[01] CIELO

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   —¿PARA qué querés saber mi nombre?—pregunté totalmente concentrada en inventarme uno nuevo.

Tenía la mente en blanco y seguramente quedaba re ortiva respondiéndole así, su expresión confundida lo confirmaba.

—Qué se yo—contestó bajito—. ¿Dije algo que te molestó?

Miles de cosas dijiste. Miles que me hicieron mierda.

—No, perdón...Tuve un día de mierda y me la agarre con vos.

—No pasa nada—sonrió y esperó en silencio a que dijera algo. Aunque no lo descifre—. ¿No querés una foto?

—¿Tengo cara de querer una foto?

—Dale posta, ¿Qué te hice flaca?

Mucho hiciste, cagón.

Mordí mi labio y bajé la cabeza arrepentida. Si iba a pretender que no lo conocía, no le podía hablar como lo haría Estefanía.

—Estoy jodiendo—reí nerviosa—. Acompañe a mi amigo al evento, no tengo idea quién sos.

—Manuel—estiró su mano y nos dimos un apretón entre estas—. Manuel Vainstein.

Sí, ya sabía, jaja saludos.
Ignore mis ganas de rodar mis ojos y le dedique una sonrisa bastante falsa.

—Cielo—dije al recordar mi segundo nombre—. Cielo Berardi.

Alto apellido se me ocurrió y ni idea de dónde lo saqué. Creo que lo recordaba por una participante de combate argentina, qué se yo.

—Qué lindo nombre.

Lindo iba a ser el saque que le iba a dar en su cara asquerosa de gil.

—Ajá—respondí—, gracias Manolo.

—Pero es Manue...

Me alejé de él sin despedirme y tomé del brazo a Lautaro caminando a la salida.

—¿Qué haces Estefi?—se soltó de mi agarre cuando estuvimos afuera—. No me dejaste ni darle un piquito a Mateo.

—¿Quién es ese?

—Trueno, boluda, ¿Te pensaste que Trueno era su nombre real?

—Sabes que sí—ironicé—. Tenemos que buscar a Paloma—miré la hora en mi celular—. Nos queda una hora todavía.

No había necesidad de hacer otra fila porque teníamos asientos enumerados, por eso es que una vez que encontramos a Paloma nos fuimos a un Mc'donals que estaba cerca.

Y durante todo el camino sentí esas miradas que sólo las chetitas de Palermo podían dar, esas que te analizan de arriba a bajo como una radiografía. Las odiaba. Encima que cuando pasaba por la calle me chocaban el hombro como si no existiera ¿Y acaso se disculpaban? Uf, ni ahí. Ellas no conocían el perdón.

Llegamos al restaurante y tomamos un cono de helado mientras Lautaro no dejaba de ver con bronca a los nenes con los que nos habíamos peleado en el meet ad greet.
Sí, él era un nenito más.

—Estaba todo tranqui—le relató Lautaro a Paloma—. Yo le di mi celu, esperé a que nos llamen, y cuando la veo estaba blanca. Pálida en serio, eh—se rió un poco—. Tenía más miedo que yo más o menos, parecía un perrito temblando.

—¿Desayunaste antes de salir?—me preguntó Paloma más preocupada por mí que por la anécdota.

—Sí, no sé porqué me desmayé.

tan bien 彡 REPLIKWhere stories live. Discover now