|TERMINADA|
Una chica cansada del machismo que hay en su casa decide irse de casa con la excusa de la universidad para ir a cumplir su sueño, convertirse en futbolista profesional.
- Es la mejor noticia que me podías dar - me dijo muy sonriente, pobre iluso.
- Creo que no me has entendido - aclare - Lo que quiero decir es que tu hija va a dejar de jugar a fútbol porque a partir de ahora ya no tienes ninguna hija.
- ¿Que? - me pregunto incrédulo.
- Pues eso, que si tanto te cuesta admitir lo que me gusta y aceptarme tal y como soy, tal vez deberías dejar de llamarte mi padre, porque un padre haría lo que fuera por la felicidad de su hija - conteste - cosa que dudo que hagas por mi.
- Eso no es cierto, yo haría lo que fuera por tu felicidad - me contestó.
- No te lo crees ni tu - conteste.
- Bueno ya vale de tonterías, si has venido hasta aquí para decirme que soy un mal padre ahí tienes la puerta - me la señaló enfadado.
- Vale - me dirigí hacia la puerta.
- Hija no des ni un paso más - me dijo mi madre con tono autoritario, así que obedeci - No quiero que te vayas así.
- ¿Estas con ella en esto? - le pregunto sorprendido mi padre.
- Pues si - contesto mi madre con una sonrisa orgullosa - es mi hija.
- También es la mía - contesto mi padre.
- ¿Y te gusta lo que hemos echo hasta ahora con ella? - le pregunto mi madre arqueado una ceja.
- Pues si, hay que impartir autoridad para que obedezca - contesto mi padre.
- ¿Y eso ha servido para algo? - volvió a preguntar mi madre aunque esta vez más seria - La niña sigue haciendo lo que quiere y no sólo eso sí no que además vive a miles de kilómetros de nosotros y ha aprendido a mentirnos.
- Eso es porque no hemos sido lo suficientemente duros con ella - contesto mi padre.
- No, esto ha pasado únicamente porque la hemos dado la espalda y nunca la hemos apoyado en lo que quería - dijo mi madre arrepentida - ¿o crees que esto hubiera pasado si la hubiéramos dejado jugar desde que nos lo pidió por primera vez?
- No - contesto mi padre dándose cuenta de que no lo hice a malas si no porque realmente deseaba hacer eso.
- Hija por favor vuelve a casa, te dejaremos jugar y hacer lo que quieras - me pidió mi madre.
- Me encantaría de verdad mamá, pero no puedo dejar el curso por la mitad - conteste y bueno a parte de eso había miles de razones más como Olga, el equipo, Marco, Isco...
- Si que puedes - me dijo mi madre con una lágrima recorriendole la mejilla, se notaba que esto se le hacía muy duro y que se sentía muy culpable por no haberme apoyado antes - Puedes pedir un traslado y las asignaturas seguro que te las convalidan y bueno equipos aquí en Barcelona sobran, así que tienes para elegir.
- Lo se, pero ninguno será igual al mio - conteste sincera - las he cogido muchísimo cariño a las chicas y somos muy justas, así que no puedo dejarlas tiradas ahora, además que esas chicas no sólo son mis compañeras de equipo si no que son mis mejores amigas.
- Tu misma lo has dicho, ellas son tus amigas, nosotros tu familia - se metió esta vez mi hermano apoyando la idea de mi madre, aunque el mejor que nadie sabía que habían otras razones que me retenian en Madrid.
- Pero esas amigas me han estado conmigo cuando ni mi familia no lo ha hecho - conteste.
- Hija por favor - me pidió mi madre muy vulnerable, me partía el alma verla así.
- Mamá por favor te lo pido yo, no me lo hagas más duro - le pedí esta vez yo - no me voy por capricho, me voy porque realmente mi vida está allí y aunque vosotros os quedéis aquí prometo venir a visitaros con frecuencia y sobretodo llamar.
- ¿De verdad? - me pregunto contenido las lágrimas.
- Claro - conteste - eres mi madre - repeti el mismo argumento que había usado ella antes para justificar el motivo por el cual me apoyaba.
- Te quiero mucho - me dijo mientras me abrazaba.
- Yo también - conteste evitando que salieran mis lágrimas, era muy sensible en estos temas.
Cuando me separe de mi madre y me encontré con la mirada de mi hermano le dije divertida antes de abrazarle también:
- A ti también te quiero friki
Y por último me quedo mi padre, quien también se veía triste, aunque no tanto como los otros dos, ya que solía mostrarse frío.
- A ti también te quiero troglodita - dije divertida.
- Yo también te quiero hija y voy a hacer un esfuerzo por verte feliz - me contesto, seguía siendo un machista, pero oye esto ya era un logro igual si seguía así para un año o así se planteaba venir a verme jugar.
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