XI . Necesidad

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Lo que pudiera venir no importaba cuando la mujer que tanto adoraba al fin era suya. Saberse el primer hombre en amarla de esa manera lo llenaba de dicha y orgullo. La amaba con todo su ser y aunque su cuerpo ya era suyo, él también quería apropiarse de su alma.

- André... - Susurró en sueños.

Ya había despertado pero no tuvo las fuerzas para moverse un solo centímetro. Seguía en la misma posición en la que se había quedado dormido hace unas horas. Su cabeza reposaba en el pecho femenino. Hundió su nariz en el centro y aspiró nuevamente su cálido aroma, no quería dejar de sentir la tibieza del cuerpo desnudo debajo del suyo, ese sin lugar a dudas, fue el momento más hermoso e íntimo que alguna vez pudo soñar en compartir con Oscar.

No importaba si su alma aún no era de él, la amaba de cualquier forma y conseguiría obtener todo su amor.

André estaba en medio del más bello de todos sus sueños, y las dudas que por largo tiempo lo habían acompañado no estaban del todo resueltas.

Una larga y delicada mano comenzó a acariciar sus cabellos oscuros.

- Si este es un sueño, espero no despertar nunca.

- Oscar... - Dio un corto beso en su pecho y la sintió temblar. - Durante tanto tiempo, traté de luchar, quería dejar de adorarte.

- Gracias a Dios no lo lograste. - Lo jaló un poco, quería sus labios.

- Oscar... - Su voz se escuchó más ronca y varonil de lo normal, lo que hizo estremecer completamente a la rubia, y más cuando hizo un camino de besos de regreso hasta su pecho, y comenzó a morder uno de sus pezones mientras que una de sus manos se ocupaba del otro.

- Espera... - Dijo entre gemidos. - Me duelen...

André se separó de su cuerpo y se echó a un lado.

- ¿Dónde te duele? - Su voz tenía un tono de angustia. - No quise ser brusco.

- No lo fuiste, eres el hombre más dulce que conozco. - Oscar acarició su rostro y sin proponérselo, André estaba nuevamente pegado a su cuerpo. - He escuchado que es normal que duela... la primera vez. - Dijo ruborizada. - Además está lo otro, me siento más adolorida de lo normal.

André besó su frente.

A partir de ese momento, la comandante se sintió otra persona, una mujer hambrienta del que ahora era su marido. Sin darse cuenta, había comenzado a rozar su sexo con el de él.

- Tendré que obligarte a permanecer en esta cama si sigues moviéndote así. - Se acercó a sus labios, la besó con la boca muy abierta y continuó con las sugestivas caricias en sus senos.

Su hambre les exigía volver a llegar hasta el final, pero fue André quien reaccionó.

- Tenemos que regresar. - Dijo tratando de controlarse. Miró por la ventana y se percató de que ya estaba anocheciendo. - Ya está oscureciendo, si no nos levantamos ahora mismo después será más difícil.

André se puso de pie y comenzó a buscar su ropa.

Oscar ladeó la cabeza y se perdió un momento en sus pensamientos. ¿Por qué me siento así? No es suficiente, no quiero irme, no quiero separarme de él, quiero saberlo todo aunque también me da miedo. Necesito la certeza de su amor... ¿Seré capaz de darle todo lo que quiere?... mi adorado André...

Ambas almas tenían muchas dudas.

Repentinamente, pudo sentir sus labios recorrer su cuello. La mordió suavemente.

- Debemos irnos o nos meteremos en problemas. - Oscar cerró los ojos al sentir su toque. Necesitaba escuchar más palabras de amor, promesas y juramentos. - Te amo. - Dijo muy cerca de su oído.

MI AMOR POR TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora