XII. Celos

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- ¿Estás bien Oscar?

La susodicha no respondió.

Estaba sumida en sus cavilaciones y había permanecido casi muda desde que inició la conversación, la que parecía más un monólogo. Su cuerpo estaba ahí, pero definitivamente su mente no, de hecho estaba muy lejos, seguramente muy cerca de su valet.

Fersen la miró extrañado, sus ojos grises paseaban una y otra vez por su rostro, como tratando de encontrar escrito en alguna zona la razón de su extraña actitud.

- Oscar. - Esta vez su tono de voz fue más elevado.

- Perdón. - Dio un pequeño salto.

Ambos estaban sentados frente a frente.

- Creo que es la primera vez que te veo tan distante.

- Nunca he sido tan elocuente como tú.

- Discrepo, aunque... - Fersen cayó en la cuenta de lo que sucedía. - Creo que sospecho de qué se trata.

- ¿Qué cosa?

- El buen André no ha hecho su aparición hasta ahora y la verdad es muy extraño, de hecho desde hace rato que sentía que faltaba algo.

No supo qué comentario hacer y nuevamente se quedó pensando.

Estaba feliz de ver a su amigo de vuelta después de tanto tiempo. Era una gran bendición que estuviera sano y salvo luego de pelear en una lejana guerra, decisión que tomó más con el propósito de olvidarse de su amor que de servir al país. Sin embargo, había sido inevitable que regresara a los brazos de su tan amada y prohibida María Antonieta, y aunque Oscar lamentaba profundamente que siguiera manteniendo ese tortuoso romance con la reina, sabía que los dos se amaban profundamente a pesar de las circunstancias.

¿Será siempre así, a escondidas? ¿No habrá alguna manera de que puedan estar juntos? ¿Será que nosotros también sufriremos ese destino?... ahora puedo entenderte un poco Fersen, pero yo no permitiré que me separen de André, nunca.

No, eso no les pasaría a ellos. Ella no era ninguna reina, y no estaba casada. Por milésima vez en el día, maldijo para sus adentros que haya tenido que irse de viaje con su padre.

- Creo que hoy estás muy distraída. - Su risa era fresca y relajada. Seguía siendo el mismo Fersen que sonreía para no perder la costumbre, para que la frustración no se le notara demasiado.

- Disculpa, es que las cosas en el palacio están algo alborotadas, ya sabes, es la presión del trabajo, y bueno... - Dio un corto suspiro. En verdad necesitaba a André más que nunca. Fue tan curioso pensar que una vez creyó estar enamorada de Fersen, que incluso se vistió como mujer para él. De pronto todo le pareció absurdo y egoísta, porque ahora que había podido reflexionar, había llegado a la conclusión de que ella sabía que su amigo la amaba, aunque prefería hacerse la desentendida. Y ahora ella lo amaba y no había día que no se reprochara por el tiempo perdido. - André no está, hace unos días se fue con mi padre a un viaje de negocios. - Le brindó una calmada sonrisa, y levantó la copa en mano.

- Ya entiendo. - Elevó su copa en respuesta y sonrió complacido de sospechar que Oscar lo extrañaba. - Esta casa no es la misma sin él.

- Es cierto.

Así se pasó la tarde. Ambos hablaron de todo y de nada. Cosas poco importantes, pero entretenidas y antes de que anocheciera, Fersen partió a su casa. Oscar agradeció que haya llegado justo a tiempo, porque la verdad, la ausencia de André la estaba hartando y algo de distracción no le había venido nada mal. De hecho, ya no se aguantaba ni ella misma, quería tenerlo a su lado lo más pronto posible, y ya se encargaría de que no se alejara de nuevo. Definitivamente, no le gustaba estar distanciados y solo esperaba que no se tardara tanto como la primera vez o se volvería loca.

MI AMOR POR TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora