Marinette
El sonido de las agujas del reloj moverse se entremezclaba con el de la pequeña cucharita de metal dar vueltas alrededor de la taza.
Miré a mi padre de reojo, viendo como el té bajaba por su garganta. No pude evitar sentir un ligero escalofrío que me hizo temblar.
La situación había comenzado a volverse incómoda, y sobre todo tortuosa. Sabía a la perfección que papá no me había hecho levantarme temprano para tomarse el té conmigo.
No había podido dormir en toda la noche. Simplemente lo sucedido no me había dejado conciliar el sueño, mucho menos después de mi reencuentro con Adrien y sobre todo su verdadero motivo por el que estaba allí: rescatar a Claude.
No estaba muy segura de lo que pudo haber ocurrido, pero sabía a la perfección que no lograron sacarlo de la prisión y eso significaba que aún estaba allí atrapado en manos de Jouvet y sus guardias.
Y lo que más me desconcertaba era que si Claude estaba allí significaba que Adrien intentaría regresar a por él y eso suponía correr el riesgo de volver a encontrármelo.
—¿No piensas decir nada?—pregunté, rompiendo de una maldita vez el silencio.
Dio otro sorbo a su taza y la dejó con cautela sobre la mesa.
—¿Es qué acaso no puedo estar disfrutando de un desayuno tranquilo con mi hija?—inquirió, mirándome por primera vez en toda la mañana.
—Papá... Escucha, no tienes por qué seguir fingiendo—dije, arrastrando mi silla para quedar más cerca de él. Lo cogí de la mano y lo miré directamente a los ojos.—Lo que tengas que decir, dímelo de una maldita vez. Anoche sucedieron muchas cosas y sé que te provocaron lagunas dentro de tu cabeza.
Suspiró con pesar y se zafó de mi agarré para masajearse la frente.
—No quiero empezar algo que va a terminar mal—dijo.—Mi temperamento no está muy sereno, y todavía me cuesta calmarme después de lo ocurrido.
—¿Y por qué debes calmarte? ¿Porque Jouvet te humilló delante de la élite o porque Chat Noir se acercó a mí?
Mi padre levantó una de sus manos. Clara señal de que debía guardar silencio.
—¿Con quién estuviste en el momento que desapareciste de la fiesta?—me preguntó.
Reconozco que además de pensar en Adrien y en Claude, había pasado la noche entera inventando posibles respuestas del por qué Chat Noir se había mostrado tan sobre protector conmigo o por qué había decidido plantarle cara a Jouvet. Pero volver a repetir la misma pregunta que el rey me había hecho la noche anterior, me había pillado desprevenida.
Mi padre golpeó la mesa con fuerza, sobresaltándome.
—¡¡Responde, maldita sea!!
—C-Con nadie...—titubeé.
—¿Te estuviste viendo con ese criminal a solas?—inquirió.
—N-no... Claro que no...—respondí mientras jugueteaba con la falda de mi vestido.—Yo ni siquiera sabía que estaba en la fiesta. Cuando atacó al rey fue la primera vez que lo vi.

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©La coleccionista de corazones perdidos |SCR2|
FanfictionSegunda parte de la Bilogía «Corazones rotos» Aviso: Si no has leído "Ladrona de corazones" no leas esta historia.