capítulo 18

58 6 0
                                    


*DAVID*

—¿Hermana, le dices a mi mamá que me traiga una manta? —pregunta el mocoso y la aludida asiente dejándome solo con el niño. Luego el pequeño gira su atención hacia mí y su expresión cambia por completo. —¿Eres el novio de mi hermana?

Guardo mis manos en los bolsillos y le doy una respuesta rápida esperando que Leinna regrese pronto: —No.

—El único que a traído aquí fue a Eduardo, buen chico, pero muy lambón.

—No soy su novio—le repito para que quede claro y me empiezo a impacientar bajo la mirada de los tres ángeles que cuidan del mocoso.

—Está bien, pero si se te ocurre en algún momento tener algo más con ella y le haces daño te las verás conmigo.

¿En serio el mocoso me está amenazando? Debo admitir que al menos tiene actitud.

—¿Y qué harías? ¿Me golpearías con ese suero? Si a penas puedes levantarte de esa cama—alzo una ceja intrigado. El niño no esperaba una respuesta tan directa, pero extrañamente eso lo hace sonreír en vez de entristecer.

—Tarde o temprano me pondré mejor, creceré y tendré la fuerza suficiente para enfrentarte.

Miro a los ojos a uno de sus ángeles y puedo entender que eso no va a pasar. No le queda mucho tiempo a este niño, incluso debe estar sufriendo por dentro, pero está luchando porque Leinna y su madre no lo noten. El día que ya no pueda fingir más será cuando le queden solo unos minutos de vida, pero ¿por qué fingir? 

—Oye, dame tu mano—le exijo y aunque le desconcierta un poco, me obedece lentamente.

Al momento que toma mi mano puedo sentir su dolor, me siento tan enfermo como él y es horrible. Tengo náuseas y mucho frío ¿Cómo lo hace? ¿Cómo soporta esto? Mi espalda se encorva y mis huesos se debilitan. Necesito sentarme y lo hago en la orilla de su cama mientras el pequeño me mira intrigado. Mi frente empieza sudar y lo suelto antes de que esto empeore.

—Tú no eres como lo demás, ¿cierto? —dice el niño un poco emocionado —. Tú pudiste sentir lo mismo que yo. Significa que también los escuchas.

Lo miro sin saber de qué está hablando.

—Hablo de lo ángeles—susurra para que nadie más lo oiga.

—¿Qué sabes tú de los ángeles? —pregunto. Y en serio ¿Qué sabe él de los ángeles? Es un humano. No puede saber nada.

—A veces los oigo. Otras veces los sueño. Me dicen que vendrán por mí pronto y estaré bien, pero no puedo decírselo a mi hermana o mamá porque se preocuparían mucho.

—Espera, ¿por eso finges estar bien? ¿Para no preocuparlas?

Se encoge de hombros y asiente con la cabeza.

Que niño tan estúpido. Aguantar todo esto por no preocuparlas como si eso fuese ayudar en algo. De pronto la imagen de Leinna llorando viene a mi mente. Recuerdo lo importante que es este mocoso para ella, su única debilidad, o al menos la única que pude encontrar. Si él muere, ella se sentiría destrozada. No me gustaría verla así.

Regreso mi mirada a su hermano menor y puedo comprender por qué prefiere hacerse el fuerte. Las está protegiendo del dolor. Esto podría parecerse un poco a lo que sentí anoche cuando abracé a Leinna para protegerla de sus pesadillas.

—Creo que no eres tan mocoso después de todo—lo felicito revolviendo su cabello.

—Vaya...

El demonio escoge con Quien *finalizado*Where stories live. Discover now