¿Cómo eres, Alicia?

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Alicia era una hermosa niña; blanca, de ojos color miel, cabello rubio y rizado; le gustaba jugar con sus muñecas y dibujar, tenía talento para esto. No tenía amigas, sólo convivía con algunas de sus compañeras en el colegio. Por su aspecto físico, sus compañeras (estudiaba en un colegio para niñas) La consideraban engreída; además. Alicia era diferente a los demás: algo callada, tímida e introvertida. Raquel la sobreprotegia mucho, provocando mayores inseguridades en ella para relacionarse con niños de su edad.

—¿Que haces hija?— le preguntó Raquel a Alicia.
—Estoy haciendo este dibujo— contestó Alicia.
—¿Y qué dibujas?— preguntó Raquel por curiosidad.
—Lo que soñé ayer— contestó Alicia.
—¿Y que soñaste?— preguntó Raquel de una forma ingenua.
—Pues nada, cosas raras— contestó la pequeña.
—¿Puedo ver el dibujo?— preguntó Raquel.
—Está bien— contestó Alicia.
   Cuando Raquel vio el papel, descubrió con estupor lo que había dibujado Alicia: se trataba de una mujer con un hábito (una monja) con la cabeza y ropa ensangrentada; tirada en el suelo y a un lado de ésta, un crusifijo
—¿Y esto fue lo que soñaste?— preguntó con temor Raquel.
—Si. La he soñado mucho últimamente— respondió Alicia.
—¿Habrías visto una película en el televisor?— preguntó Raquel.
—No— contestó la niña—. No he visto películas de ese tipo.
—Bueno, no quiero que sigas dibujando estas cosas. Ahora ve a lavarte las manos que vamos a comer— dijo Raquel.
   La niña salió de su habitación y Raquel se quedó mirando ese dibujo. Sintió miedo, pues le recordó la verdadera madre de Alicia, la monja Sofía. Raquel termino por romperlo y tirarlo al cesto de la basura.
     Fue durante la noche, mientras Raquel le daba de cenar a Rodrigo, que le comentó este incidente; para ese momento la niña ya estaba durmiendo en su habitación.
—Chaparrita, ¡Esto te quedó delicioso!— dijo Rodrigo a su mujer.
—Gracias— contesto Raquel desganada.
—¿Que tienes?— preguntó extrañado Rodrigo.
—Hoy Alicia me dijo algo que me extrañó... En realidad me espantó.
—¡¿Que fue?!— preguntó Rodrigo.
—Hoy me enseñó un dibujo muy feo— dijo Raquel.
—¿Que dibujo nuestra hija?— preguntó Rodrigo.
—Era una monja con el hábito y el rostro ensangrentado— respondió Raquel.
—Quizá vio una película y por eso la dibujó— comentó Rodrigo.
—Me dijo que la soñó y que ya han sido varias veces que esa monja se le aparece en sueños— comentó Raquel.
Rodrigo puso cara de serio y dejó de comer.
—Pero, ¿Que estás tratando de decirme?— preguntó Rodrigo extrañado.
—Esa monja, ¿No será la verdadera madre de Alicia?— preguntó Raquel.
—¡No digas tonterías! ¿Cómo se te ocurre semejante cosa?
—No sabemos que final tubo esa mujer— dijo Raquel
—¿Que tratas de decir? ¡¿Qué mi hermano la mayor?!— preguntó Rodrigo —. ¡No digas tonterías! El es un sacerdote y sería incapaz de ser algo así.
—¿Así como fue incapaz de embarazar a una monja?— preguntó Raquel
—¡Cállate! ¡Y no lo vuelvas a decir! ¿Entendiste?— ordenó molesto Rodrigo.
    Rodrigo se levantó de la mesa y de retiro. Raquel se quedo sola meditando sobre lo sucedido; a pesar de que Rodrigo se había marchado, ella sintió que no estaba sola; de pronto, al fijar su mirada en un espejo que estaba en el comedor — que media aproximadamente un metro de ancho — pudo ver pasar una silueta de una mujer.
  Raquel se espantó, sobre todo porque se dio cuenta que la silueta se dirigía hacia la habitación de la niña. Se levantó rápidamente de la silla y se dirigió hacia allá. La puerta de su cuarto estaba entreabierta y sintió algo de miedo porque sabía que ahí podía estar esa mujer. Se llenó de valor. Cuando abrió la puerta y encendió la luz, verifico que la niña dormía profundamente. No quiso despertarla, así que apagó la luz de inmediato. En ese momento escucho que algo se caía dentro del cuarto. Eso la pudo con los nervios de punta. Encendió la luz y vio que en el suelo estaba un crucifijo, lo levantó y lo puso en el buró.

Alicia La Hija Del Pecado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora