013: Frustrar.

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Troto por los pasillos por el simple hecho de estar aburrida. Siendo la mujer de Negan tenía muchos privilegios y eso conllevaba a que mi ego se subiera por las nubes. Sabia que tarde o temprano todo caería en mi contra pero de momento iba a disfrutar hasta el último segundo. Era tan satisfactorio ver el temor en las personas cuando pasaba por su lado o los respetuosos que eran conmigo.

Rachel me dijo que una de las ex mujeres de Negan se había unido al grupo de expedición. Y eso en cierta manera me creaba un poco de envidia. No es porque estuviera celosa sino porque una de ellas tenía la libertad de salir del santuario. Me tentaba la idea de correr a pedirle que me dejara unirme al resto, pero sabia que tenia las de perder.

El verano estaba a la vuelta de la esquina y con eso mis nervios aumentaban. Negan y yo seguimos bien durante todos estos meses; pese a las fuertes discusiones y mis berrinches de niña pequeña. El factor más importante era aquel predicto dandome de lleno en la cara, como si se burlara de mi por el hecho de no quedar embarazada.

A principios de primavera había comenzado a autoengañarme con la idea de tener un final feliz con Negan; una hermosa familia. Aquellos sueños eran una simple ficción en mi cabeza y nada se asemejaba a la realidad. Amaba a Negan e intentaba que mi amor por él se notara y no sintiera el vacío que crecía entre nosotros después de intentar concebir un bebé.

Pese a intentar engañarme a mi misma, habían días donde me regufiaba entre los brazos de Negan y lloraba por no darle lo que quería. En cierta manera odiaba sentir esa presión y ver las burlas reflejadas en los rostros de mis dos grandes enemigas cuando los meses pasaban y yo seguía con mi abdomen plano.

El límite de mi paciencia me estaba pasando factura y con ello me sentía como una bomba apunto de explotar. Quería mandar a la mierda la maternidad. Llegaban momentos en que pensaba en salir corriendo del santuario y seguir mi vida por mi parte. Ya no soportaba la presión. Pero después veía a Negan sonreír, diciéndome que sus días eran mejores cuando yo estaba a su lado, y todas mis ganas por salir corriendo se escondían en una pequeña jaula. Lo amaba tanto que ponía mis preocupaciones a un lado con tal de que no saliera perjudicado.

Y sabia que no siempre iba a ser así, siempre se me ha dado fatal mantener mis sentimientos quietos por mucho tiempo.

Hoy era un día tranquilo a pesar de ser un poco caluroso. Mi vestido floreado se ondea con la suave brisa y sonrío cuando el sol me da de lleno en el rostro, cierro los ojos y una pequeña sonrisa adorna mi rostro. Cuando entraba en contacto con la naturaleza me sentía bien conmigo misma y de alguna manera me hacía ver que no todo era blanco y negro. Habían más colores a mi alrededor y con ello soluciones a mis más grandes frustraciones.

Una mano sobre mi hombro me vuelve a la realidad. La sonrisa se me va enseguida y el ceño se instala en mi cara. Mis dos grandes enemigas están frente con una sonrisa burlesca.

Hannah y Chloe.

—¿Ahora que queréis?—pregunto mientras me cruzo de brazos.

—Solo veníamos a saludar a la señora de Negan—suelta Hannah en un tono inocente.

—Bueno ya saludasteis, ahora os podéis perder de mi vista.

—¿Sabes que la vida es valiosa, Leila?

Detengo mi caminata antes las palabras de la pelirroja y vuelvo a enfrentarme a ellas.

—Las vuestras desde luego no. Solo sois un par de estorbos que habéis intentando joder mi existencia desde que llegue aquí.

—Pobre Leila—se burla Chloe y mueve su cabellera a un lado—se cree mucho desde que solo está con el jefe. ¿Ya te contó que hace dos noches estuvo en la habitación de Hannah? 

Me perteneces. [Negan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora