XII

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—"También te amo..."

Luego de que me dijera esas palabras una enorme sonrisa se había apoderado de mi rostro. Me sentía tan feliz, tan contento, no sabía si gritar, correr o bailar por tantas emociones que mi corazón estaba sintiendo.

Me quité la chaqueta y la aventé en una silla, luego me acosté en mi cama y me quedé viendo el techo con la sonrisa todavía pegada en mi cara. Pensé en todo lo que había pasado junto a Minho, pero sobre todo en esos besos que compartimos. Y así, pensando en él, me quedé dormido.

A la mañana siguiente los rayos del sol que se colaban por la ventana me despertaron. Sonreí nuevamente recordando a Minho; me estiré como un gato en mi cama y luego me levanté para dirigirme al cuarto de baño y tomar una ducha. Salí de bañarme y me vestí, dispuesto a salir de mi cuarto y buscar algo para desayunar.

Bajé al comedor encontrándome con Onew, quien estaba muy relajado tomando una taza de café. Me acerqué hasta donde se encontraba y tomé asiento frente a él.

—Buenos días, hyung.

—Buenos días, Tae, parece que te has levantado con muy buenos ánimos. ¿Sucedió algo que no sé? —Preguntó mirándome con una sonrisa pícara en su rostro.

—Bueno... Intenté lo que me dijiste anoche y... Funcionó. —Le contesté en un tono bastante alegre.

—Supongo que eso es algo bueno y además les servirá para comunicarse sin que nadie se entere de que lo hacen. Entre menos sospechas den, menos peligro correrán.

—Eso lo sé y por eso me encuentro feliz, Onew. No quiero que nada nos pase, especialmente a él... —Dije lo último agachando mi cabeza y sonando preocupado.

—Ya, Tae, nada va a pasar, no debes preocuparte tanto. Todo estará bien. —Me dijo con una sonrisa tranquilizadora que traté de devolverle, porque el miedo de que algo pasara no se iba de mi pecho.

Al cabo de unos minutos un sirviente llegó al comedor diciéndonos que nuestros padres necesitaban hablar con nosotros. Nos dirigimos hacia el despacho de mi padre para saber qué nos querían decir. Tocamos a la puerta y entramos. Ambos nos sentamos frente al escritorio que se encontraba posicionado en medio de la habitación.

—Buenos días, hijos. —Nos dijo nuestro padre mirándonos a ambos. —Seré breve. Su madre y yo nos iremos de viaje por un par de días, necesitamos arreglar unos asuntos de suma importancia. Jinki, tú te quedarás a cargo el tiempo que estemos fuera.

—Claro, padre.

—Y, Taemin... —Mi madre se dirigió hacia mí con una expresión seria, como si el solo hecho de tener que dirigirme la palabra le desagradara. —Por favor, no hagas estupideces si no quieres que volvamos a castigarte, y esta vez créeme que no te encerraremos en tu cuarto. Irás a los calabozos, así que es mejor que te comportes ¿Entendido?

—Si, madre. —Mi voz había sido apenas audible al responderle y mantuve mi cabeza agachada todo el tiempo.

—Nos iremos hoy mismo, después del almuerzo. Jinki, confiamos en ti. Taemin, ya estás advertido. Pueden retirarse. —Mi padre nos hizo un ademán con la mano indicándonos que saliéramos del despacho.

Ambos nos levantamos de nuestros asientos y nos encaminamos hacia la puerta. Salimos y caminamos con rumbo a nuestras habitaciones.

—Taemin, no dejes que las palabras de mamá te afecten tanto. —La voz de Onew me sobresaltó un poco. Iba tan sumido en mis pensamientos que olvidé que él caminaba a mi lado.

—No pueden no afectarme, hyung. No quiero que vuelvan a castigarme. Odio estar encerrado y le tengo miedo a estar en los calabozos. Además, c-cuando me llevan ahí... —Estaba comenzando a tartamudear por los recuerdos que tenía de esos calabozos. Tomé una larga respiración y continué. —Ellos... M-me pegan... Hasta el cansancio... No quiero volver ahí, Onew... —Mi voz temblaba con cada palabra y las lágrimas estaban amenazando con caer de mis ojos.

Vampire Heart... {2Min}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora