capitulo 17

1.2K 62 0
                                    

La simplicidad de la noche anterior había desaparecido para la mañana del viernes. Cade no lucía enojado, por decir algo, aunque tampoco lucía de alguna forma, en realidad. No me hablaba en la sala de espera, y tampoco se sentaba a mi lado. Cuando me unía a una conversación, él la dejaba. Yo era un hábito, y él parecía estar dejándolo.

La sonrisa de Luke en la preparación para los de último grado, me ayudó. Habíamos requisado las computadoras del aula de diseño por el día, para investigar sobre los postgrados disponibles. Algunos buscaban escuelas de postgrados, otros iban por las pasantías. Kelsey buscaba billetes de avión y hoteles en ciudades alrededor del mundo al azar.

Yo miraba la página principal del buscador.

Unas manos se curvaron alrededor del respaldo de mi silla, y el cuerpo de Luke se inclinó hacia mí. La proximidad era del todo una distracción.

—¿En qué estás pensando ______?

Debería haber dicho, tú. Desnudo. Eso lo hubiera sorprendido. No es que estaba pensando en él desnudo… Bueno, ahora que lo mencioné… Demonios.

Como dije, una distracción.

Sacudí mi cabeza porque no tenía una respuesta, al menos una que pudiera decir en voz alta. Él caminó a mi lado y se inclinó sobre la mesa, mirándome.

—¿Actuación o Dirección Escénica? —La mirada que fijó en mí se sentía muy personal en aquella aula llena de mis compañeros de clase, incluso cuando ninguno de ellos estaba mirando, bueno, a no ser por Kelsey. Ella nos miraba cada vez que Luke se me acercaba, lo cual me recordaba que debíamos ser cuidadosos.

—No lo sé, —murmuré.

—De acuerdo, ¿qué tal una ciudad? Puedes comenzar a buscar apartamentos. Eso es ciertamente algo en lo que tienes que pensar, especialmente si vas a ir a Nueva York.

Contemplé el cuadro de búsqueda de la página. Se estaba burlado de mí.

—No puedo pagarme Nueva York, —contesté.

—Está bien. La mayoría de las personas no pueden. Hay montones de mercados regionales que puede considerar. Filadelfia. —Me giré abruptamente para mirarlo. ¿Me estaba diciendo que buscara Filadelfia? ¿Dónde él vivía? Intentaba decirme algo o yo estaba sobre analizando sus palabras. Su rostro estaba inexpresivo cuando continuó, —Dallas and Houston ambos tiene una cantidad razonable de trabajo. Chicago. Seattle. Boston. DC. Hay montones de dónde elegir, en realidad. —Me volví hacia mi computadora, mi corazón todavía latiendo demasiado rápido. Definitivamente estaba sobre analizándolo. No era cómo si nuestra relación fuera seria. Habíamos pasado la noche abrazados en mi sofá. Eso no significaba que estábamos juntos o que me tenía que mudar al otro lado del mundo con él.

—Sólo explora, busca algo para comenzar. —Dijo antes de dejarme para seguir caminando alrededor de la habitación.

Coloqué mis dedos sobre el teclado pero se sentían como plomo, pesaban demasiado para moverlos. Me quedé mirando a la tecla “P”. Podía ver a Kelsey mirándome por el rabillo del ojo, y tan curiosa como estaba por Filadelfia, sólo escribí “Pasantías para Dirección de Escenografía” en el buscador.

Luego entre a un sitio tras otro, mirando el reloj en la esquina de la pantalla, dándole fuerza de voluntad a los números para que se movieran con más rapidez.

Cuando la clase terminó, mi alivio duró poco.

La lista del elenco había sido publicada.

Todavía era Fedra, lo cual era bueno. ¿Qué tan embarazoso hubiese sido si Eric hubiera cambiado de opinión? Kelsey había obtenido Afrodita como quería. Rusty sí obtuvo un soldado, como había predicho.

Y Cade era Hipólito.

***

Llamé a la puerta de Luke esa noche, nerviosa a pesar de nuestro acuerdo para tomar las cosas con calma. No habíamos hablado sobre hacer algo esta noche, realmente, y a pesar de nuestra tenue relación, todavía debíamos intercambiar números. Así que esperaba no parecer necesitada al buscarlo por segunda noche consecutiva. Hamlet, definitivamente estaba contenta de tenerme fuera del apartamento. Todavía no coexistíamos muy bien.

Mi preocupación disminuyó cuando abrió la puerta y dijo, —Oh, gracias a Dios. He estado pensando si debería ir por tu apartamento por una hora, pero temía que tocara tu puerta y tuvieras invitados o algo.

Me reí.

—Entonces, deberíamos intercambiar números.

Él contestó, —¿Vas a ponerme bajo un nombre secreto, así nadie sabe que soy yo, cuando te envíe mensajes sucios?

Mis ojos se abrieron ampliamente, —¿Planeas enviarme mensajes de ese tipo?

Sus ojos bailaron de diversión, y esa deslumbrante sonrisa suya estaba de nuevo en su rostro. —No lo estoy descartando.

Oh. Oh. Mis nervios salieron disparados.

Él tomó mi mano y me dirigió hacia su sala de estar, donde un libro abierto descansaba sobre el sofá. Era poesía, claro, porque era perfecto, y estaba tristemente fuera de mi alcance. Marcó la página, y colocó la colección sobre una pila de libros al final del sofá.

Se estiró y entrelazó nuestros dedos en la distancia entre nosotros. Quería recostarme en él, enredarme en sus brazos y no moverme de allí hasta que tuviera que hacerlo, pero todavía se sentía extraño. ¿Estábamos ya en esa parte de la relación dónde podía simplemente hacerlo? ¿O todavía teníamos camino que recorrer para eso?

—Entonces, ¿la lista del elenco? —preguntó.

Me quejé y me recosté en el respaldo de su sofá.

—No es tan malo, ¿verdad?

—Eso depende de si Cade me hablará durante los ensayos que se aproximan en dos semanas o no.

No tuve que sentirme aliviada cuando Luke tuvo no reparos en atraerme hacia él. Mi cabeza cabía perfectamente en la curva de su hombro.

—Cade parece ser un tipo razonable. Estoy seguro que después de un tiempo, para poder procesar todo, él estará mejor.

Asentí, esperando que él tuviera razón, aunque no estaba muy segura. Cade era razonable. El problema era… que la razón probablemente le dijo que se mantuviera alejado de mí, si no quería que su corazón fuera pisoteado. Y tal vez, eso fuera lo mejor.

Él se merecía a alguien mejor.

—De acuerdo, —dijo Luke. —Suficiente de eso. No me gusta esa mirada triste en tu rostro. Desafortunadamente, nuestras opciones para la noche son limitadas, ya que no podemos salir a ninguna parte. Así que, ¿qué tal una película?

Coloqué una sonrisa en mi rostro. Cuando él sonrío de vuelta, me costó mucho menos mantenerla allí.

—Una película suena bien.

Escogió algo divertido, probablemente en un intento de animarme un poco. Luego, apagó las luces y se me unió en el sofá. Cuando los créditos de apertura comenzaron, se recostó y me atrajo hacia él. Se encontraba estirado en el sofá sobre su espalda, y yo estaba sobre mi lado, instalada entre el respaldo del sofá y él. Vacilé por un momento antes de colocar mi cabeza sobre su pecho.

Intenté mirar la película, de verdad lo hice, pero difícil concentrarse con sus tranquilas, y continuas respiraciones alborotando mi cabello, y su mano acariciando mi espalda de arriba hacia abajo. Estaba entre lo seductivo y cosquilloso. Era increíblemente consciente de que, de vez en cuando, su dedo continuaba un poco más abajo por mi espalda, hasta el pequeño pedazo de piel que estaba al descubierto entre el final de mi remera y la cintura de mis shorts. 
Él se quedaba allí por un vacío segundo antes de volver a mi espalda. Entonces, su dedo viajaba hasta la piel descubierta de mi nuca, donde me hacía tener que reprimir un gemido. Miré rápidamente a su rostro, pero estaba concentrado en la película, completamente inconsciente de la locura a la cual me estaba llevando.

Finalmente, decidí que era tiempo de que él tuviera una dosis de lo que yo estaba sintiendo. 

Desarmé el puño que descansaba sobre su pecho, presionando levemente la punta de mis dedos en él. Comencé por delinear el diseño abstracto, que supuse era de una banda. Una vez hice eso, mantuve mis manos deslizándose por su pecho, la curva de uno de sus pectorales, bajando por su esternón hasta su duro estómago, haciendo un camino de vuelta por su pecho hacia los músculos extendidos desde su hombro hasta su bíceps. Cuando mi mano imitó unos de sus movimientos, apenas deslizándose a lo largo del dobladillo de su camisa, la mano que mantenía en mi espalda se congeló.

De alguna manera, ese hecho me puso todavía más nerviosa.

Sintiéndome un poco más valiente, volví al dobladillo, empujé mis dedos hacia arriba y debajo de la camisa, usando mis uñas para aplicar el más suave de los toques en su piel. La mano detrás de mí se movió, reptando sobre mi espalda, mi cuello, hasta mi cabello. Apoyé mi mano, presionando mi palma contra su cálida piel. La mano en mi cabello se tensó, no lo suficiente para doler, sólo para inclinar mi cabeza ligeramente hacia atrás.

Él me miró, ningún rastro de su sonrisa juguetona, sus azules ojos luciendo completamente negros en la oscura habitación. Estos danzaron por mi rostro, parpadeando con más frecuencia entre mis ojos y mis labios. La anticipación me estaba matando, así que clavé mis dedos en su piel. Su respiración ya no estaba tan estable, pero siguió simplemente mirándome. Relamí mis labios, y sus ojos contemplaron ese lugar por más tiempo, tanto que el calor se estaba agrupando entre mis piernas a cause de solamente la anticipación, haciendo que me retorciera intentando aliviar la presión.

Cuando levanté mi pierna y la enredé con la suya, él finalmente se puso en acción.

La mano en mi cabello me inclinó hacia adelante, pero me detuvo a mitad del camino.

Toda la anticipación de esos diez minutos, se enfocó en el momento en que nuestros labios se encontraron.

La conexión era demasiado pequeña para atraer fuegos artificiales a mi mente, pero se le acercaba. Era como la emoción de sostener una bengala; esa emoción que sientes cuando las chispas se acercan cada vez más a tu mano.

Su boca se mantuvo cerca, y a pesar de haberlo probado varias veces antes, el misterio me estaba matando.

Se sentía como el primer beso.

Se echó hacia atrás y apoyó su frente en la mía.

—Gracias—dijo.

¿Gracias? ¿Fue como un gracias, pero no gracias? ¿Gracias, pero estoy mirando una película, déjame en paz?

—¿Por?

—Por darle una oportunidad a esto. Sé que estabas, probablemente estás, asustada. Pero acabas de hacer mi vida inmensamente mejor.

No sé si ser un actor lo había hecho tan honesto, sin miedo de ser vulnerable, o si simplemente era quien él era. Deseaba poder hacer lo mismo, pero eso no era quién yo era.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

La mano que había estado en mi cabello, hizo el camino hasta mi mandíbula.

—Claro—respondió.

—¿Por qué aceptaste este trabajo? No es que no me alegre que estés aquí, pero tú mismo dijiste que era miserable.

—Ya no lo era…—se inclinó, y me besó de nuevo, zumbando cuando presionó sus labios contra los míos. No se me pasó que él no había respondido mi pregunta, pero no me importó lo suficiente para dejar de besarlo, especialmente cuando su boca finalmente se abrió y probé su dulce y mentolado aliento, mezclándose con el mío.

Su lengua se deslizó con la mía, y mi mano debajo de su camisa volvió a la vida, cerrándose contra su lado, atrayéndolo hasta que mi pelvis hizo presión contra su cadera. El beso era relajado y divino, pero demasiado lento, lento, lento.

Quería más. Quería que nuestros cuerpos se sofocaran, nuestros labios se aplastaran, no esta burla suavidad. No quería perder el contacto con su piel, pero quería tomar el control. Mi otra mano estaba atrapada debajo de mí, sosteniéndome. Así que saqué mi mano de su camisa, y la coloqué en su rostro. Lo atraje más cerca e intenté cambiar el ritmo.

Él lo permitió por un momento, nuestros labios moviéndose con rapidez, aire escapando cuando inclinábamos nuestras cabezas, y nuestras bocas batallaban entre ellas. Y Dios, se sentía bien. Continué atrayéndolo, insatisfecha, sintiendo que no estaba lo suficientemente cerca, hasta que él se inclinó hacia arriba y giró sobre su lado para enfrentarme. Un suspiro de éxito escapó de mi boca, entonces él tomó la mano que tenía en su rostro y la empujó lejos, hasta que estuvo atrapada detrás de mí, la sostuvo allí, presionada contra mi espalda baja con su mano.

Entonces de nuevo, se recostó, cambiando el ritmo, rozando mis labios, lentamente, suavemente. Era enloquecedor. Intenté inclinarme hacia él, pero me sostuvo con más fuerza, reteniéndome, tomándose su tiempo. Gruñí con frustración.

Y él sonrió.

—¿Qué sucede, cariño?

Cualquier cantidad de palabras podrían haber salido de mi boca, algunas de ellas incoherentes, la mayoría de ellas no muy agradables. Afortunadamente, las que me arreglé para soltar era exactamente a lo que quería referirme.

—Demasiado lento, —gemí.

De verdad estaba lloriqueándole.

—Te dije que podía tomarlo con calma, —respondió.

—Idiota. —Esa en realidad era la palabra más agradable que estaba pasando por mi cabeza. Él ni siquiera tenía la decencia de lucir preocupado.

Simplemente se río. Me retorcí, tratando de liberar mi brazo, y él intentó sosegarme con un beso, este un poco más profundo, más satisfactorio que el anterior. Y justo cuando estaba olvidando por qué había estado tan frustrada antes, él volvió a alejarse.

Era absurdo, pero de verdad sentí que podía llorar. Sus besos se arrastraron a través de mi mandíbula hasta ese lugar debajo de mi oreja que hace que cada parte tensa de mi cuerpo se vuelva blando.

—No intentaba ser inteligente, —suspiró. —Sólo intentaba darte lo que quieres. Es duro cuando me dejo llevar, cuando te beso como quiero. Porque en todo lo que pienso cuando lo hago, es en el sabor de tu piel, y lo mucho que me gustaría probarla otra vez. —Su boca quemó mi cuello. Sus dientes rozaban mi piel, y por impulso, mi cadera se lanzó hacia adelante, apenas haciendo contacto con él. Él gimió en respuesta, sus suspiros volviéndose bruscos perdiendo su suavidad. —Recuerdo el peso de tu seno en mi mano, y la forma en que reaccionaste con mis dedos dentro de ti. —Mordí mi labio combatiendo el gemido que crecía en mi garganta. Quería sus manos en mí. Quería que nuestras ropas no estuvieran. —Pienso en tu cuerpo bajo el mío. Pienso en estar dentro de ti. Pienso en ello, y me consume. E ir despacio, es la última idea que cruza por mi mente.

Lo perdí. No pude retener el gemido, y se sintió como si fuera a hacerme pedazos sólo con sus palabras. 

—Así que tengo que besarte lentamente. A no ser que hayas cambiado de idea, ¿lo hiciste? ¿Cambiaste de idea?

¡SÍ! Por favor, oh Dios, sí.

Esto era una tortura.

Pero la razón se desplegó en el fondo de mi mente, tomando control de todo, manteniéndome con los pies en la tierra. ¿Qué pasaba si intentábamos tener sexo y me asustaba de nuevo, y arruinaba todo?

—No, no he cambiado de idea, —dije. Entonces agregué, —idiota, —porque aquello era una tortura, y por la sonrisa en su rostro, él lo sabía.

—Hmmm… entonces lento iremos.

Like a Virgin -TERMINADA-(Luke Hemmings y Tu)Where stories live. Discover now