-¡Pará, Renato! ¡Pareces un perrito asustado que huye cada vez que el reloj marca las 3 de la tarde, por Dios! -la voz de Gabriel salió rápida y agitada debido a que corrió fuera del restaurante, siguiendo a aquel chico castaño que salió a paso apurado.
Renato paró en seco cuando llegó frente a su auto, y Gabriel lo observó apretando los puños a sus lados aún dándole la espalda.
Al girarse, su mirada estaba puesta en cualquier lugar menos en esos analíticos ojos verdes - y su campera marrón se deslizó por su hombro izquierdo debido al movimiento, haciéndolo bufar.
-Ya te dije que tres veces por semana estoy ocupado a esta hora, no es personal ni nada -respondió el chico, mordiendo su labio. Gabriel suspiró.
-Es increíble -comienza -, te conozco desde que éramos chicos y, sin embargo, sé poco y nada de vos -bufa. -Es frustrante, ¿sabes?... Vos conoces hasta a mi tía de Córdoba, Tato, me resulta muy injusto -se queja.
Renato alza sus cejas.
-Da igual, Gabi... ¿por qué te importa, de cualquier manera? -pregunta, y Gabriel traga saliva ante el frío de su voz. -Nos reencontramos de casualidad hace un tiempo... simple casualidad -agrega Renato, frunciendo su ceño. -Eso no te da el derecho a que sepas todo de mí o de que intentes... ¿leerme?, despues de tanto tiempo -afirma, con la cabeza gacha. -Lo que tuvimos ya pasó. Seguí tu vida como lo hiciste hasta ahora, que te veo bastante bien -culmina.
Gabriel bufa mientras lo observa entrar apresurado a su auto, para seguidamemte arrancar el motor y desaparecer por las calles de Buenos Aires en aquella tarde soleada - quién sabe hacia dónde.
Definitivamente, Renato seguía siendo el mismo pendejo misterioso de cuando tenían 15 y 17 años - pero esta vez Gabriel necesitaba saber más de él; sacarse las dudas, despejarse los miedos.
No quería dejar que se le fuera de nuevo.
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dos rojas, una amarilla
FanfictionDescubrir los secretos que guarda tu compañero de trabajo puede traer consecuencias.