquella taberna que le estaba haciendo de refugio al deprimido Guido Mista, quien se encontraba sentado en la barra con la mirada perdida en algún punto, con las mejillas tornadas color rubí, producto del alcohol que estaba consumiendo hace ya un par de horas. Por más que liquidara vasos y vasos de vodka, no podía ahogar todo lo que tenía adentro, y tampoco podía sacarse de la cabeza a Giorno Giovanna. No sabía si era fruto de la borrachera o simplemente era el destino que lo castigaba, repitiendo la misma imagen de su misteriosamente coqueto compañero de cuarto una y otra vez.

No podía negar que le gustaba que lo haya mirado lascivamente. Esos ojos aguamarina eran un oasis en medio de un amplio desierto.

Pero no todo es tan fácil como parece. Por más que le diera mil vueltas al asunto, tenía un cierto rechazo hacia Giorno (o algún miedo al rechazo en sí).

Quería odiar a Giorno.

Pero no podía odiarlo por más que quisiese.

Estaba a punto de pedir el sexto o séptimo vaso de vodka cuando sintió como un estruendo que alguien pateó la puerta con furia.

«¿Sería Giorno

Para su sorpresa, no era un príncipe azul quien venía a rescatarlo de esa pesadilla; más bien era..."una princesa". Con un paraguas violeta como sus iris, Narancia se abrió paso por el húmedo salón con olor a tabaco y alcohol, corriendo para lanzarse encima del aún algo absorto pelinegro.

Por un momento, el mundo se paró. La tos constante del tipo de la barra cesó. Se dejó de respirar el humo del cigarrillo. Las goteras pararon de hacer ruido.

El constante movimiento del universo se resumió en los tibios labios de Narancia posados en los de Mista, mezclándose entre el aroma del alcohol y el de la tierra mojada.

Ciegamente, el azabache no opuso resistencia y continuó aquel beso con sabor amargo, deseando que fuera Giorno quien compartía ese gusto a Vodka y esa solitaria noche.

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N/a: Perdón si me excedí xd, creo que leer mi basura de forma más extensa es una razón para disculparme ah. Siento que en cada capítulo empeoro como escribo, pero bueno, me esfuerzo(?)

Buenos deseos a todos, seguramente actualice el 24 entonces aún no les deseo felices fiestas. 🌸❤

Fecha original de publicación: 22/12/2018

Corrección y edición: 03/04/2024

¡EDITANDO! Si me miras así... (JJBA) -GioMis-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora